Capitulo 19

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Entro apresurada al hospital buscando a alguien que me dé información de dónde está ella. Cuando lo hacen me dirijo allá y veo a los padres de Rachel sentados llorando, mi corazón se rompe con solo la idea de que le haya pasado algo.

—¿Qué sucedió? —Al mirarme me abrazan y lloran más fuerte… y yo, lo hago también porque me siento culpable. Siento culpa de lo que le está pasando, ellos venían por mi y en ese proceso la lastimaron a ella.

—Ella recibió un mensaje, no entiendo cómo sucedió, si el celular es nuevo. Todo está monitoreado, hasta lo más mínimo y lo sabes. —Responde afligido con lágrimas en los ojos. El papá de Rachel está sufriendo mucho, y a mí me duele verlo así.

—¿Dónde está el celular? —Me lo da y busco rápidamente el mensaje, pero no está, no hay rastros de el. —¿Qué decía el mensaje?

—Que la va a volver a encontrar, y que su castigo será peor al de la última vez. —Susurra apretando sus puños con impotencia. —Necesitamos encontrarlo, Gisselle.

—Lo se, trabajamos en eso. —Tomo asiento. —¿Cómo está ella?

—Esta dormida, tuvieron que sedarla para que pudiera estar tranquila… tuvo un ataque de pánico. Con el mensaje le dio una crisis y no supimos cómo controlarla, así que tocó traerla aquí.
En ese momento me doy cuenta de Mattieuw alejado de nosotros, pero mirándome. Dándonos nuestro espacio.


Vaya.

Pensé que se iría. Cuántas sorpresas me ha dado hoy este hombre.



—La persona que está haciendo esto sabe mucho de nosotros, así que deduzco que es alguien que trabajo para nosotros o… —Entro en pánico por lo que pienso, me asusta, pero si es una posibilidad.

—Habla, mi niña. —Sus ojos me miran con cariño, como desde que me conoció. Tuve la suerte de tener el amor de los padres de Rachel, así no me sentí tan sola. Es por eso, que me siento culpable de lo que pasó, la persona me quiere a mi, pero se está llevando todo a su paso para causarme dolor. 

—No te vayas a alterar. Rachel me contó que cuando estaba secuestrada escucho la voz de mi padre. —Su mirada se endurece. —Se supone que está muerto, yo lo mate. —Suelto una lágrima de impotencia. —Ahora que ella me diga eso, es aterrador porque si es así, esto todavía no ha acabado solo es el comienzo.

Me sostiene entre sus brazos mientras lloro. A veces pienso que no voy a poder con todo, duele y mucho.

—Sabes que es capaz… —Asiento porque estoy muy segura de eso. —Y, también va a venir por mi, mi familia, te recuerdo que yo te ayude a levantar todo de nuevo y ocultar todo… tal vez, por eso ya empezó con Rachel.

»No nos vamos a dejar. Vamos a luchar hasta el final, pero a ninguna de ustedes me las tocan. Ustedes son mis hijas, no puedo dejar que pase de nuevo. Así que vamos a contratar más seguridad y seguir buscándolo hasta debajo de la piedras, espero que esté muerto porque si no está vez lo mato yo.



(......)

Pasado

Comienzo a subirme el pantalón apresuradamente, y siento a alguien tocarme el trasero. Jadeo de pánico, ya se quien es.

Me alejo y termino de subir mi pantalón, alejándome lo más posible. Pensé que estaba sola en esta casa, y no entiendo cómo entro si le había pasado llave a la puerta, ni se escucho cuando abrió.

—No me vuelvas a tocar. —Farfullo enojada.

—Estás en mi casa, yo puedo tocar lo que quiera. —Su asquerosa sonrisa me da asco, pánico, terror. Se supone que es mi padre, no entiendo porqué me hace esto. Siempre trato de alejarme, no estoy ni segura ni en mi propia casa. No puedo escapar, ni huir, porqué se que me encontraría igual.

—Salte de mi cuarto. —Farfullo bastante cabreada. Levanta sus manos en señal de rendición y sale dando un portazo. Salgo corriendo para trancar la puerta y atascarla con algo para que no la pueda abrir.
Me echo a llorar con mis cabeza dentro de mis piernas, estoy cansada.

Nunca a llegado muy lejos, siempre me pasa su mano asquerosa por algún lugar, o simplemente me mira sin darme cuenta. Desde que murió Jack todo se fue abajo, y solo dice que como soy una puta me merezco esto, pero no es así, es mi padre, él no debería hacerlo.

Cuando está borracho me golpea muy fuerte, hasta hacerme sangrar, no entiendo tampoco porque lo hace. Solo se que me la paso más con golpe que sana, la única que me salva cuando puede es mi Nana, por ella creo que sigo viva.

Una vez se metió en mi habitación y estoy muy segura que esa vez si iba a abusar de mi, pero ya sabía sus intenciones desde hace tiempo y le enterré un cuchillo en la pierna, más nunca lo intento, pero si no paran sus manoseas, palabras asquerosas y ya estoy harta. No quiero seguir viviendo así, no quiero más esto.


Así que tome la decisión de que es él o yo. Hace un mes me han estado enseñando a usar armas, y todo lo referente al negocio, porque según él cuando se muera su puta hija tiene que seguir su legado . Todavía no se del todo usar las armas, pero si he tratado de aprender todo rápido, y estoy muy segura que pronto sabré todo y el pasará a la historia.


Lo odio tanto.


El arma la conseguí hace unos días, se la robe de su oficina. Así que no estoy del todo desarmada. Ya no me importa nada, no me importa si salimos muertos de esto los dos, lo cierto es que él se lo ha buscado y ya mi paciencia se agoto por completo.




Días después.

Siento mi cama hundirse y me volteo rápidamente, me lo encuentro muy cerca de mi. Grito. Sus manos me tapan la boca para que me haga silencio.
Pataleo, y me sostiene con fuerza.
Siento pánico, no quiero que está vez lo haga.


—Vas a ser mi zorra. —Sus ojos me miran con ira, odio. Lloro porque no entiendo que le hice, no entiendo porqué tengo que merecer esto.


Meto mi mano debajo de la almohada y la saco, se tensa al ver lo que tengo en las manos y trata de quitármela. Le doy una patada entre la entrepierna y se queja, las clases de boxeo sirven de algo.


—Tu a mí no me vas a tocar, más nunca. Maldito desgraciado. —Le quitó el seguro al arma y trata de alcanzarme, pero disparo antes que lo haga. Sin arrepentimiento, sin miedo. Veo como se mueve y el disparo le da en el brazo, pero no es suficiente, así que disparo dos veces más hasta que lo veo caer muerto, sonrió con satisfacción.


Es lo que quería. Se lo merecía.


Mi Nana entra corriendo al cuarto, al igual que los guardaespaldas. Me encuentran con el arma en la mano, y les  apunto a todos.


Está vez no me voy a dejar de nadie. Ya no, ya basta.


—Ni se les ocurra acercarse, les disparó. —Se quedan quietos en su lugar. —Saquen a esta basura de aquí, y él que se quiera ir que lo haga de una vez. Porque ahora yo soy la jefa y se van a sujetar a mis órdenes.


Mi Nana me sonríe con orgullo y yo le devuelvo la sonrisa.

Caída ApasionadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora