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—¡Oh, mierda!

Los soldado del Pie se encontraban frente la camioneta. Armados, comenzaron a disparar atravesando el parabrisas con sus balas.

—¡Vamos!

Ante las palabras de Raphael, Vern pasó por encima de los soldados cruzando otra de las entradas antes de dar marcha atrás.

Los soldados restantes continuaban disparando, entonces Raph atravesó la furgo como si fuera una fina capa de papel, dirigiéndose a los soldados y derribándolos sin problema.

—¡Seguidme!

Derribaba esos soldados con una fuerza inhumana, y yo, los remataba con el arma que él me había proporcionado.

—No está mal—sonreí girando la cadena sobre mi mano.

No éramos capaces de seguirle el paso, pero finalmente llegamos al laboratorio de la finca. Y Raph, enfrentándose a un robot samurái, se encontraba en apuros.

—¡Raphael!—gritó April llamando la atención del robot.

—Tú.

Me preparé para defender a mi prima a pesar de saber que no era rival para este.

—Céntrate en mí—Raph hizo que volviera su atención a él.

—Tres, cuatro tortugas en total—contó Vern—. Y una luchando contra un robot samurái. ¿Por qué no?

—¡April, necesitan adrenalina!—señalé el aparato principal que conectaba las jaulas de cristal.

Miraba la pelea con impotencia. Era incapaz de mover mi cuerpo para ayudarlo con el Triturador.
Estaba dispuesta a hacerlo si no fuera por Vern, quién me tomó del cuello de la camisa para echarme atrás.

—¿Estás loca? No puedes enfrentarte a eso.

—¡Lo va a matar si no hacemos nada!

—¡Si hacemos algo también nos matará a nosotros!—dijo en tono de padre.

—Chicos... Creo que debemos apartarnos.

Observamos tres jaulas en las que se encontraban los mutantes. Habían recibido una gran cantidad de adrenalina.
Los cristales se rompieron, atravesados por las tortugas.

—¡Qué bien me siento ahora! ¡Me pondría a correr!

—¡Y yo a limpiar el dojo! ¿Quién quiere limpiar el dojo? ¡Yo!

—¡Endorfinas!

—¡Hay que ir a por Raph!

Los hermanos, alterados en este momento por el exceso de hormonas en su cuerpo, saltaron desde la altura a la planta baja para ayudar a Raphael a incorporarse.

—¿Estás bien? ¿Estás muerto? ¿Estás bien?

—¡A la Torre Sacks!

—¡A Time Square!

—¡El Triturador infectará la ciudad!

—¡Con una toxina!

—¡Sacks venderá el antídoto!

—¡Hecho con nuestra sangre!

—¡Tenemos que irnos!

Miré a Raph desde arriba. Nuestras miradas se cruzaron y una sonrisa de alivio dirigida hacía él se dibujó en mi rostro.

—Hagámoslo por el sensei—colocó el palillo de dientes en su boca.

—¡Nos vamos!

—¡Calma todo el mundo! ¡Mirad lo calmado que estoy yo!—gritaba Mikey.

MI LUZ ENTRE LAS SOMBRAS || RAPHAEL X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora