Capítulo cuarto.

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Me encontraba ahora esperando el autobús, debía recorrer toda la ciudad si quería encontrar algo. De repente mi mirada se posó en una mujer mayor de posiblemente unos 50 años, con el cabello rubio pero con bastantes canas que reflejaban su edad. Vestida muy elegantemente, con un traje color turquesa y unos zapatos de tacón color negro, una mujer demasiado elegante como para viajar en el autobús, pensé. Esta mujer buscaba en su bolso, parecía buscar algo en concreto, y cuando se daba cuenta de que no lo hallaba, volvía a empezar, una, dos, tres veces y la mujer seguía buscando algo. De repente pareció rendirse y al hacerlo sus ojos se encontraron con los míos, empezó a acercarse a mi, por un minuto creí que me regañaria por haber estado observándola tan pacientemente.
-Hola, mi nombre es Charlotte Davies, pareces ser una muchacha de confianza, tengo un problema, y creo que tu podrías ayudarme.
-Hola, la ayudaré, si es algo que esté en mis manos.
-Por la mañana coloqué todo en mi bolso, como hago usualmente, pero por algún extraño motivo no encuentro mi billetera, quizá la olvidé en casa, necesito tomar el autobús para llegar al trabajo pero no tengo dinero, me siento avergonzada por pedirte ésto pero ¿Crees que puedas prestarme cinco dólares para llegar al trabajo, por favor? explicó la mujer.
-Le creo, no se preocupe tenga, estiré mi mano con el billete y le sonreí.
-Se lo agradezco Señorita ¿Cuál es su nombre?
-Traw, Traw Sanders, acabo de llegar de Hollart, no hace falta que me lo devuelva, dudo mucho que nos volvamos a ver, necesito encontrar trabajo lo antes posible y voy de un lado a otro.
-Creo que tengo una noticia que te alegrará el día, soy la dueña de una cafetería en el centro de la ciudad, y justamente necesitaba una mesera, el trabajo no es muy pesado y la paga es muy buena ¿Estás interesada?
No podía creerlo, me sentía tan feliz, sentí que en cualquier momento gritaria para que el mundo se enterase de que por fin encontré empleo.
-¡Por supuesto! -dije- lo antes posible, ¿Cuándo empiezo? ¿Dónde está la cafetería?
-Tranquila muchacha, el trabajo es tuyo-sonrió la mujer, al observar mi emoción por un simple puesto como mesera. ¿Estás de acuerdo en que vayamos juntas en el autobús y una vez ahí recibirás instrucciones de la gerente?
-Está bien, se lo agradezco no tiene idea de cuánto.
El autobús llegó, subimos, Charlotte era una mujer que tenía el don de la palabra, me habló acerca de su esposo Edward, de sus dos hijos, de lo complicado que era lidiar con la cafetería entre otras cosas, yo tan sólo asentía con cada palabra que la mujer me decía.
Cuando llegamos, me sorprendí al ver la cafetería, no era como las pequeñas cafeterías de Hollart, ésta aparede ser enorme, tenía una decoración tan elegante que debía dejar boquiabierto a cualquiera que la viese.
Entramos y nos recibió una muchacha más o menos de mi edad, tez clara, ojos azules y rubia, era bastante bonita, aunque demasiado común.
-Bienvenida señora Davies-musitó la jóven.
-Hola Casie, mira ella es Traw Sanders, desde hoy trabajará aquí con nosotros.
-Mucho gusto-dije algo nerviosa.
-Es un gusto Traw, mi nombre es Casie Handler, soy la gerente.
Luego de muchos formalismos, Casie me enseñó como tomar las órdenes de los clientes, cómo servir el café, etc. Era muy temprano aún, así que no abrían así que charlamos un rato con Casie.
-¿Y en dónde te estás quedando Traw? preguntó la rubia.
-Aún no lo se Casie, acabé de llegar a Londres hoy, ni siquiera lo recordé, ¿sabes de algun sitio bueno?
-Pues, vivo en un departamento, y hace algún tiempo estuve meditando acerca de tener una compañera, para no gastar tanto, ¿Te interesa?
Creo que mi suerte estaba cambiando, desde el primer momento en que llegué aquí, primero encontrarme con Charlotte y ahora con Casie, definitivamente era afortunada.
-Claro que si! tenía miedo de no encontrar donde quedarme y terminar durmiendo debajo de un puente, enserio gracias.
-De nada Traw, pero basta de plática, estamos a punto de abrir y tu debes ir a ponerte tu uniforme.
Entonces me cambié, y me coloqué aquel dichoso uniforme compuesto por una camisa blanca de cuello redondo, una falda negra hasta un poco más abajo de la rodilla que hacía juego con un lazo de color negro que debía ir en el cuello de mi camisa.
Y así mi primer día de trabajo había comenzado, básicamente el trabajo consistía en acercarme a la mesa, decir: 《Bienvenidos, ¿Qué desean pedir? 》 anotaba los pedidos en un bloc de notas y procedía a llevarlo a la cocina dónde lo preparaban, luego colocaban todo en una charola de plata muy bonita y yo la llevaba a la mesa, concluía con: 《Servido, buen provecho》Era algo cansado porque tenía que moverme de un lado a otro, todo el tiempo, y yo tenía algunos problemas lumbares.
De repente sucedió lo inimaginable, simplemente no podía creerlo.
Mientras estaba tomando la orden de una pareja que se encontraba en la cafetería, observé entrar al muchacho del tren, aquel hermoso ejemplar de tez de mármol y ojos profundamente negros. Volvía a pasar, se detuvo el tiempo y con detalle observé como se sentaba en una mesa, junto a la ventana y empezaba a ojear el menú, ¡Dios! era tan irreal, en verdad me asustaba la belleza humana, porque jamás en la historia había contemplado a alguien tan perfecto. Se me erizaban los vellos de los brazos, en pensar que yo tomaría su orden. 《¡Tranquilizate Traw! no lo mires a los ojos, no mires a esos bellos e hipnotizantes ojos..》
-Bu...bu....buenos días ¿Qué va a ordenar? -balbucee sintiéndome la mujer más idiota en la faz del planeta.
-Primer día ¿eh?-dijo con una sonrisa particularmente preciosa.
-Lo es, gr..gra...gracias por preguntar, usted enserio me pone nerviosa, podría por favor decirme que desea ordenar.
-Un café negro mediano y unas tostadas-dijo bastante serio, a diferencia de al comienzo cuando se encontraba muy sonriente.
-Enseguida-musite- llevé la orden a la cocina.
Mientras esperaba a que estuviera lista, meditaba acerca del placer que ofrecen unos bellos ojos en el rostro de tan hermoso jóven, me sentía ridícula al alabarlo de tal manera también me sentía estúpida porque frente a mi tenía a un claro ejemplo, de lo que puedo apreciar por horas pero que jamás tendré en mis manos, porque esa clase de chicos únicamente están hechos para chicas iguales a ellos, de seguro tenía una hermosa novia o probablemente un enorme club de fans. Sólo en un mundo alterno, el podría fijarse en mi, porque tanta era su seguridad, su arrogancia y su belleza, que hubiera sido capaz de intimidar al mismo "Dios".

Reencarnando a mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora