Capítulo Quince.

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A la mañana siguiente desperté sintiendo un fuerte olor a tocino, a delicioso tocino, aquello me recordaba a esos días cuando vivía en la casa de mis padres y mi madre me preparaba el desayuno.
De repente sentí como alguien tocaba a mi puerta e instintivamente respondí : 《Adelante》
-Cariño, he preparado el desayuno, tu favorito, vamos a desayunar, hoy iré a buscar trabajo, no pienso quedarme aquí como una inútil. -me informó mi madre, era la primera vez en más de diez años que volvía a ver aquel brillo en sus ojos, comenzaba a vivir y eso me alegraba demasiado.
-Huele delicioso mamá, gracias enserio, hace tiempo que no comía un desayuno decente. -Me reí y procedí a salir de la suave, caliente y reconfortante cama.
Cuando me dirigía a la cocina junto con mamá, me dí cuenta que Cass ya se encontraba en la mesa, desayunando, tenía un pequeño pedazo de tocino pegado en la mejilla, se veía muy graciosa, como una caníbal.
-Lo siento Traw me levanté temprano y tu mamá estaba preparando el desayuno, no quiso que se enfriara así que me hizo desayunar, y pues aquí estoy. -Sonrió y prosiguió con su desayuno.
-No es nada Cass, desayunare también, te recuerdo que debemos ir a la cafetería, por cierto tienes algo de tocino en la mejilla. -Señale su mejilla y empecé a reírme pues su expresión de sentirse avergonzada era muy graciosa.
Después de que desayunaramos, Cass y yo estábamos listas para ir al trabajo, mamá nos informó que pasaría toda la mañana buscando trabajo y nos buscaría en la cafetería para almorzar juntas, pude notar la emoción de Cass al tener una figura materna, me alegraba mucho por ella, y por mamá también.
Llegadas al trabajo Cass tomó su lugar en el mostrador mientras yo acomodaba las sillas y las mesas para que los clientes llegarán. Fue un día de trabajo lleno de todo tipo de clientes: viejecitos amables que me sonreían, mujeres de negocios atareadas y algo groseras, jóvenes de 17 u 18 años tratando de ligar con frases típicas de pubertos calenturientos. Ser una mesera implicaba tener una paciencia enorme, pues no tenías la potestad de ser grosera, decir lo que piensas o llegar con una cara larga, siempre debías ofrecer una sonrisa acompañada de amabilidad, a la gente. Observé a un muchacho que se encontraba sentado en una mesa esperando a que lo atendieran, no pude verlo bien pues estaba de espaldas, enseguida me encaminé para tomar su orden y me llevé una de las más increíbles sorpresas del mundo, era André, mi ex novio André.
Al encontrarnos cara a cara nos quedamos anonadados, mirándonos fijamente, por un momento pensé que mi mandíbula caería al piso, finalmente él rompió con el espantoso silencio.
-¡Traw! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has estado? Te ves muy bien. -dijo mirándome de pies a cabeza, analizandome.
-Estoy trabajando, me siento bien y gracias, ¿puedo tomar tu orden? -respondí totalmente cortante, pues no me gustaba recordar mi pasado.
-No tienes porque ser tan fría Traw ¿Acaso no recuerdas lo felices que fuimos? -Esbozó aquella sonrisa algo chueca, de la que alguna vez estuve enamorada.
-Mira, estoy trabajando, no quiero problemas con mi jefa, si deseas háblame luego ¿si? -respondí rápidamente para librarme de todo éste bochornoso asunto, posteriormente tomé su orden y desapareci.
Creo que para que se pueda comprender el odio que sentía hacia André era necesario volver el tiempo atrás. Exactamente hace 4 años.
Cuando asistía a mi último año de preparatoria fue cuando lo conocí, el pertenecía a un grupo de Electro-Dance, era el muchacho más popular de la preparatoria, pues a todos les parecía interesante y diferente, también me gustaba, pero la diferencia entre sus locas admiradoras y yo, era que jamás le dije a nadie acerca de los sentimientos que tenia hacia él, era algo así como un amor platónico. Recuerdo que asistía a todas sus presentaciones de baile, pero no gritaba locamente su nombre, simplemente lo miraba fijamente, cada movimiento que hacía parecía el de un Dios. Justamente fue en ese tiempo cuando tuve una de las peores peleas con mi padre, bueno no fue una pelea, tan sólo el golpeándome, porque no había permitido que golpee a mi madre. Tenía moretones en mis brazos, contusiones en las costillas, rasguños en las piernas, era el principal motivo para que siempre me cubriera con mucha ropa.
En fin, estaba harta de todo, tan sólo quería desaparecer, quería dejar de existir y de ésta manera poder volver a nacer siendo libre de golpes, constantes amenazas y humillaciones. Decidí suicidarme, iba a arrojarme de la azotea del edificio posterior de la preparatoria. Me posicioné sentándome en el barandal, pero no tenía el suficiente valor como para arrojarme, no quería imaginar a mi cráneo chocando contra el concreto y explosionando. Lloré muchísimo, aunque ese llanto no fue suficiente, alivió mis penas de una manera increíble, aunque mis pensamientos suicidas permanecían ahí. Fue entoces cuando vi a André, fumándose un cigarillo en la azotea, a unos metros de distancia de mi. Me observaba, inhalaba un poco de humo, volvía a verme, y exhalaba, cómo si se divirtiese con eso o no sabía que decir.
-El cielo está nublado creo que pronto habrá una tormenta. -dijo con tono serio, mirando fijamente al cielo, en verdad era un tipo muy especial.
-¡¿Qué tratas de decir con eso?! -le grité, pues en el fondo esperaba que mi crush, quisiera que salve mi vida.
-Pues que si decides arrojarte, y empieza a llover, toda tu sangre se esparcirá, dejando completamente ningún rastro ni prueba de tu muerte. Si me suicidara, quisiera que todos se enterasen ¿sabes? que armaran un enorme drama y se formen leyendas urbanas acerca de cómo morí. Tómalo así, si te suicidas hoy, hay un alto índice de probabilidades de que quedes en el olvido, ¿Por qué no bajas y me cuentas que sucede? -Concluyó André, a pesar de lo descabellado de su argumento, me había convencido en un 75%.
Baje de ahí, empezamos a hablar de todo, le conté de mis problemas y el me compadecia. Con el transcurso del tiempo, empezamos a hablar con mayor frecuencia, hasta que un día decidió pedirme que fuese su novia, en la fiesta de cumpleaños de un amigo suyo, yo acepté. Pero la relación era muy extraña y confusa, existían días en los que no me daba señales de vida, o cambiaba muy fácilmente de humor, con aquel complejo algo depresivo que tenía. Bueno poco a poco las cosas se iban enfriando, pero yo estaba muy enamorada de él, y no quería que las cosas terminen. Un día terminó conmigo, argumentando que la falta de tiempo era un problema, que no era yo sino él, pero después de unos días me enteré de que salía con una modelo, eso mandó mi autoestima al caño. Él había prometido cuidar de mi, jamás hacerme daño, sin embargo fue el primero en desecharme y clavarme un puñal por la espalda porque "no quería lastimarme". Terminé odiandolo muchísimo por todo lo que hizo, por ilusionarme y llevarme a miles de kilómetros de altura, para después dejarme caer precipitadamente, lo odiaba porque enserio me enamoré de él y sólo recibí mal agradecimiento.

Reencarnando a mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora