Capítulo Veinticuatro.

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El aire helado azotaba sutilmente mis mejillas y mi cabello, al tiempo que frente a mi, contemplaba a la causa de todos mis males. No sabía que hacer, el alcohol aún corría por mi cuerpo, mis ojos, mi boca y toda yo en aquel momento se sentía torpe, además no tenía el valor de mirarlo a los ojos luego de haberle dicho, todo aquello.
-¿No dirás nada? -preguntó finalmente Sam, rompiendo con el silencio, pero no se veía molesto, su mirar únicamente reflejaba serenidad, incluso creo que todo aquello le causaba gracia, tan típico de él...no preocuparse por los sentimientos de los demás.
-¿No deberías estar divirtiéndote en la fiesta? -gruñi mirando las suelas de mis zapatos, preguntándome si alguna vez sería capaz de estar junto a Sam y no sentir aquella sensación de que se me congelaba la piel, él provocaba un entumecimiento en mi ser, y también en mi alma.
-El ambiente se arruinó luego de que todos se enteraron que soy un maldito imbécil. -me respondió a la vez que esbozó una sonrisa y desvío su mirada de mi, metió la mano en el bolsillo de su traje y sacó de el un cigarrillo, junto con un encendedor, lo encendió. -Para ser sincero, tu discurso hubiera sido excelente si no fuera por el hecho de que "La rubia perfecta" es mi hermana Traw. -sostuvo el cigarrillo entre sus dedos y empezó a reír a carcajadas.
Sentí enseguida como el rojo subía hacia mis mejillas y el ardor provocaba que me sintiera en el propio infierno, ¿Era su hermana? demonios, había cometido uno de los actos más estúpidos, aunque no todo fue un error, pues también le dejé en claro mis sentimientos.
-¿Sólo eso te importa? ¿No escuchaste el resto eh? no estás consciente del daño que me hiciste, haces como si no hubiese pasado nada. -le dije finalmente, antes ya le confesé bastante, ¿por qué no acabar con ésto de una buena vez?
-Escuché cada palabra, de hecho...-dijo mirando al cigarrillo. -De hecho creo que nunca le he prestado tanta atención a un discurso, como al tuyo. Traw no sé que sucede conmigo, es sólo que siempre he conseguido lo que quiero, creo que por eso no sé valorar lo que tengo. No sabía que era sentirse como un completo idiota, hasta que te paraste al frente de todos para decirlo, aunque eso no fue lo duro, lo peor fue cuando por fin conseguí ver a la chica de mis sueños, ella sale corriendo del salón y no pude explicarle lo que siento por ella, creo que pensé que estarías siempre para mi...es por eso que lo tomé a la ligera. Te eché mucho de menos, no sabes lo que es lidiar con chicas que sólo hablan de tacones y maquillaje, cuando salía con chicas como esas, te recordaba porque no había nadie como tú, creo que estoy totalmente jodido ¿sabes? pues me he enamorado de algo que se conservará intacto siempre, de ésto. -Tocó mi cabeza con su mano, y acarició mi cabello. -Me enamoré de tu mente Traw Sanders, sé que soy un imbécil ¿de acuerdo? salía con mujeres vacías, me acostaba con cualquier chica que me gustase aún sin saber nada de ella, cometí un millón de errores y mi alma está completamente envenenada. Por la noche cuando estoy solo, vienes a mi mente y lo único en lo que puedo pensar es en que no quiero lastirmarte, hay momentos en los que pienso que eres tan pura, que no serías capaz de estar con un monstruo como yo, no me alejé por gusto es sólo que no sabía como lidiar con ésto, quise huir nuevamente pero no puedo más porque te quiero más de lo crees, no pienso dejarte ir Traw, me haces bien, alguna vez lo dije y es mi promesa, más bien nuestra promesa: 《Juntos al asilo o al hospital psiquiátrico, tú decides.》Tengo una sorpresa para ti. -metió la mano en el bolsillo de su pantalón, y de el sacó lo que parecía una pequeña caja. La abrió, dentro un hermoso anillo se hallaba, con detalles tan pequeños y delicados que parecía fabricado por ángeles, era precioso. ¿Pero...por qué lo había traído ésta noche? ¿Cómo sabía que hoy me vería?
Sam tomó mi mano izquierda, y colocó despacio el anillo en mi dedo, no sabía que decir, ésto era inpensable.
-¿Crees que un anillo lo arreglará todo? sé que te irás de nuevo y no sé si ésta vez tenga las fuerzas necesarias para levantarme, si vuelves a dejarme. -Empecé a sollozar, nuestras manos estaban entrelazadas.
-No me iré Traw, no creo que el anillo arregle las cosas pero es algo que quería darte, pues nunca te he comprado nada. Esta vez no pienso irme, en primer lugar porque hoy me dí cuenta, que todo lo que necesito está en frente de mi, una ebria y preciosa mujer que me corta la respiración, provocandome taquicardia con sólo mirarme. Y en segundo lugar porque eres mi alma gemela Traw, no sé si exista eso realmente, pero si no eres mi alma gemela, nadie lo será...te...te quiero demasiado.
De pronto apretó mi cuerpo al suyo en un abrazo cálido, reconfortante y perfecto, no quería soltarlo y tampoco quería que me suelte, quería permanecer junto a Sam el resto de mi vida. Tomó mi barbilla y de pronto nuestros labios se juntaron por vez primera, parecían tener la imperiosa necesidad los unos de los otros, sentía la calidez de su beso apasionado pero lento a la vez...después de tantos sollozos, dolor y sufrimiento...aún así valió la pena la espera. Aún seguíamos abrazados, mirándonos a los ojos y sonriendo luego de que la falta de aire se hizo presente.
-Para darme aquel anillo justo hoy...tuviste que haber sabido que asistiría a la fiesta ¿Cómo lo supiste Sam? -pregunté, pues eso me creó una gran duda.
-¿Crees que Joseph llegó a ti por accidente? -sonrió mientras acariciaba mi mejilla.
-Detalles por favor.
-Cuando me fui, le pedí a Joseph que cuidara de ti, a escondidas obviamente, he estado pendiente de ti desde que viajé a Colombia, pero hay otra cosa que quiero darte, mira adentro del estuche de la caja. -me entregó la pequeña caja.
Al sacar el forro de esponja que se encontraba en el interior, encontré una diminuta nota que decía: 《Juntos a París.
-¿Es enserio? -pregunté consternada.
-Sé que dije: 《Juntos al asilo o al hospital psiquiátrico, tú decides.》pero en ésta ocasión, será: 《Juntos a París, no decides pues ya compré los boletos de avión
Cada día me sentía más jodida, pues lo quería más y más.
Tomé su mano y entrelazandola junto con la mía, dejando a la vista mi hermoso anillo, dije: Juntos a París ♡, nuestros labios volvieron a juntarse.

Reencarnando a mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora