Capítulo Veintiuno.

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Tras recorrer todo el centro comercial, caí en cuenta de que era hora de regresar a casa, creo que muy en el fondo lo que quería era llegar al departamento para llamar a aquel hombre que trabajaba en la agencia, hasta aquel momento olvidaba, que por la noche hablaría por Skype con Sam, él me lo había prometido, si rompía su promesa, lo haría junto con mi corazón.
Quise regresar caminando, pues eso me daría tiempo para pensar que le diría a Joseph Frank, pero vaya, si todo se daba como yo esperaba y terminaba trabajando para aquella agencia, cuyo nombre aún desconocía, por motivos obvios debía renunciar al London's Coffee, eso implicaría abandonar el trabajo con Cassie y a la señora Charlotte, la cual me había tendido la mano cuando más lo necesité, pero de eso se trata la vida, de cambios. Mientras trabajé para la señora Charlotte lo hice muy bien, nunca tuvo ninguna queja sobre mi, me sentía muy agradecida con ella, pero no podía quedarme estancada en un trabajo de mesera por el resto de mi vida, aunque no lo pareciese o quizá no lo mostrara, tenía un montón de sueños, quería viajar, sentirme plena y a la vez encontrar el amor... uno puro, incondicional y que provocase dolor en cada partícula de mi ser, si, eso era lo que estaba buscando.
Caminé hasta que sin darme cuenta acabé en el mismo parque donde había visto a Isis, 《Me sentaré un momento, debo pensar bien las cosas.》pensé. Divisé entonces una banca de madera, algo dañada probablemente por los años y la lluvia, ésta se encontraba abajo de un gran roble con una hermosa corteza que de forma espiral adornaba el paisaje, miré al unísono colocando mis codos contra mis muslos y a su vez mis puños contra mi rostro, el cielo como habitualmente se encontraba gris y algo allí arriba retumbaba como si estuviese a punto de colapsar, lloveria pronto más sin embargo no quería moverme de aquel encantador y tétrico parque.
-¿Qué debo hacer? -pregunté a la nada y dejé escapar un suspiro.
-Quizá dejar de presionarte tanto. -respondió una melodiosa voz femenina que reconocería a kilómetros de distancia, se trataba de Isis.
Esa mujer era realmente bella, se encontraba apoyada contra la corteza del roble con los brazos cruzados, sus largos cabellos ondulados de color pelirrojo recorrían su busto y llegaban hasta su cintura, mientras que sus verdes y cristalinos ojos me miraban fijos, incluso las pecas que hacían una reunión en sus mejillas lucían encantadoras, me emocionaba pensar que en mi anterior vida fui tan guapa.
-¿Sueles atormentar a todas las personas en éste parque, Isis? -pregunté dejando escapar una pequeña risa ahogada, pues Isis siempre aparecía cuando todos mis sentimientos estaban revueltos.
-Suelo aparecer cuando me necesitas Traw, aparte de que he estado observándote todos éstos días, no podemos hacer mucho mientras Sam y Alec, estén fuera del país ¡¿Por qué demonios no te lo dijo!? -preguntó molesta.
-Dímelo a mi Isis, odio que no me lo haya dicho, pero... ¿no crees que si no me lo dijo es porque no siente algo fuerte por mi? es patético luchar por el amor de Sam, no tienes idea de todo lo que siento ahora mismo. Lo anhelo con lo más profundo de mi corazón, odio no ser correpondida y odio otorgarle el poder de hacerme daño pues él está totalmente consciente de que siempre lo recibiré cuando regrese, aunque se haya ido sin avisar, aún si a pasado un día, o diez años y eso es lo más frustrante. -Coloqué mis manos en mi rostro, en señal de derrota, pues aquel idiota estaba terminando conmigo.
-Te entiendo tan bien pequeña, pero créeme que si Sam te pusiera las cosas fáciles no lo quisieras de la manera que lo haces, quizá es un idiota, pero son almas gemelas, y eso cariño...es un lazo que jamás se podrá quebrantar. -dijo Isis, regalándome una sonrisa tranquilizadora.
《Tiene razón.》pensé, aunque Sam me evitara, aunque estuviera al otro lado del mundo ahora mismo y aún cuando no nos viéramos en un montón de tiempo, él era mi alma gemela, en algún momento terminaríamos juntos para bien, o para consumirnos en el mismo infierno.
-Cómo se nota que somos una sola, pues sabes lo que tienes que decir para darme esperanzas. -bromeé.
-Haha. -rió Isis. -Es cierto, pero dime ¿Qué piensas hacer con el agente de la agencia? -preguntó ella.
-No tengo la menor idea, quiero hacerlo ¿sabes? pero supongo que soy una gallina y tengo algo de miedo a que las cosas no resulten como yo quiero. -respondí de la manera más franca posible.
Isis suspiró.
-Lo entiendo completamente Traw, tienes miedo de no ser buena en ello, de las críticas pues estoy totalmente consciente de que te afectan demasiado o de simplemente no encajar en su mundo ¿Pero que más da? te diré algo y ese 'algo' lo aprendí por experiencia, oportunidades como esas no se dan en todas las personas, algunos encuentran dinero en la calle, otros ganan la lotería, a algunos no se les concede nada y a ti Traw se te da la exclusiva oportunidad de formar parte de un mundo, que puede cambiar el tuyo por completo, si yo fuese tú lo haría. Créeme cariño, no quieres volverte anciana, mirarte al espejo y darte cuenta que desperdiciaste toda tu vida, intentando ser común.
Aquellas palabras provocaron que algo de mi reviviera, como si todas aquellas metas y esperanzas que murieron hace años, volvieran a surgir pero ahora, con mayor intensidad.
《¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Hazlo!》gritaban las voces dentro de mi mente, claro que lo haría.
-¿Sabes qué? lo haré Isis, no sólo por mi sino por todo lo que amo. -le agradecí.
-Me alegro de escucharte decir eso, mañana regresaré pues debo hablarte de algo muy importante Traw, hasta entonces, cuídate. -se despidió, y su espectro poco a poco fue desapareciendo.
Emprendí el regreso a mi casa, no tardé mucho, aquel parque era mi favorito pues en el siempre terminaba ordenando mis ideas, aunque le debía gran parte del crédito a Isis.
Al llegar mamá y Cassie ya se encontraban dormidas, dormían muy temprano mientras yo era un ser nocturno, ésto gracias a que sufría de insomnio.
El momento había llegado, tras cambiarme encendí mi computadora pues moría de ganas de hablar con Sam, había tanto que quería preguntarle, tanto que quería decirle, pero la decepción cruzó mi alma cuando su ícono aún se mantenía desconectado ¿Es que acaso lo olvidó? ¿Cómo es que puedes olvidar de un día para otro a aquella persona con la que antes hablabas todo el tiempo? ésto me resultaba doloroso, ilógico, frustrante y molesto. Esperé y esperé, intentando hacer otras actividades para ocupar mi tiempo, como arreglar un poco mi habitación, cepillar mi cabello, mis dientes, doblar mi ropa y aún así tras 3 horas de larga espera, Sam jamás apareció. Al comienzo cuando pasaron 30 minutos de la hora acordada pensé que quizá aún estaba ocupado, mi esperanza aún se mantenía viva, a la hora y media, la esperanza seguía latente, pero a las tres horas tuve que hacerme a la idea de que Sam no estaba en línea, no hablaríamos pues probablemente tenía mejores cosas que hacer.
Maldito idiota, egoísta y egolatra que piensa que el mundo gira a su alrededor》 pensé.

Reencarnando a mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora