Capitulo 15

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Tenía mucho tiempo que no venía por aqui. Pero hace una semana me entusiasme un poco y comencé a escribir de a poco este capítulo. Espero que les guste.
Y ahora, ¿Les gustaría que el siguiente capítulo lo narrará Rachel?



—¿Lista? —asiento. Mario hace señas a nuestros hombres para que entren..  todo sucede tan rápido, que en un instante en todo el lugar se escuchan los disparos.

Mario y yo entramos corriendo para que ninguna bala nos alcance. Estoy atenta a cada movimiento y persona que está a mi alrededor, lo importante es llegar hasta donde está ella.

—Detrás de mi —volteo rápidamente y presiono el arma dejando que él hombre que nos iba a disparar caiga al piso con un solo impacto en la frente… justo en el blanco.

“Algo le tengo que agradecer a ese hombre que decía ser mi padre”.

Los gritos se escuchan por todo el lugar, disparos y personas corriendo, pero mi único objetivo es conseguirla a ella. Yo no me quedaría tranquila si ellos vinieran sin mi, no podría.

—¡USTEDES TRES, CUBRANOS! —Salgo corriendo cuando Mario da esa señal y entro a la primera habitación de este horrible lugar. Se que Mario me está cubriendo las espaldas, así que me encargo de revisar cada rincón en busca de Rachel.

Hasta que la consigo.

Y lo que ven mis ojos me dejan con el corazón tan roto que no se cómo me contengo para arrodillarme a llorar.

—Rachel… —Susurro en un murmullo apenas perceptible. Está amarrada, golpeada e inconsciente. Su cara está hinchada y se le notan marcas de manos en su cuello y pecho. Sin contar su ropa rota.

—Señorita, ya tenemos que irnos. —Vuelvo en si y comienzo a desatarla, ella se remueve y Mario la toma entre sus brazos y salimos con ella. Está vez, soy la que cubre a Mario de cualquier malnacido que se nos cruce.

Tengo tanta irá contenida, que quiero al que le hizo todo esto a Rachel, lo quiero muerto. Quiero acabar con todo esto.

—No hay nadie más aquí, jefa. Solo los guardias de esta gente. —Habla otro de mis guardaespaldas y maldigo. Todo esto estaba planeado, no era su intención que los encontrará, solo querían que viniera aquí.

—¡Dejen a dos vivos! Los demás los matan y queman este lugar. Trata de conseguir evidencia, algo se le tuvo que pasar por alto. Busquen. —Asiente. —¡¿Entendido?!

—Si jefa.

—Mario, vámonos. —Caminamos a pasos apresurados, y veo todo los muertos en el piso, y simplemente se que ahí no está al que quiero… —Gabriel, Manuel y Erick, ustedes se vienen conmigo… Y tú Santos te quedas a hacer lo que te ordene con los que quedan.

—Entendido.

Me meto rápidamente sentándome para que la cabeza de Rachel pueda estar en mi regazo.

—Viniste… por, mi —lágrimas salen sin poder evitarlo. Y de repente me veo en un recuerdo con Rachel de pequeñas, justo después que se fue mi madre.

*
No te preocupes, yo no te voy a dejar nunca… siempre serás mi hermanita.

—Mi mamá no me quiere… hace tiempo se fue y no ha vuelto —farfullo llorando. No entiendo  porqué se fue, solo se que papá me dijo que se fue con otro hombre porque ya no nos quería a los dos. Fue muy duro, porque podía haberme llevado con ella…. Yo quería ir con ella.

Papá a veces me lastima en las clases para ser la dueña de todo lo que me va a dejar, pero yo no quiero esto… no quiero su famoso imperio, no me interesa, menos me interesa matar a nadie. Ya vi como se asesina a alguien, solo tengo 11 años, y aún así tuve que presenciarlo, porque tenía que aprender como se hacía. Me dolió mucho ver a esa persona ahí tirada, fue horrible. Después de eso tuve pesadillas casi todos los días y no paraba de llorar, y él solo decía que tenía que ser una mujer desde ya.

—Yo nunca te dejare sola… ¿Promesa? —extiende su dedo meñique para que lo junte con el mío, es una tradición hacerlo cuando estamos dispuestas a cumplirlo siempre y estás promesas nunca se rompes, si no hay que cortarnos el dedo… y no queremos que eso pase.

—Promesa.


*


Lloro aún más y asiento… nunca podría romper esa promesa.
—Nunca te dejaría sola. —Es cuando ella se rompe, comienza a llorar abrazándome y quejándose del dolor.

Lloro, lloro de impotencia porque ella no merecía esto.

Lloro porque le va a costar superar esto.

Lloro porque su ropa rota y sus marcas en su cuerpo me hacen querer matar al que la toco. Mi Rachel es un ser de luz, no alguien apagado sin luz propia.

Ella no es esto.

Y juro que el que lo hizo me las va a pagar.



[……]

Ha pasado una semana desde que salvamos a Rachel. Ha sido una semana demasiado larga, de pocas horas de sueño, y frustración que hemos pasado su familia y yo.
Ella simplemente se niega a hablar, no se porque… no sabemos que le pasó, ni quienes son. No nos da ni una pista y eso me tiene los nervios de punta. Pero, se también que no puedo presionarla, ya que puede ser que es una experiencia muy traumática.
Y con todo esto siento que le pasó algo más. 

Hay noches que la observó dormir pero de repente se levanta llorando, asustada y queriendo salir corriendo de su propia habitación… se que le hicieron algo más, y por eso no quiere hablar, tal vez tenga vergüenza.
Sus padres han estado muy afectados por estos al igual que yo. Después que se le controlan sus crisis con pastillas para dormir que le receto el doctor ya que no se dejaba tocar por nadie, ella se queda tranquila y nosotros quedamos llorando pensando muchas cosas que pudieron hacerle.
Y yo, pues me siento muy culpable porque siento que es mi culpa lo que le pasó y no me perdono.



[…]

—Giss… —suelto el celular de repente por el susto. Y la veo a ella con apenas unos golpes en su cara que ya por el tiempo están como verdosos, pero está hablándome después de casi tres semanas sin hablar casi, solo llorar y gritar por sus pesadillas.


—Rachel —susurro llorando.


—Ven. —Extiende su mano hacia mi y la tomo con un poco de precaución, no la quiero hacer sentir incómoda. —No te haz movido ni un momento de aquí —susurra con la voz rasposa.


—No podría.


—Lo se. Y lo agradezco, solo estaba asimilando todo esto. —Comienza a llorar y la atraigo hacia mi, se tensa por un momento pero no se quita. Y lloro más, no se lo merecía.


—Aquí estoy para ti. No te daría sola.


—¿Cómo la promesa? —Asiente en mi pecho.


—Como la promesa.


—No me voy a ir de aquí hasta que estés bien.


—Me duele mucho —Habla entre sollozos y acaricio su cabello con calma mientras lloro silenciosamente.


—Tranquila, todo a su tiempo… estaré esperando el tiempo necesario. Además, te compre helado, tú favorito. —Me sostiene fuerte de la blusa mientras solloza sin parar, y yo la dejo porque nunca me haría de su lado, yo seré su ancla como ella siempre ha sido el mío en mis peores momentos.


—Ya estoy lista para hablar.

Caída ApasionadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora