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Era inútil. Por mucho que me esforzara en tratar de arreglar las cosas con Raphael, él siempre me ignoraba o huía sin más, sin dirigirme la palabra, y mucho menos una mirada.

—Ha malinterpretado las cosas, April—dije con lágrimas en los ojos—. Yo... ¿A caso he hecho mal en invitar a Ethan a casa?

—No, _______. Raphael también debe aprender a pensar con la cabeza fría. No te culpes de esa manera.

Solté un suspiro entrecortado, mirando el suelo, tratando de pensar en cómo solucionar esta situación.

—Esto no puede acabar así, maldición—me levanté bruscamente de la silla.

—¿Adónde vas?

—¡No me importa que se esconda de mí!—grité enfurecida—. Si no quiere volver a verme...—tomé mi chaqueta antes de abrir la puerta de la entrada— ¡Entonces que me diga a la cara que ya no quiere estar conmigo!

Di un portazo, descargando parte de mi estado de ánimo en la acción.

No podía aguantar más este sentimiento tan desagradable, así que debía hablar las cosas directamente con Raphael, costase lo que me costase.

Lo único que pasaba por mi cabeza en estos momentos eran todos los recuerdos que había guardado con él. Buenos y malos.

Nuestro primer encuentro no resultó muy convencional y era como una especie de enfrentamiento constante y rivalidad, pero con el paso del tiempo un hermoso sentimiento comenzó a surgir inesperadamente.

Fue hermoso.

Siempre traté de ponerme en su lugar. Él puede sentirse agobiado por cargar con el peso de ser uno de los justicieros entre las sombras, aunque también pueda vagar a sus anchas por la ciudad. Es como su mundo, un mundo que no he conocido en profundidad.

Por otra parte me gustaría que confiara más en mí, en todo lo que digo y hago para demostrarle que me importa de verdad y lo quiero a mi lado.

Y, a decir verdad, yo jamás pretendí ocultar nada. No veía el verdadero problema, porque comprendía su molestia, pero él había ido demasiado lejos.

Estaba a punto de bajar por el alcantarillado cuando escuché unos pasos acercarse, haciendo que girase mi cabeza violentamente.

—¿Quién anda ahí?—pregunté alerta.

—Vaya, nos has pillado.

Un grupo de hombres se dio a ver a la luz, siendo liderados por otro que levantaba las manos en señal de rendición.

Moví mis ojos entre los integrantes, contando cinco en total, incorporándome correctamente y preparada para tomar una postura de ataque.

—Tranquila, señorita—habló con un tono escalofriante—. Solo venimos a divertirnos un rato. Nos hemos perdido—metió las manos en sus bolsillos—. ¿Te importaría acompañarnos?

Ahora me había metido en un buen lío, y todavía pensaba en una sola cosa.
Lo único que quería era tener un poco de tiempo con él para poder explicarlo todo.

—Hermano, ¿no crees que te has pasado un poquito?

—No te metas en esto—advirtió.

—Oh, vamos—abrió sus brazos en señal de rendición—. ¿Crees que ella invitaría a un chico a su casa con otras intenciones sabiendo que puedes llegar en cualquier momento?

—He dicho...—dio un fuerte empujón al menor—. ¡Que no te metas, Mikey!

Fue un grito casi ahogado, enfurecido, desesperante. El menor se dio cuenta de ello enseguida contemplando los ojos llorosos de su hermano.

—Raph...

—Déjame en paz—suspiró con rendición, dejándose caer en el suelo para apoyarse en la pared.

Frunció los labios con desaprobación, caminando hasta el mutante para sentarse a su lado.

—Ese amigo suyo...—decidió hablar con tranquilidad—. Es una persona—apretó los puños—. Alguien normal.

Ahora comprendía, en parte, su forma de actuar. Él estaba inseguro, celoso por el chico al no poder ser como él y darle una mejor vida a su pareja.

Mikey suspiró con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Alguna vez... ¿Te has preguntado por qué ella te ha elegido entre tantos? Ella. Precisamente ella—soltó una risita irónica—. Podría estar con cualquiera pero está contigo. ¿Por qué crees eso, Raph?

Los recuerdos volvieron a su cabeza llena de pensamientos negativos.

La vez en la que confesaron sus sentimientos en frente de su familia buscando, en cierto modo, la aprobación de cada uno.

—¡Entonces yo también te elijo como mi compañero de vida!

Cuando le hace bromas pesadas para molestarlo y sacar a la luz cualidades que adora de él.

—Raphael... ¡Eres tan lindo! ¡También eres lindo cuando te pones nervioso!

Las veces que admite el carácter acorazado que tiene con los demás.

—¡Pero ya ves lo mucho que te adoro!

Cada vez que le abre sus sentimientos a pesar de costarle un gran esfuerzo, esfuerzo que valora con lo mejor de ella.

—Tú también me gustas, Raphael.

Esa noche en la que le pidió matrimonio, queriendo pasar con ella el resto de sus vidas.

—¡Por supuesto que quiero estar contigo! Esta vida, y todas las demás.

Ahora lo entendía.

No le importaba en absoluto su aspecto, no le importaba recibirlo en su casa todas las noches a escondidas. Porque eso es lo que le permitía verlo a él. Eso es lo que ella quería: estar con él.

Tanto tiempo escondiéndose en una alcantarilla, sin pensar tan siquiera en la posibilidad de amar.

Ella fue quien lo ayudó a ver el mundo de otra forma. Un mundo nuevo, lleno de esperanza por construir una vida tranquila y soñada.

Te quiero, Raphael.

Ella era su luz entre las sombras.

MI LUZ ENTRE LAS SOMBRAS || RAPHAEL X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora