Cuando llegué a casa debía hablar con mi madre y con Cassie, tenía que contarles acerca de mi nuevo trabajo, de Joseph frank, de la fiesta de ésta noche...tenía que renunciar al café.
Giré la llave en la cerradura de la puerta, al abrirla me encontré con la mirada de Cassie y mi madre, las cuales se encontraban mirando la televisión.
-Hey! -les dije a ambas, sonriendoles.
-¿Dónde has estado? -preguntaron ambas al unísono.
-De eso justamente les voy a hablar, ¿pueden apagar un momento la televisión? -dije, mientras me sentaba en uno de los sillones, justo en frente de ellas.
-¿Qué sucede, cariño? -susurró mi madre, extendiendo su brazo protector.
Cassie sólo me miraba intrigada.
-Miren, un día mientras salí al centro comercial conocí a un hombre, Joseph Frank, trabaja en una agencia de modelos que se centra específicamente en cosméticos, me pilló tomando un capuccino y mencionó que le gustaba mi imagen, que concordaba con lo que su agencia estaba buscando, me dió su tarjeta diciéndome que lo llamara, si el trabajo me interesaba. Al comienzo no quería hacerlo, es decir me preguntaba cómo era posible que a alguien, le pareciese interesante mi imagen pero luego...-esbozé un suspiro. -Pero luego me dí cuenta de que necesito el trabajo, más que todo el dinero, así que hoy me reuní con los administrativos de la agencia, me explicaron lo que tengo que hacer, leí con detalles el contrato y finalmente acepté, miren. -les dije, sacando de mi bolso la copia del contrato.
Mi madre y Cassie tomaron el contrato en sus manos, boquiabiertas y pasando rápidamente las páginas del mismo.
-Ésto es increíble Trawsi -dijo mi madre, tomando mi mano, su semblante lleno de gozo y alegría me emocionó mucho más de lo que soy capaz de explicar.
-También lo creo Traw, aquellas oportunidades no se les presentan a todos, me siento orgullosa, mi amiga será modelo, pero...¿Y la cafetería?
-También pensé en eso Cass, debo renunciar... mañana hablaré con la señora Charlotte y presentaré mi renuncia. -respondí algo frustrada, pues el empleo en la cafetería me gustaba, pero no era algo que quisiese hacer por el resto de mi vida.
Cuando la conversación terminó, me dirigí a mi habitación, pronto vendrían de nuevo por mí para la fiesta, en eso mi madre tocó la puerta.
-¿Puedo pasar? -me preguntó.
-Claro mamá, pasa. -me senté en la cama, y le hice una seña para que ella también lo hiciera.
Por un instante mi madre sólo me observó, como si no tuviera las palabras correctas, o estuviera analizando qué decir.
-¿El dinero es el verdadero motivo para hacer esto cariño? -me dirigió una dulce mirada, pero a su vez pude darme cuenta de que sabía que no era esa la verdadera razón.
《La verdadera razón es Sam.》susurró mi despiadada mente.
-Pues en cierta parte si...-respondí.
-¿Y la otra parte es ese muchacho modelo?
-Es sólo que...que...quizá ésto me acerque más a Sam, aunque ya ha pasado un tiempo desde que nos hablamos, quizá me olvidó, pero sin embargo no puedo sacarlo de mi mente... es tan frustrante, de seguro él ni siquiera se acuerda de mi, no me quiero rendir, aún conservo esperanzas pero a la vez no quiero seguir martirizandome por su culpa ¿Qué harías en mi lugar, mamá? -le pregunté acercándome más a ella, y abranzandola como solía hacer de pequeña.
-Cuando era joven, pequeña, conocí a un muchacho llamado Zedrick, él era caballeroso, amable, muy bien parecido, inclusive venía de una familia muy rica. Empezó a pretenderme en el verano del 87, Ahh como olvidarlo. -suspiró. -Durante casi 6 meses esperaba afuera de mi casa, para acompañarme al instituto, siempre me traía regalos como: chocolates, flores, cartas de amor o libros. Pero creo que en cierto aspecto las mujeres tenemos un gran defecto, no nos gustan los hombres que están constantemente tras nosotras, por algún extraño motivo eso nos aburre y preferimos a los muchachos que ni siquiera nos voltean a ver. Es entonces cuando conocí a tu padre, seguro de sí mismo, con su complejo de superioridad, con su virilidad, me enamoré de su egocentrismo, inclusive de su frialdad, y hasta el momento no entiendo qué demonios tenía en la cabeza. Cuando Zedrick llamaba a casa, le decía a mi madre que inventara una excusa, como que estaba enferma, si él venía a buscarme con regalos yo lo rechazaba totalmente, llegó un momento en el que terminó cansandose de rogar, de mis desprecios, y renunció a mi. Tu padre me pidió matrimonio un año después y terminé aceptando pues estar con él, era el único modo de vida que yo conocía, pero después comenzó con su problema de alcoholismo, me golpeaba, lo hizo incluso cuando estaba embarazada de ti. Bueno, meses después de haberme casado, leí en el periódico que Zedrick Farehall heredó la firma de abogados de su familia, la cual era multimillonaria, y era considerado uno de los solteros más cotizados del momento. Me sentí tan miserable Traw...pues él en verdad me amaba, sin embargo yo escogí al ebrio de tu padre. Hasta el día de hoy me arrepiento de haberlo dejado ir e imagino lo diferente que hubieran sido las cosas, si hubiera tomado una mejor decisión. No quiero que te rindas Traw...no aún, no creo que Sam sea un posible alcohólico golpeador, por lo cual no te rindas aún, no quiero que termines preguntándote 《¿Qué hubiera sido si...?》Quizá Sam sea tu Zedrick, obviamente conserva siempre la dignidad, y tira la toalla, cuando la última gota de esperanza se haya secado, tienes mi apoyo ¿si? -Acarició suavemente mi cabello, mientras me abrazaba, empecé a llorar si darme cuenta, y mamá también lo hacía.
No recordaba la última vez en que mi madre y yo compartíamos un momento así, pero era maravilloso, ella tenía razón, no está mal si aún conservo algo de esperanzas.
Sonó el timbre, era el chofer, pues debía llevarme a la agencia para que me arreglen.
Me despedí de mamá, depositandole un dulce beso en la frente.
Finalmente volví a encontrarme con el chófer de hoy en la mañana, quien abrió la puerta y me permitió entrar.
Cuando llegué a la agencia, todo estaba hecho un caos, muchas chicas corrían sin saber que ponerse, etc etc. De pronto Joseph venía corriendo hacía mi.
-¡Traw! vamos, te llevaré a que te arreglen, demonos prisa, la fiesta empezará en dos horas.
Joseph me llevó a 'peinados y maquillaje' y se retiró, pues iba a buscar un vestido para mi, la muchacha que estaba a cargo de arreglarme era muy amable, y en ese momento, cómo nunca en la historia, me sentí como una diva, Sam hoy se daría cuenta de lo mucho que estaba perdiendo.
Cuando Carol (la asesora de imagen) terminó de arreglarme, no podía creer lo que veía en el espejo, mi cabello corto castaño lucia rebelde pero a la vez magnífico, mis ojos resaltaban mucho más con los tonos negros y grises que jugaban en mis párpados, me sentía...hermosa.
Entonces Joseph entró y quedó totalmente perplejo.
-Wow, ¡Traw luces fabulosa! serás el centro de atención ésta noche, te lo aseguro, por cierto mira tu vestido. -extendió sus manos, en donde sostenía un precioso vestido de encaje negro, era sencillo pero a la vez elegante. Luciría como un precioso cisne negro, que junto con mi piel blanca, resaltaria mucho más.
Luego de los arreglos, buscar el vestido y los zapatos, estaba lista para la fiesta, y para enamorar a Sam.
Cuando la fiesta comenzó, me colocaron en una de las elegantes mesas del salón junto a otras modelos y algunos hombres que parecían empresarios.
Joseph era el anfitrión, se encontraba en una plataforma con un micrófono entre sus manos.
-Bienvenidos a todos, el motivo de ésta exquisita velada, es el regreso de nuestro selecto grupo de modelos, tras un largo viaje por Sudamérica, recibamoslos con un fuerte aplauso. -estiró su brazo hacia una de las puertas laterales, y los modelos empezaron a salir.
Divisé a unas cuantas chicas, un grupo de muchachos, y lo encontré, Sam se encontraba ingresando a la sala, con un elegante y sexy traje de color negro, que resaltaba aún más aquella ceñida figura. Todo ese grupo tenía una mesa especial en el centro del aquella recepción.
Tras discursos del presidente y la vicepresidenta de la agencia, todos empezaron a bailar, algunos a charlar en las mesas, y yo me sentía algo inadaptada, pues no conocía a nadie, así que cometí un estúpido y fatal error...me dirigí al bar.
-Vodka. -le dije al bartender, sentándome en una de las sillas de aquella barra.
-Enseguida. -respondió éste.
Continuamente dirigía mi mirada a Sam, quien reía felizmente con un grupo de chicas que hicieron un círculo a su alrededor, pero había una en particular que iba de su brazo, se mostraba muy cercana a él, ella era alta, delgada, de cabello rubio muy largo y delicado, todo lo que yo quería ser, eso me provocó aún más envidia y celos. ¿Cómo pude creer que Sam alguna vez me tomaría en serio, cuando vivía rodeado de aquellas bellezas?
-Soy una perdedora. -susurré para mi, y me perdí en un mar de martinis, Vodkas, Whiskys y demás.
Después de beber tanto, el alcohol se hizo presente, mis movimientos eran torpes y mi falta de coordinación provocó que no pudiera ni pararme. Me sentía tonta, porque estaba sola, lucia fenomenal, pero estaba sola.
De repente, el sonido en el micrófono me petrificó.
-Es una noche muy especial, pues hoy también le damos la bienvenida a la muchacha, que será la modelo principal en nuestra nueva campaña de maquillaje, ¡recibamos con un fuerte aplauso a Traw Sanders! -dijo Joseph emocionado, buscandome con la mirada.
Estaba ebria, Sam se encontraba con una rubia hermosa, ya no había nada más que perder, subiría al escenario.
Con dificultad me pare del asiento del bar, y tambaleandome caminé hacía el escenario, tropecé varias veces en las escaleras, hasta que llegué y tomé el micrófono.
-¿Traw te encuentras bien? -preguntó Joseph en voz baja, dándose cuenta de mi deplorable estado.
-Estoy genial Joseph. -dije con el micrófono ya en mis manos, todo el salón posó su mirada en mi, y sólo me concentré en la mirada perpleja de Sam, quien al parecer no se esperaba que nos fuéramos a encontrar ésta noche.
-Hola a todos. -dije saludando torpemente al salón que me obsevaba perplejo -Mi nombre es Traw Sanders, y al parecer desde hoy soy parte de ésta agencia, pero no me siento nada bien. -dije casi sin poder pronunciar las palabras, estaba ebria, no sabía lo que decía. -No me siento nada bien pues traigo el corazón roto por culpa de un idiota que se encuentra aquí ahora mismo, ni siquiera se acercó a saludarme, señoras y señores, aquel elegante muchacho, junto a esa rubia, ¡él me está volviendo loca! -grité señalando a Sam con mi dedo índice. Sam me miró algo divertido, pero a la vez indignado. -¡¿Quién te entiende eh?! un día fingiendo extrañarme y haciéndome creer que te gustaba, y al siguiente dejándome sola con todo ésto que siento por ti. Es como si te hubieras empeñado en enamorarme, para luego empujarme tu mismo, al vacío, sé que no soy la mejor, ¡ESTOY TOTALMENTE COSCIENTE DE ELLO! -le grité aún más fuerte, para que entendiera todo el daño que me hizo, empecé a sollozar. -Sé que no soy la mejor oportunidad que tienes ¿de acuerdo? sé que hay un millón de chicas mucho mejores que yo detrás de ti , pero...pero....pude ofrecerte algo que en ésta decandente sociedad ya no existe y es...amor verdadero. ¡Tú, miserable canalla!, no tienes ni idea de cuánto reze cada día para volver a verte, para encontrar un mensaje tuyo en mi teléfono diciendo que me extrañas, pero cuando finalmente te encuentro, estás con aquella rubia perfecta que me hace entender que jamás podré tenerte, ésta noche me siento miserable porque no me correspondes como me lo merezco, sólo tengo una pregunta para ti, y es que... Si no me querías ¡¿Por qué me hiciste creer que lo hacías!?
Sam...-caí de rodillas al suelo. -Sam, por tu culpa he perdido el sentimiento que a todo humano no le puede faltar, el amor. Pues ahora no tengo ojos para nadie más, nadie me interesa o me preocupa de la manera que tú lo haces, no sé cómo puedes tener tu consciencia tranquila y despertar cada mañana sabiendo que estaba esperando a que me buscarás y no eras capaz ni de decirme que yo no te interesaba ¡cobarde! !Yo te odio! -terminé de decir todo aquello que me estaba torturando y entonces patéticamente salí corriendo del salón de recepciones, no creí que fuera capaz de decírselo todo en la cara, él debía odiarme ahora mismo.
Corrí, corrí y corrí, hasta llegar a una fuente de agua, que se encontraba abandonada, al igual que la calle, era algo obvio pues casi era media noche.
Me senté y cubrí mi rostro con mis manos, lloré como si no hubiese mañana, me sentía ridícula pues mientras yo me creaba falsas ilusiones con él, Sam salía con "la señorita perfección".
El inconfundible sonido de unos pasos dirigiéndose hacia mi, hicieron que me volteara, encontrándome con Sam, quién había corrido atrás de mi.
-Así que...¿me odias eh? -pronunció.
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Reencarnando a mi amor.
RomanceLuego de escapar de un infierno, Traw Sanders decide emprender un viaje incierto hacia Londres para empezar una nueva vida, ella tan sólo quería una vida normal. Pero la normalidad no es algo que la defina. Todo cambia, cuando llega Sam Williams qui...