22. Tiempo para despedirse.

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[A]

Ya han pasado dos semanas desde el gran acontecimiento de nuestras vidas. Lidiar con la supuesta pérdida ha sido más fácil de lo imaginado. Hay todo un sistema que me funciona ahora.

Cambiar constantemente de actividades me hace bien, me ayuda a sobrellevar todo. Un día me salto la comida, otro día quizá entro al lago para nadar, para hacer nuevas amigas ahí. Después del entrenamiento las posibilidades siempre son variadas.

Mi equilibrado sistema, por desgracia, se derrumba cuando me dan la gran nueva noticia.

—Aimee, mañana—me dice Percy, el único con el que aún puedo hablar sin dudar en mi relación con Nico.

—¿Mañana, qué?

—Mañana vamos al Inframundo.

La mirada que me da es aprehensiva pero radiante. Quizá parece decepcionado cuando yo le cambio el tema.


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Estoy empacando cuando al fin noto la ansiedad que me recorre. ¿Por qué estoy nerviosa ante la idea de mirar a un desconocido? ¿Por qué destruir mi perfecta anti-rutina? ¿Por qué tratar de resucitar esta sensación de culpa?

Me duermo sin siquiera intentar responderme.

A la mañana siguiente partimos a la entrada al Inframundo, que se encuentra en Los Ángeles, y descendemos rápidamente. Presencio por primera vez el lugar más aterrador que he visto y veo mi reflejo en el alquitrán que está por todas partes.

Continuamos nuestro recorrido hasta la sala de tronos. Allí, resulta que el trono de en medio, el de casi tres metros, está ocupado.

Hades está vestido con una túnica de seda negra y una corona de oro trenzado. Tiene la piel de un blanco albino, el pelo por los hombros y negro azabache, igual que Nico. Noto que irradia poder y que es tan peligroso como una pantera. Él nos hace una seña, cortés pero inquietante. Avanzamos hasta sus pies y hasta entonces somos conscientes del pequeño trono de al lado. Es pequeño, a comparación del de Hades y Perséfone, pero notablemente gigantesco en comparación nuestra.

Hades lo nota y se ríe brevemente, con lo que nos hace saltar.

—¿Eso? Están frente al trono del Rey de los Fantasmas, su antiguo amigo y mi hijo, Nico di Angelo—nos aclara con voz gentil.

Nos sentimos extraños al instante.

—Señor Hades, le agradecemos haber respondido a nuestras oraciones... y le rogamos nos permita visitar a Nico, tan sólo para despedirnos—habla por fin Jason y le agradezco mentalmente por ser quien nos represente.

—Hijo de Júpiter—exclama Hades—tú y tus formalidades son excepcionales. Debido a tu actitud respetuosa, les concedo la petición. Son libres de visitar a Nico cuánto quieran—declara, casi amistoso. Lo miro sorprendida y él me devuelve la mirada junto a una pequeña sonrisa. Me sonrojo al pensar que se burla de mí.

—Padre, le ruego que no se lleve todo el crédito. Yo abogué también para que cambiaras de opinión. El exilio del mundo mortal eterno es sofocante—habla una voz a nuestras espaldas, una voz conocida, familiar. Me volteo rápidamente para ver la figura fantasmagórica de Nico.


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Hijo de Hades; Nico di Angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora