17

3K 365 63
                                    

Me sobresalté al escuchar el tono de mi llamada en medio de mi hora de estudio, pero, cómo veía que Raph mantenía su insistencia a pesar de mis mensajes, decidí contestar la llamada.

—Raph—sonreí aún sabiendo que no podía verme—. ¿No has visto mis mensajes? Estoy estudiando. ¿Ha pasado algo grave?

—________—dijo con determinación —. Necesito hablar contigo. ¿Puedes quedar hoy a la misma hora en el parque? Justo en el puente.

—El parque...—miré a mi libro de texto concentrada en mis pensamientos—. ¿Qué sucede?

—Solo ve ahí, por favor.

Guardé silencio por uno momentos, sintiendo una inmensa curiosidad por lo que querría decirme.

—Bien—asentí—. A la misma hora—colgué al no recibir asentimiento.

Tenía tiempo, así que traté de concentrarme un poco para terminar de estudiar. Pero fue casi imposible.

Me levanté resignada para dirigirme al armario. Me prepararía con tiempo para no llegar tarde, y también para ir con antelación y poder distraerme de tanto misterio.

—¿________?

Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta principal me crucé con April.

—¿Dónde vas? Ya es un poco tarde—me miró con desaprobación.

—He quedado con Raph, tranquila. Además—me acerqué para mirarle con burla—. Ya no soy una adolescente descontrolada, y mucho menos una niña pequeña.

—Lo sé. Nunca creí escuchar esta frase.

—April—me acerqué más hasta apresarla en un fuerte abrazo—. Gracias por todo. Más que una amiga o una hermana... Tú has sido mi madre.

—________...—escuchaba cómo estaba a punto de llorar—. A tí también—acarició mi cabeza—. Gracias por todo.

Me despedí de April y me puse en marcha.















Me encontraba inquieta después de la llamada de Raph. Me había citado en un sitio inusual, además, se notaba demasiado nervioso tras la otra línea.

Empezaba a pensar si había hecho algo que podría haberle herido o tal vez me había olvidado de algo.

Me estaba desesperando, y lo único que podía hacer para relajarme era dar vueltas una y otra vez por el puente del parque.

—_________.

Me encontraba tan concentrada en mis pensamientos que no noté la repentina presencia de Raph, por lo que me sobresalté.

—¿Te encuentras bien?

—¿Y tú?—pregunté preocupada.

—Tranquila—trató de sonreír, pero seguía notando sus nervios—. Necesitaba hablar contigo.

La frase que toda pareja teme.

—Raphael...—sentí mis ojos humedecerse.

Agaché la cabeza. Estaba asustada, tal vez ahora comprendía la razón por la que actuaba tan distante está semana. A penas venía a verme y cuando le pedía salir solo me evitaba con excusas evidentes.

Me limité a respirar hondo y escuchar. Necesitaba una explicación.

—Oye—se acercó un poco más—. ________, ¿estás llorando?

Fruncí el ceño y apreté la mandíbula tratando de retener las lágrimas.

—_________, mírame—levantó mi cara delicadamente con sus manos.

—¿Me vas a dejar?

Abrió sus ojos con total sorpresa, como si acabara de descubrir sus intenciones, entonces, se alejó de mí y empezó a reírse mientras que yo lo miraba desconcertada.

—¿Dejarte? No puede ser—volió a acercarse, esta vez mirándome con ternura—. ¿Cómo puedes pensar algo así? ¡No puedes estar hablando en serio!

—Entonces...

—________...—sus nervios volvían a invadirle—. Te he citado aquí porque... Bueno, ya llevamos más de cinco años juntos—me miró arrepentido—. Sé que no he estado muy presente estos días, pero no quiero que pienses que has hecho nada malo. Es solo que...tenía que prepararme para hacer esto.

Se inclinó al suelo para apollar una rodilla en este y levantar la otra. Mirándome desde abajo, tomó aire, rebuscando entre la poca ropa que llevaba.

—Raph...

—_________, quiero compartir mi vida contigo—sacó la pequeña caja de terciopelo para abrirla con cuidado, dejando a la vista un hermoso anillo—. Dios mío, estoy demasiado nervioso—dijo con la voz temblorosa en un intento de susurro—. ________ Walker. ¿Me concederías el honor de compartir mi vida contigo?

—Raphael—no pude retener las lágrimas, pero esta vez de felicidad.

No pude evitarlo y casi sin pensarlo salté a sus brazos.

—Siento tanto la confusión... ¡Por supuesto que quiero estar contigo! Esta vida, y todas las demás—levanté la cabeza para mirarle a los ojos—. Te quiero, Raphael.

Me incliné y le besé. Fue un beso lleno de felicidad que él correspondió de inmediato.

—Gracias—me dedicó una amplia sonrisa—. Gracias por no alejarte. Sé que soy complicado, ________. Pero tú has sabido sacar lo mejor de mí. Gracias por aceptarme y hacerme feliz. Te amo.

MI LUZ ENTRE LAS SOMBRAS || RAPHAEL X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora