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Su cuerpo estaba temblando, lo pude notar en cuanto la bajé de mis brazos.

—Hay que encontrar los ascensores y subir a la azotea—ordenó Leo, como siempre—. Vosotros os quedáis aquí.

—Oye.

—¿Hm?

La miré desde arriba, era algo pequeña pero podía escucharla perfectamente cuando susurraba.

—¿Puedo ir con vosotros?

—Ni hablar. Harás que nos maten.

—Comprendo...

Desviaba sus ojos hacia otro lado. Ya no me dirigía la mirada tan firme de antes.

—Lo mejor que puedes hacer en estos momentos—le di un suave empujón—es mantenerte con vida.

—¿Crees que no sirvo para luchar? Me entrené muy duro, pero... Ahora veo que no tomaba mis perspectivas de la posición correcta: la realidad. Tal vez me falta fuerza.

—Te equivocas—sus ojos volvían a mirarme, ahora llenos de inseguridad—. Te falta confianza. Tienes la capacidad y la motivación de proteger a los que de verdad te importan. Ahora necesitas darte cuenta de que eres capaz de ello y no dudar de tí.

—Raphael...

—¡Raph!—Leo me llamaba—. ¡Vamos!

Definitivamente un lado patético de mí. Tal vez había sido demasiado sentimental, y eso me producía un sentimiento extraño.

—¿Te has puesto de sentimental con ______?—comentó Mikey—. ¡Parece que se aproxima una tormenta de amor!

—¡Cállate, Mikey!

————————————————

Llegamos hasta la planta del laboratorio de extracciones en donde Sacks se encontraba convirtiendo el mutágeno de la sangre extraía de las tortugas.

—Vamos—susurró Vern.

Un par de disparos resonaron en la sala. Nos había visto venir, así que nos agachamos para cubrirnos con una de las mesas del laboratorio.

—En serio...—rió—. Vosotros sois adorables, en serio. Dan ganas de pellizcaros.

Vern se asomó por la encimera y Sacks disparó sin dudar. Definitivamente estábamos tratando con un demente sin uso de razón.

—Entiendo lo de la muerte de tu padre. Pero no vas a detenerme.

Señalé a April uno de los botones de emergencia que tenía sobre él las letras de uso en caso de incendio.

—Aquí se repite la historia—continuaba parloteando—. Tu padre también me pilló por sorpresa, April. Pero usé menos balas para matarlo.

—Usted mató a mi padre...

Se dirigía hacia nosotros lentamente, podía verlo a través del cristal.

—¡O'Neil!

—¡April, ahora!

Salí por encima de la mesa, deslizándome sobre la encimera justo cuando Vern creó la distracción perfecta para que April pulsara el botón.

Hice uso de mi arma de cadena, rodeando los pies de Sacks y haciéndole caer al suelo, justo cuando Vern le golpeó en la cabeza con un telescopio.
Desgraciadamente reaccionó y disparó a mi amigo antes de caer inconsciente.

—¡Vern!

—¿Estás bien?—April se acercó con preocupación.

Tenía un disparo en el hombro, pero no parecía nada lo suficientemente grave como para preocuparse demasiado en estos momentos.

—Id a pedir ayuda y llevaros el mutágeno.

Tomé la única cápsula de la sustancia que quedaba.

—¡______!—pronució April con miedo en su voz.

—Tranquila—me detuve—. Estaré bien—sonreí antes de marcharme hacia los ascensores.

Llegué a la azotea y analicé la situación rápidamente. Los cuatro hermanos sostenían la gran antena mientras que el Triturador los golpeaba para torturarlos.

—¡Triturador!—levanté la cápsula haciendo que pusiera su atención en mí.

—Niñata—maldijo al verme con el mutágeno entre las manos.

—¡Esto es todo lo que queda! ¡Ven a por él, desgraciado!

—Eso me pertenece—se acercaba a mí con paso amenazante.

Los metales que estructuraban la gran antena formaron un rechinar agudo. Miré hacia arriba, viendo cómo caía en mi dirección, entonces, el Triturador se echó sobre mí.

La aguja impactó en uno de los edificios frente a la torre. Caí al vacío, pero conseguí sostenerme de la estructura.

Vi cómo Raph saltaba del edificio sin pensarlo dos veces, a mi rescate.

—¡______!—escuché la voz de Leo—. ¡Vamos, chicos!

El resto del equipo fue detrás de Raphael, pero fue demasiado tarde cuando el Triturador lanzó una de sus hojas afiladas a mis manos. Solté la barra de metal y volvía a caer.

—¡______!

Raph volvió a saltar, esta vez al vacío junto a mí. Consiguió tomar mi mano con firmeza y sus ojos verdes me observaban desde arriba.

—Te tengo, Raph—Leo sostenía al nombrado seguido de sus otros dos hermanos—. ¡Aguanta, ______!

—Raphael...—pronuncié con miedo.

—No pienso soltarte.

El Triturador se disponía a volver al ataque lanzando otra de sus cuchillas hacia Mikey para hacernos caer a todos.

—¡Balancéame, Raph!

Asintió y, con ayuda del equipo, conseguí acercarme lo suficiente al Triturador para darle una patada y se soltara del barrote metálico.
El Triturador finalmente había sido vencido, pero ahora había que salir vivos de esta para contarlo.

Nos sujetamos de la estructura. Esta comenzó a caer poco a poco con nosotros tratando de mantenernos sujetos a ella.

—¡Chicos, creo que esto es el fin!

Caímos del edificio en el que nos encontrábamos hasta otro más bajo.

—¿Alguien tiene algo que decir?

Volvimos a caer.

—¿Donnie?

—¡Soy el que lame el glaseado de los bollos y los devuelve a la caja!

Otra vez.

—¡Yo no entendí nada del final de Perdidos!

—¿Raph?

—Yo solo...

Esta sería la última vez. Caeríamos y todo terminaría.

—Solo quiero que sepáis que lo siento mucho. Siento ser tan duro con vosotros. Cada vez que os he presionado, os he amenazado, os he gritado, os he llevado más allá del límite...

Todos teníamos nuestra atención puesta en él y en sus últimas palabras.

—...ha sido porque creo en vosotros. ¡En todos y cada uno! En vuestro temple, en vuestra inteligencia y en vuestro potencia—su voz parecía quebrarse—. Y cada vez que hablaba de marcharme de vuestro lado ¡fue porque tenía miedo! Creía que no era lo bastante bueno para seguir con vosotros, llamaros hermanos y deciros ¡que os quiero!

En poco tiempo, Raphael había conseguido abrir su corazón.

—¡Os quiero muchísimo, hermanos!

Un silencio mortal se creó entre nosotros. Los mutantes mantenían la gran aguja evitando que esta hiciera contacto directo con el suelo.

—¿Raph?—habló Donnie rompiendo el silencio—. Lo conseguimos.

—¿Estás llorando?—pregunté.

—No, idiota—bufó—. Se me ha metido polvo en los ojos.

Habíamos vencido. Ahora era cuestión de esperar qué nos deparía el futuro.

MI LUZ ENTRE LAS SOMBRAS || RAPHAEL X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora