16. Las marionetas se besan.

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[A]

—Ni hablar—rezongo por décima vez. Los demás suspiran.

—Esto parece ya un romance dramático. Besénse y ya—dice Jason en medio de un bostezo.

—Yo tampoco estoy dispuesto a fingir con Aimee. Detesto a esta chica, ¿saben?—Habla Nico desde el fondo, aparentemente contemplando su espada.

—¿Me detestas? Casi me besaste.

Me arrepiento de decirlo en seguida. Todos los pares de ojos se fijan en mí, incluyendo a Thalia, que cuida bien de la puerta atrancada para que los soldados-que-nunca-mueren no entren al reducido espacio, donde nos encontramos junto a la Diosa del Amor.

—¿Que hizo qué?—Pregunta Annabeth, escéptica.

—Eh, Nico. Todo un don Juan, ¿eh?—Percy codea a Nico, burlón.

En ese momento interviene Afrodita.

—No puedo creer que no lo hayan notado. Ése fue mi momento de aparición. Fue el momento en que la chispa encendió del todo.

Todos en la habitación exhalamos aire, irritados. Ella nos mira mal.

—Ya decía yo que lo que sentía no parecía natural—Refunfuño.

—¡Lo acabas de aceptar! ¡Amas a Nico! Asunto resuelto, bésense—nos apremia Thalia, con un disgusto que me golpea de lleno en la cara. La veo enderezarse y cruzar los brazos, aparentemente indiferente.

Nico buscando su mirada no pasa desapercibido para mí.

—¿Pueden dejar de hablar como si no estuviera presente?—Resopla éste último. Noto el gesto de disculpa que le da a Thalia.

Tengo ganas de gritar a los demás: ¿ustedes no se dieron cuenta de lo que hay entre ellos?

—¿Estás... celosa?—Me dirijo a Thalia, ignorando a Nico.

—Esto se pondrá bueno—chilla Afrodita de fondo, entretenida.

—¿Celosa, yo?—Thalia parece tener problemas, pues una fuerte carga eléctrica se siente a su alrededor.

—Sí, tú.

—Oigan, chicas... será mejor que dejen de discutir de una vez por...—intenta Jason, pero es interrumpido.

—No estoy celosa. Es sólo que conozco a Nico mucho mejor que tú, desde hace tiempo... lo detesto, pero... pero me agrada. Es un estupendo chico, lleno de toda esa cosa oscura, pero haciéndose notar. Y no estoy dispuesta a dejarlo... en tus manos. No de esta manera—la voz de Thalia va descendiendo hasta desaparecer, y todos, incluyéndola, nos quedamos pasmados ante sus palabras.

—Thalia...—comienzo, vacilante.

—Cállate, Aimee. Haz lo que tienes que hacer y cállate—me corta con voz fría.

Todos me miran, expectantes, y un golpe en la puerta nos regresa a la escalofriante situación en la que estamos.

—Será mejor que se den prisa—murmura Percy.

Todos abandonan la habitación, enfrentándose con los guerreros fantasmales. Sólo quedamos Nico y yo.

 —Pueden ignorarme, en serio. Como si no estuviera aquí.

Y Afrodita, claro está. 


🍁🍁🍁


[N]

—Hola—escucho a mis espaldas. 

Hijo de Hades; Nico di Angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora