21. Dolorosa sucesión de recuerdos.

5K 402 5
                                    

 [A]

En mi sueño, lo recuerdo todo.

Recuerdo mi vista nublada por el dolor y la furia; mis manos temblando cuando llegó el momento de enfrentar a Eris; Percy haciendo explotar los almacenes de agua; el lugar oscuro y el creciente rencor. También recuerdo con cuánta rapidez y claridad oía los latidos de mi corazón. Recuerdo la mirada aterrada de Eris cuando los tres hijos del Gran Zeus se abalanzaron sobre ella y cuánto icor manó de sus heridas.

Lo último que recuerdo es el dolor en mis huesos por la fuerza que utilicé al apuñalarla con mi daga y la satisfacción con la que me dejé llevar por la inconsciencia.

Todo sucede una y otra vez como una película que se repite varias veces; el dolor, la angustia y el triunfo una y otra y otra vez.

Pero sobre todo, el dolor.


🍁🍁🍁


Cuando despierto me incorporo rápidamente. Logro calmarme en el preciso momento en que reconozco el lugar; estoy en la enfermería, dentro del Campamento Mestizo. Entonces un recuerdo fugaz asalta mi mente: Nico en una camilla similar conmigo preocupada, acosándole al extremo de casi coquetear.

Algo que reconozco como el dolor se expande en mi interior como si estuviera despertando de un gran letargo. Comienzo a mirar a mi alrededor, en busca del chico de ojos negro azabache.

La figura silenciosa de Thalia me detiene.

—Ya despertó la Bella Durmiente—su voz carece de maldad.

—Thalia—digo simplemente a modo de saludo.

Ella levanta su mano extendida y la agita, saludándome casi de manera burlona.

Toma asiento en la silla que está cerca de mi camilla. Su silencio me exaspera.

—¿Vas a contarme qué pasó, o tendré que suplicar?

Ella se ríe brevemente, aunque no hay nada de qué reírse.

—¿No soñaste, acaso? Creo que no hay mucho que decir. Ya lo sabes; vencimos a Eris, liberamos a Niké, cumplimos con la estúpida profecía y todos nos salvamos, a excepción de uno—habla con amargura.

—¿Entonces es cierto? ¿Nico... muerto?—Mi voz se quiebra cuando ella asiente enérgicamente, casi desafiante.

—Murió en una misión, del mismo modo que murió su hermana, Bianca.

La miro confundida. Ella rueda los ojos.

—Por todos los cielos, ni siquiera lo conocías.

—¿Qué quieres decir?

Ella inyecta su penetrante mirada en mí. Siento mi nuca hormiguear con un escalofrío.

—Digo—empieza, al borde de la histeria—que lo suyo fue un espejismo. Fue una táctica que utilizó Afrodita para salvarse; no es la primera vez que sucede. ¿O no te lo has preguntado, Aimee? No seas estúpida, todos lo sabemos, o lo sospechamos al menos. A Jason y Piper les hicieron lo mismo; los Dioses les inventaron un cuento de hadas y al final sólo tuvieron suerte de gustarse mutuamente—hace una pausa, casi como si pensase en lo que acaba de decir—. Tú no lo conocías ni él a ti. No se conocían, no se amaban. No empieces a fingir que te duele su partida y sólo... sigue con tu vida—concluye en el momento en que una solitaria lágrima desciende lentamente por su mejilla. Me quedo sin habla y escucho el barullo de mis demás amigos viniendo a mí.

Thalia se levanta bruscamente y pasa junto a ellos, chocando su hombro contra el de algunos. Jason la mira, preocupado, pero al final viene con los demás.

Todos me preguntan cómo estoy y me cuentan lo sucedido; los tres (Jason, Thalia y yo) caímos rendidos por el esfuerzo. Han pasado tres días y soy la última en despertar.

Todos evitamos el tema de Nico, hasta que es insoportable.

—¿Qué ha pasado con Nico?—Pregunto, interrumpiendo a Annabeth de tal modo que todos se sobresaltan.

—¿Respecto a qué?—Habla suavemente Percy.

—Su muerte. ¿Qué pasó con Hazel, me odia? ¿Y sus honores, lo han hecho como es debido? ¿Quién, si no está él? Quiero saberlo todo.

Jason suspira y comienza a hablar:

—Hicimos los honores; estuvieron a cargo de Hazel. Quemó su bandera y nos contó que su padre ha hecho ajustes para que él esté en su palacio, bajo sus órdenes, como hubiera querido—aguanto la respiración en este punto, pues noto una creciente esperanza dentro de mi ser. Jason lo nota, así que se apresura a aclarármelo—. Aimee, no podemos simplemente aparecer en el Inframundo. Aún siendo semidioses, nos es difícil salir.

Percy asiente tristemente.

—Estamos buscando la manera más rápida para visitarlo, pero simplemente no es momento de molestar a Hazel, por lo menos no aún.

—¿Por qué? ¿Porque me odia? —Hablo amargamente.

Annabeth bufa, irritada. Me encojo al descubrir que Thalia no ha sido la única a la que he sacado de quicio. Percy va tras su novia cuando ésta se aleja; le toma la mano y le habla en voz baja. Se me ocurre que a lo mejor le ruega no se impaciente demasiado rápido.

—Aimee, Hazel es incapaz de odiar. Ella sólo está sensible ante la muerte de su hermano. Por supuesto, no es el momento de exigir mejores tratos—me dice Jason dulcemente. Me aparto de él bruscamente.

—Pues entonces vayan ustedes. Hablen con él y díganle hola de mi parte—siseo, enfurruñada.

No sé porqué me enfado tanto, si sé que tiene absoluta razón.

Él suspira, rendido.

—No iremos sin ti, porque sabemos cuán especial eran uno para el otro. Sin embargo, debes esperar. ¿Podrás?

Pienso mi respuesta por un momento, hasta que decido que ser una malcriada egoísta es la peor idea.

—De acuerdo. Uh, gracias... por todo, y a todos—murmuro lentamente, incapaz de mirarlo a los ojos—. Pídele disculpas a Annie por mí. Si me permites, tengo que ir al baño.

Me levanto apresuradamente y salgo casi corriendo al baño. Cuando me encierro y me miro al espejo no estoy como me imagino; no estoy demacrada, hasta tengo un tono sonrosado en las mejillas, unas simples ojeras y los labios algo resecos. Me desconcierto ante mi vista y mi propio aspecto. Comienzo a reconsiderar lo que Thalia me ha dicho.

¿Y si es cierto? ¿Y si realmente lo mío con Nico fue mentira?

Cuando paso frente a la cabaña 13, ahora completamente deshabitada, ni siquiera me entero. 

Hijo de Hades; Nico di Angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora