Capítulo Noveno.

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La señora Charlotte me había dado una semana de descanso mientras mi columna se recuperaba. Sin embago a pesar de que se suponía que en esa semana iba a relajarme, me tensione mucho más. El tiempo pasaba muy lento, era como si cada minuto durase una hora. Tomaba un libro, lo leía, me aburría, lo dejaba. Iba por algo de comer en la cocina, no había nada en el refrigerador, pues era viernes, y las compras se hacían el sábado, por motivos obvios, se había acabado la mayor parte de la comida. Entonces regresaba a mi mente... a su lugar privilegiado aquel hombre que si quisiese podría robarme el alma inmortal y apostarla en un juego de Poker. 《¿Qué estará haciendo Sam? ¿Y si conoce a alguien más?》un montón de estúpidas y patéticas preguntas amotinaban mi mente, era la mujer más insegura del planeta, y lo más tonto era que trataba de defender y apartar de los demás algo que ni siquiera me pertenecía. ¡Agh! envidiaba tanto a esas personas que podían convivir con él todos los días, porque casi no lo veía, y las veces que lo hacía la gran Traw Sanders decidía ser cortante o desmayarse. Me estaba empezando a aburrir de esa vida monótona, y me ahogaba pensando en que quería algo que cambiase mi existencia, algo que ponga fin a la normalidad, a la tranquilidad y al aburrimiento. Pero cada uno de éstos días en frente de la Tv, leyendo libros o buscando comida inexistente en el refrigerador, me habían demostrado que tenía que hacer algo, o pasaría el resto de mi vida esperanzada de algo que no sucedería.
El timbre sonó y me libró de mis lamentaciones. 《¿Quién podrá ser tan temprano?》me pregunté, pues apenas eran las 10 am, todos trabajan, bueno, todos excepto yo. Estaba asombrada, era Sam. Abrí despacio y sigilosamente la puerta, así poco a poco iba divisando su hermoso rostro, el cual ahora mismo mostraba esa perfecta y peculiar sonrisa que sólo él poseía.
-Hay un lugar que quiero mostrarte-me dijo en cuánto terminé de abrir de la puerta.
-¿Por qué asumes que no tengo planes?-pregunté, pues me molestaba sobremanera aquella seguridad que mostraba.
-Pues creo que asumo que no tienes planes, porque son las 10am y tú aún andas por tu departamento con pijama-empezó a reír y mi corazón comenzó a derretirse. 《¿Cómo negarme?》pensé.
-¿Qué quieres mostrarme exactamente?
-No hagas preguntas Traw, sólo ve a vestirte. Tocó por vez primera mi mano, de repente lo sentí...un frío que quemaba mi piel, como miles de agujas entrando en mi, sentía una enorme corriente eléctrica que chocaba entre nosotros, su piel era helada, pero tan suave que no quisieras que te suelte nunca. Simplemente me había tocado la mano, y me sentía en el cielo. 《Traw, eres patética》pensé, como siempre.
Me vestí rápidamente, con ropa y zapatos cómodos no pensaba vestirme ostentosamente, porque aún no me sentía del todo bien. Salí del departamento dejando una nota para Cassie, 《Salí a dar un paseo, estaba un poco aburrida, creo que me hará bien caminar un rato, no me tardo. Te quiero, Traw.》
Al bajar del edificio, a la calle, pude observar un auto extremadamente lujoso, de color plateado, era hermoso, creo que esos eran los lujos que podían permitirse los ricos, yo por el contrario había viajado toda mi vida en autobús.
El transcurso en el auto fue bastante tranquilo, ni Sam ni yo teníamos algo que decir, no había un silencio incómodo, más bien era un silencio ameno.
Entonces empezó mi tortura, algo en el paisaje me resultaba familiar, el follaje alrededor del mismo, lleno de musgo, un hermoso puente se encontraba de por medio y cuervos volaban alrededor del grisáceo y hermoso cielo. En éste puente hablé con la muchacha de mi sueño, yo ya había estado aquí antes ¿Qué demonios estaba pasando?
El auto frenó, Sam bajó y me abrió la puerta.
-Es hermoso ¿cierto?-preguntó Sam, aferrándose a la barandilla del puente.
-¿Por qué me trajiste aquí?-pregunté perturbada, ésto debía ser una pesadilla.
-Pues quería contarte quién soy Traw, quería que nos conociéramos a fondo, pues me interesa demasiado saber quién eres, y quizá de esa manera descifrar ¿Por qué no puedo sacarte de mi mente? Este puente es muy especial para mi, sólo hubo una persona antes que tú, a la cual se lo mostré, pero bueno, no creo estar listo para hablar de ello-dijo mirando al unísono, como aquella vez primera, cuando miraba del mismo modo por la ventanilla del tren.
Una gran sonrisa imperfecta se formó en mi rostro, pues jamás pensé que el "gran" Sam Williams diría que no puede sacarme de su mente.
-A veces quisiera que pudieras leer a través de mi, y te dieras cuenta de lo mucho que te necesito, a pesar de que no sé nada de ti, aún a pesar de que todos me dicen que me lastimarás, no puedo olvidarte.
Entiendo Sam, no voy a presionarte, hablarás de ello cuando estés completamente listo, ahora cuéntame de ti-dije, dejando liberar todas aquellas emociones que oprimian mi pecho.
Sam en ningún momento apartó la mirada de mi, sus ojos se volvieron brillantemente preciosos cuando le dije como me sentía, eran aquellos pequeños detalles, los que me daban esperanzas, 《¿Estaría mal si conservo un poco de ellas?》me pregunté.
-Pues no sé por donde comenzar Traw...fui un joven bastante problemático, siempre peleaba con mis padres a pesar de que me daban todo. Creo que era un chiquillo malcriado y caprichoso, cuando cumplí 17, tuve una pelea con mis padres, ni siquiera recuerdo porque sucedió, estaba muy molesto y me marché. Una mujer tiempo antes, me había ofrecido trabajar en una agencia de modelaje y acepté, pagaban muy bien y pude alquilar mi propio departamento. Hay algo que no se lo he dicho a nadie, y es que extraño mucho a mi familia ¿sabes? extraño la comida de mamá, y jugar con mi hermanito pequeño, supongo que esas decisiones estúpidas que tomé, me marcaron de por vida. Jamás regresaría a casa, pues soy muy orgulloso para hacerlo o quizá sólo tengo miedo de qué mis padres no me perdonen-su voz se quebró y pude divisar una lágrima recorrer su pálida mejilla, de pronto eran cientos de lágrimas las que caían.
Jamás en mi vida había sentido la necesidad de proteger a alguien, pues siempre esperé a que me protegieran, era tiempo de cambiar aquello. Estaba detrás de Sam, entrelacé mis brazos en su cintura, y hundí mi rostro en su espalda.
-Ya no estás sólo, no volverás a estarlo. Ya, ya, tranquilizate cariño-dije, y de pronto caí en cuenta de que lo había llamado "cariño" me arrepentí al segundo, pues tenía mucha vergüenza.
Pero de pronto, el se dió vuelta y me tomo por la cintura, hundiendo su rostro en mi hombro, cómo en son de agradecimiento. Su olor era delicioso, no tan concentrado, pero si lo suficiente para que yo lo notáse. Odiaba los abrazos pues nunca había abrazado a alguien sintiendo alguna emoción, pero ahora...ahora tenía al hombre de mi vida entre mis brazos, y quería sollozar, pues me aterraba la idea de tener que soltarlo.

Reencarnando a mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora