Capitulo 16

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Rachel

En todo momento lo recuerdo todo, es desesperante no poder apagar tu mente y poder respirar sin recordar nada y más cuando esos recuerdos te calan fuerte en el alma.

Siento que en cualquier momento me puedo romper de verdad… y lo peor, es que no estoy segura si vuelva a ser la misma cuando eso pase; si ni si quiera siento que soy la misma Rachel de antes, siento que algo no esta bien conmigo.

Es muy diferente ser libre sexualmente que puedas decidir con quién acostarte y cuando, a qué te tomen a la fuerza y sin consentimiento 3 hombres que ni sabes quiénes son y sin tú darle el consentimiento.

No se lo deseo a nadie.

Cada día desde que volví con mi familia me siento sucia, sola, avergonzada y no entiendo porqué, si yo no lo provoque.  No lo quería. No podían hacerme eso a mí.

Yo no le he hecho daño a nadie.

Ahora, siento que el acercamiento de cualquier hombre me da asco, hasta el de mi padre… y eso me hace sentir muy horrible, porque se que él se esfuerza en ayudarme, pero yo simplemente no lo quiero cerca.

A ningún hombre.

Se que ellos intuyen que hay algo más detrás de todo esto, y sé también que Gisselle no se quedará tranquila hasta saber todo y quiénes son, porque haces días, solo le dije que si abusaron de mi… pero me da miedo, me da pánico, terror.

Terror al pensar que si hablo pueden regresar por mi, y no quiero sentir eso de nuevo. No quiero los golpes, no quiero que me tomen a la fuerza, y menos sentir sus pollas lastimándome por dentro, como si yo fuera un juguete.

Después de todo esto no es tanto el dolor físico, si no el mental que me está jodiendo, estoy tan cansada que no se que hago en este mundo todavía.
Mientras me violaban pensaba mucho que quería desaparecer, no quería estar ahí. Cerraba los ojos fuertes para no verlos, sentía que si los miraba nunca me iba a poder olvidar de sus rostros, y me da pánico… pánico saber que cuando salga a la calle puedo reconocer a uno y pueda hacerme daño de nuevo.

No puedo con esto.

Es tan doloroso, que no entiendo como se supera esto. Siento que nunca se me va a olvidar y el dolor constante seguirá.

—Rachel, necesitas comer algo. —Niego. Lo que menos se me antoja es tragar algo, tengo un nudo muy grande en la garganta que no se si quiero llorar o gritar lejos de todos.

»Te vas a enfermar si sigues sin comer. —Me suplica.

Se que esta cansada, en sus ojos se le ve. Está muy pálida y ojerosa, y Gisselle no es así. Hasta yo estoy cansada de mi misma.

Todo esta semana ella se ha quedado aquí conmigo, es la única que permito que se acerque, así que hace lo que puede y lo que dejó.
A mamá no la puedo ni ver, siento vergüenza de solo pensarlo, y mi papá ni se diga. Siento que los decepcione tanto.

—Por favor… —Susurra y me sobresalto cuando toca mi mano. —Lo siento, lo siento.

Comienzo a llorar nuevamente porque siento que les hago daño, siento que nada de esto está bien. Yo no soy así, está no soy yo, pero por ahora no puedo sentirme bien. Siento que todo es un caos, todo está mal y no sé cuántas veces tengo que repetirlo pero no me lo merecía, se que no lo hacía.
Entonces, ¿Por qué lo hicieron?

—Mírame Rachel, —seco mis lágrimas que salen sin parar y asiento. —Todo va a estar bien. Se que el proceso va a ser largo y sobretodo muy fuerte para ti… pero tienes que recordarte siempre que nos tienes aquí siempre, somos tu familia y no te vamos a dejar. Eres una mujer muy fuerte y resiliente, se que vas a salir de esto y también se que no será fácil, pero no me iré de tu lado en ningún momento; estaré si necesitas sostener mi mano, si necesitas llorar, reír, gritar, estaré pase lo que pase. ¿Ok? —Asiento entre sollozos porque duele y mucho.

»Y por último, no me cansaré hasta dar con ellos, me van a pagar cada lágrima que derramaste y todo lo que sufriste y eso te lo juro. No me cansaré hasta conseguirlo.

—Lo… siento —es lo único que logro murmurar, porque no puedo, de mi no sale más nada.

—Tú no tienes la culpa de nada, no tienes porque sentir culpa ni vergüenza.

—No puedo evitarlo… me siento tan sucia. —Me acaricia la mano y yo permito que me toque… me abraza muy fuerte y ahí llora conmigo, me permito compartir el dolor con ella, porque se que no me abandonará, se que aquí se va a quedar como siempre.

—Todo estará bien… todo será poco a poco como tú lo decidas.

—Gracias por estar conmigo.

Después de eso siento que el sueño me va venciendo poco a poco y lo pierdo.


[……]



—No grites, zorra. —Sus manos me tocan sin yo pedírselo.

—¡No, suéltame! —Grito suplico, mientras soy consciente de como hala de mi pantalón y otro desgraciado rompe mi blusa, se que son tres porque los ví acercarse.

—¿Te gusta esto, zorrita? —Su risa burlona me da pánico y me eriza la piel, estoy asustada. Sus manos me tocan a su antojo y no puedo dejar de pedirle a Dios que me salve de esto, pido que me estén buscando y entren a mi rescate. No quiero.

Siento como soy invadida por este imbécil y grito fuerte, pero el otro me tapa la boca, mientras que el tercero me toca los pechos a su antojo.

Ayúdenme, por favor.

.....

—Rachel, aquí estoy. —Abro los ojos de golpe al escuchar esa voz, y sollozo fuerte al ver a mi alrededor que todo esta en silencio. Solo fue una pesadilla me recuerdo.

—No puedo… —Me clavo fuerte las uñas en mis piernas, necesito un baño urgente.

Me levanto directo al baño, Gisselle me sigue y abre la regadera para mí… me meto sin importar mi ropa, y me siento en el piso del baño con el rostro entre mis piernas, duele mucho sentirse asi de rota.

Mi mejor amiga me da mi espacio y se sienta al otro lado, mientras lloro sintiéndome lo peor del mundo.

Me siento tan cansada.

—Ven… te ayudo. —Me levanto, y me envuelve en una toalla grande para cuidarme del frío que no sabía que tenía.

»¿Quieres un café? —Asiento. La veo salir y siento pánico de quedarme sola en esta habitación tan grande.

—No te vayas… por favor. —Suplico.

—Bien. Haré que lo traigan hasta aquí.

»Necesitas quitarte esa ropa mojada Rachel. Puedes enfermar. Me voy a voltear mientras te la quitas. —Y lo hace, me da mi espacio y lo hago lo más rápido que puedo, me da miedo que alguien entre y me vea así tan expuesta. Tomo un suéter, un mono y me tapo lo más que puedo, tengo mucho frío.

—Ya…

—Bien, voy por tu café que están tocando.

Veo como viene con dos tazas y toma asiento, le digo el paso.

—Gisselle, hay algo que quiero decirte.

—¿Qué pasa?

—Es de mi secuestro. —Ella se sienta derecha y me da toda su atención. Hace unos días dije que estaba lista para hablar, pero solo dije lo que me salió en ese momento, pero ahora, necesito liberarme de esto, porque siento que me asfixio con tanto.

—Se que no me dijiste todo, pero puedo esperar a que estés lista.

—¿Cómo murió tu papá?

—Lo asesinaron. ¿Por qué?

—Estoy muy segura que no está muerto. Escuché su voz cuando estaba secuestrada, y se que es él. Estoy segura que es él.

Caída ApasionadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora