7. No hacerlo sería inhumano.

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[A]

—¡Esquiva!—me indica Quirón a un lado mientras Percy me manda una estocada.

—¡Ataca!—al instante ejerzo presión sobre mi muñeca para atacar a Percy, pero él esquiva mi movimiento.

Después de varios intentos, suspiro frustrada.

—Esto no tiene sentido alguno; no puedo hacerlo.

—Aimee, sí puedes. Sé que mueres por patearme el trasero. Esfuérzate un poco más—me consuela Jackson con una sonrisa.

Me río sin ganas y volvemos al ataque. Después de unos largos minutos y un montón de palabras alentadoras de parte de Quirón, logro arrebatarle la espada a Percy. Alzo los brazos en señal de victoria y en seguida me apoyo con las manos en la rodilla, rogando por aire.

—Lo logré. Al fin...he...quitado...espada—hablo con la voz entrecortada, y Percy se ríe.

—Ve, pequeña guerrera. Tengo mi espada de nuevo aquí. Podría matarte sin problema alguno. Ahora mismo haces el mismo movimiento otras cincuenta veces. Andando.

Gruño levemente, quejándome.

—Espero patear tu trasero muy limpiamente después de esto, chico pez—murmuro, regresando a posición de batalla.

Sigo así todo el día; Annabeth me enseña griego por las mañanas, después mi clase de esgrima con Percy y por último aprendo un poco de armas con los chicos de Hefesto y Clarisse auxiliándome.

Como clase adicional, Jason y Thalia se turnan conmigo cada tarde a la orilla del lago; ahí tratamos de averiguar si tengo algún tipo de habilidad especial. Teletransportación, hablar con la arena, hacer que las palomitas se hagan sólo con acercarme, algo como eso.

—Es importante saber si tienes algún control sobre los vientos o los rayos; y sería más útil que también aprendieras a manejarlo—me dice Thalia cada vez que empezamos una de esas clases.

—Tranquila, a mí me costó mucho aprender controlar la levitación, pero créeme, resulta de mucha utilidad. ¿Sabes cuántas veces he salido de apuros gracias a eso?—Me consuela Jason al terminar, cuando nos damos cuenta de que no logro controlar nada.

Me siento totalmente agotada al final del día, así que me recuesto sobre la arena tibia de la orilla del lago mientras observo la nada.

—¿Ahora te haces la reflexiva?—Doy un salto al oír la voz de Nico a mis espaldas. No me molesto en girarme a verlo; dejo que se recueste a mi lado para comenzar a hablar.

—¿Se supone que debo hablarte como si no me hubieses ignorado todo este tiempo?

—Vamos, Newman. Te he consentido bastante; ahora es toda mi atención, o te sientes ignorada—me responde con mofa.

Finjo una risa.

—Eres un asco ligando, Angelo—lo ataco para cambiar de tema. Él arruga la frente.

—Es di Angelo. Y no estoy tratando de ligar; hablábamos sobre ti extrañándome.

Resoplo con desdén.

—Ya quisieras que yo te extrañara; sólo me preocupan tus cambios drásticos de humor.

—Pero te preocupo—declara con una sonrisa presumida.

—No hacerlo sería inhumano—contesto demasiado rápido. Él se ríe abiertamente.

—Tranquílizate, Aimee. No le diré a nadie que andas colgadita por mí.

Hijo de Hades; Nico di Angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora