𝙫𝙖𝙢𝙥𝙮𝙧𝙪𝙨; 𝙢𝙞𝙠𝙖𝙮𝙪𝙪

Capítulo 9

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Corrió sin parar esquivando cada árbol que se le cruzaba, su respiración agitada le avisaba que debía tomar una bocanada de aire para continuar con su corrida en busca de la cabaña y del rubio, esperanzado de encontrarlo ahí y no tener que lidiar con la ansiedad toda la noche sin poder pegar un ojo nuevamente solo por no haberlo encontrado hoy.
Finalmente pudo parar y tomar el oxígeno necesario para que su corazón volviera al ritmo que normalmente deberia estar. Esta cabaña estaba muy aislada de las carreteras, se preguntaba quien viviría tan alejado de las personas, pero sacudió su rostro negando sus pensamientos, no era momento para estar de curioso, primero tenía que encontrarlo a él.

Se adentro al lugar que en cualquier momento podría derrumbarse o acabaría de desplomarse si hubiera algúna anomalía natural que agitara la tierra. Miró a los lados en busca de alguna presencia, aunque estaba totalmente oscuro, su vista se había acostumbrado desde que se adentro a lo oscuro del bosque, trataba de no hacer ruido o pisar algo, después de lo que había escuchado por parte de su vecino mientras dormía no quería que huyera solo por su temor a herirlo.

Se dirigió a lo que parecía ser el comedor la última vez que estuvo ahí, entonces fue cuando pudo ver una sombra sentada en una de las sillas viejas que rodeaba la mesa dañada a causa de las permitas.

—Mikaela, ¿eres tu? —susurro, no tanto por miedo a que sea un ente maligno, si no porque tenía miedo de que este se fuera, sabiendo lo rápido que podía irse si quisiera.

Este se sobresalto desde su sitio, se veía que le estaba dando la espalda y pudo ver como su pie giraba en dirección contraria y agradecía a su materia de psicología, porque si no le ayudara esa clase justo ahora no se hubiera percatado que esté iba a huir y antes de que lo hiciera lo acorralo contra la mesa.

—¡No huyas! —esta vez habló más fuerte y lo que vio en repuesta a su reclamación fue la expresión irritable del oji-zafiro.
—No deberías estar aquí, ni si quiera deberías seguir insistiendo en acercarte a mi, ¿acaso no me tienes miedo después de saber lo que soy? Soy lo que ustedes han temido hace muchos siglos atrás, podría hacerte daño —sus últimas palabras sonaron como si le doliera.

—¡Te escuché! —lo interrumpio—. Te escuché cuando te colaste a mí habitación y no temo de ti, yo solo veo a un chico que solo quiere tener una vida normal.

—¡Pero-!

—¡También escuche que tenía la culpa de algo! Y lamento si te he perjudicado, si tienes que tomar de mi sangre, entonces te la daré.

Este abrió los ojos a no más poder ante su confesion ¿A caso este chico estaba loco? ¿No tenía sentido común por salir corriendo por su vida?

—¿Estas loco? Nunca he tomado sangre directamente de un humano, no sabría controlarme —lo miró suplicante.

—¿Que hay de aquella vez que tomaste de mi sangre en mi mano?

—Es diferente, de hecho no había tomado tu sangre, si bien estuvo en mis labios un corto tiempo, ¡pero no lo tomé! Sentía que si lo tomaba podría lastimarte o algo mucho peor en ese momento ¡Y yo no quiero convertirme en el monstruo que ustedes nos pintan! —unas lágrimas escaparon de sus lindos ojos zafiros —. Tengo miedo..

—¿Qué harás entonces? —este lo miró a los ojos, entendiendo a lo que se refería.
Bajo la cabeza pensando un momento sobre ello, pero a las finales no encontró nada negando con la cabeza—. No lo se...

—¿Por qué la sangre que tomabas ya no te son útiles? —preguntó, esperando que su repuesta le diera alguna solución que darle.
—Yo no lo se.. Simplemente no me sabe a nada, no me sacia, no se que me ha sucedido, pero en estos días no he estado en mis cabales, así que te pido porfavor que ya no te me acerques.