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Saludos, mis personitas pervertidas
Me ha costado, mucho, pero finalmente les traigo el capítulo con detallitos, hecho con amor para vosotros, así que si NO TE GUSTA este tipo de CONTENIDO te invito a SALTAR EL CAPÍTULO
Espero que lo disfruten <3

Su cuerpo temblaba con los nervios a flor de piel al contemplar la desnudez de su pareja. Maldecía internamente lo hermosa que se veía de cualquier forma.
Soltó otro suspiro, dejó de intentar contenerlos al ser consciente de que era inevitable. Ella lo volvía loco.

—Raph...—pronunció en un suave gemido cerca de sus labios.

Sus ojos verdes se posaron sobre los de ella esperando a que continuara hablando.

—Te amo—dijo para bajar sus caderas.

—¡_______...!

Apretó su cintura, esa pequeña cintura que era capaz de envolver con sus manos. Quiso detenerla de inmediato al sentir la gran diferencia entre la punta de su miembro y la entrada de su pareja.

La miró suplicante, pero ella no se detuvo. Plantó un delicado beso en los labios del mutante, indicando que todo estaba bien y no tendría por qué preocuparse. Aquello lo relajó un poco, pero entró en pánico al escuchar los agudos gemidos adoloridos de la chica.

—Estoy bien...—afirmó al sentir cómo Raphael secaba sus lágrimas—. Solo...relájate. Duele un poco, pero todo está bien.

Respiró hondo, relajando sus músculos y el agarre sobre la cintura de su prometida.

Un poco más y consiguió introducir la mitad, deteniéndose al sentir su cuerpo vibrar de placer. Se dejó caer sobre el pecho del mutante, fundiendo sus labios con los suyos y comenzando con movimientos circulares para tratar de adaptar sus paredes al tamaño del contrario.

—Joder, Raphael—gimió.

Los instintos del nombrado se activaron al escuchar su nombre de esa forma, maldiciéndolo y sintiendo que le mandaban a la mierda.

En un principio dejaba que la chica tomara el control para que le resultara más cómodo, podría ir a su ritmo y moverse a su antojo. Ahora agradecía haber tomado esa decisión. Lo tenía claro, y es que, cuando se enamoró de ella, supo fijarse en su carácter inquebrantable. Ahora que se encontraban es esta situación, veía esa fortaleza como algo que conseguía estimularlo.

Quería que ella volviera a gemir su nombre junto con cualquier maldición que se le ocurriese. Y por eso, a pesar de no haber sido consciente de ello, la dejó estar, invitándola a controlarlo por completo. Y ella accedió gustosa.

Jadeaba sin control, sintiendo cómo podía llegar al orgasmo con tan solo tenerlo dentro de ella, sin moverse ni un milímetro.
Respiró hondo, lista para levantar sus caderas y dejarse caer nuevamente para autopenetrarse.

Su interior recibía al mutante con ansias, cediendo ante el gran tamaño y lubricando su entrada para hacer más fácil el acto sexual.

Sentía que se volvería loca, no por estar teniendo sexo con una tortuga mutante, sino por la increíble estimulación que estaba teniendo en estos momentos. Su cabeza era un desastre y no era capaz de pensar con claridad, solo quería más.

Las penetraciones, controladas por la chica, eran cada vez más profundas y contantes, haciendo a Raphael soltar maldiciones y sujetar sus caderas con fuerza pero la sutileza suficiente para no lastimarla.

Se sentía de maravilla. Amaba cómo sus paredes apresaban su hombría y la succionaban sin piedad, provocando tal estimulación que debía luchar por no correrse enseguida, iniciando una batalla con su prometida por ver quién aguantaba más conteniendo esas ganas de tocar el cielo.

—Eso es...—se ánimo a hablar, arrepintiéndose en el instante que escuchó su voz temblar por la increíble estimulación—. Muévete, pequeña—jadeó, soltando una sonrisa al sentir cómo tembló el cuerpo de la chica por el apretón en su cintura.

—Raphael...—suspiró con el aliento golpeando sus labios—. ¡Joder...!—clavó sus uñas el las sábanas bajo el mutante—. ¡Mierda!

Chilló al sentir la punta golpear su zona sensible. Chocó con un muro de estimulación, y eso le encantó, así que se movió con más entusiasmo, dejándose caer con más fuerza para buscar que la punta llegara más allá, haciéndola perder la cabeza por completo.

—¡Maldita sea, Raphael!—gritó con la energía por las nubes, consiguiendo una buena reacción del contrario.

Las manos en su cintura ejercieron más presión y, levantándola casi sin ningún esfuerzo, decidió tomar el control, moviendo el delicado cuerpo de su chica casi a su antojo, penetrándola con fuerza al ver que ella pedía por más.

Gritaba, cegada de placer al sentirse cerca del éxtasis y a punto de tener el mayor de los orgasmos. Raphael no se quedaba atrás, estaba deseando liberarlo todo en cuanto ella cediera ante él.

—¡Vamos, ______...!—suplicó al sentir que no podría aguantar más.

Nadie resultó vencedor.

Su cuerpo cansado cayó cuidadosamente sobre el acorazado pecho del ninja, vibrando por la gran liberación y por tratar de regular su respiración agitada.

Raph, dejó caer sus brazos a sus costados, soltando la cintura de su pareja y tratando de coordinarse a la respiración de la chica.

De repente se sentían demasiado cansados y ambos decidieron cerrar los ojos sin decirse nada, únicamente perdiéndose en el latido del otro hasta quedar plácidamente dormidos.

A la mañana siguiente se escuchaban pasos por el piso de la femenina.

—¡______, he tenido que usar la llave de emergencia!—la puerta se abrió de golpe—. No contestabas mis llamadas, ¿sigues mal por lo de Raph...

No preguntó ni preguntaría nada la respecto cuando viera a la chica de nuevo, y despierta.

MI LUZ ENTRE LAS SOMBRAS || RAPHAEL X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora