09. Problemas y encuentros.

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"You are so weird..."

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Buscó algo útil entre todos los estantes en esa bodega denominada baño. Sacudió las cosas hasta que encontró un marcador, tomando su tiempo para escribir y no logrando evitar la sonrisa que se formó en sus labios.

Pero no duró demasiado, su sonrisa se desvaneció un poco al escuchar los quejidos de las personas del otro lado de la puerta, posándose una mueca en su rostro.

Permitiéndose bajar del pequeño banco de un salto y pasar sus manos por sus ojos para quitar cualquier resto de agua o lágrimas, sin olvidarse de tomar el cuaderno que había llevado todo este tiempo.

Y siendo inmediatamente empujado en el momento en el que abrió la puerta.

Suspiró un poco mientras caminaba entre todas las luces y personas ya alcoholizadas, y como si fuera una costumbre, chocando con alguien.

- Lo siento, yo no...

- ¿George? - fue interrumpido por el aparentemente desconocido, levantando su vista y mirando a quien menos quería.

Andy. Lograba recordar en la universidad, y cuántos problemas le había traído ese chico.

No solo a su confianza, si no también a su físico. Podía recordar cada vez en el que lo llamaba 'raro'. Y definitivamente no le hacía feliz.

- Uh, hola, Andy - sonrió para no ser grosero mientras veía la sonrisa altanera del chico. Siempre siendo la persona más 'atractiva' en la escuela, teniendo un bonito color azul grisáceo en sus ojos y un rubio claro en su cabello.

- ¡George! ¡Qué sorpresa verte aquí! O no mucha - rió, intentando rodear con un brazo al británico, quien al notarlo se alejó un poco, aún con una sonrisa nerviosa.

- Si, ya no es mi estilo común - tartamudeando un poco al hablar mientras miraba la salida que cada vez se veía más salvadora para él.

- Eso no lo creo, recuerdo que tú eras el que más-

- Andy, lo lamento demasiado pero de verdad tengo que irme - interrumpió de vuelta mientras evitaba más esa incómoda conversación, pero que al parecer, el chico de ojos azules disfrutaba.

- ¿Entonces para qué vienes a un club? - miró el reloj en su muñeca por un momento - Son las diez y media a penas, hay mucho más tiempo aquí.

- No, un amigo me está esperando ahora y va a pasar justo ahora por mí - y realmente no mentía, su primera acción sería llamar a Alex.

- Sigues siendo igual que siempre, Georgie.

- ¿Cómo...? - cuestionó, suspirando de fastidio un poco.

- Ya sabes... raro - y esa fue la señal perfecta para salir del lugar.

Ni siquiera preocupándose en una despedida, tomándolo como una perfecta excusa para salir.

Incluso cuando sintió que algo se cayó de su bolsillo no se detuvo.

Respirando por fin el aire frío de afuera, jamás había estado tan feliz de poder sentirlo.

Sacando su celular y buscando el contacto de Alex, esperando a que contestara.

- ¿George?

- Por favor, por favor, por favor, por favor; ven aquí - dijo rápidamente mientras sentía la sensación helada de la brisa correr por su cuerpo, mirando la nieve en el suelo que empezaba a derretirse.

- Estoy ahí en menos de cinco - escuchó antes de escuchar el sonido de que había colgado, suspirando de alivio un momento con su mirada en el piso de cemento.

- ¡George!

Frunció el ceño al pensar lo rápido que había llegado el mexicano, levantando su vista a la calle frente suyo y sin ningún rastro de un vehículo.

Hasta que volvió su vista detrás de su cuerpo, mirando nuevamente al rubio por el cual había salido de allí abajo.

- Sé que nunca nos llevamos bien pero ¿Por qué no corregirlo? - habló el de ojos claros con las manos en los bolsillos de sus pantalones de mezclilla, moviéndose un poco.

- Andy, entiende, por favor - casi rogó mientras jugaba con sus dedos, aunque mirando al chico.

- Entender ¿Qué? - dijo casi con burla mientras se acercaba a George, sabiendo que no podía retroceder pues estaba la calle.

- Tengo que irme y Alex está a punto de llegar... Hablando de él - sonrió con falsedad hacia el chico pero con alivio al ver el vehículo de su amigo, volviendo a dirigir su escasa atención al chico ojiazul - Nos vemos.

Casi tropezando al entrar y cerrar la puerta del coche mientras dejaba caer su peso en el respaldo del asiento.

- ¿Todo bien? - preguntó el mexicano al ver el apuro del de cabello oscuro para irse.

- Si, todo-

Se interrumpió a sí mismo al mirar el objeto en su mano; el cuaderno rojo.

- Nada, nada bien - se corrigió con sarcasmo mientras hundía su rostro en las palmas de sus manos, permitiéndose soltar un gemido de molestia.

- ¿Qué pasa? - cuestionó el chico al volante, aún con su mirada en el camino.

- No entregué el cuaderno - dijo casi audible al tener su rostro aún en sus manos.

- ¿Quieres que regresemos? Puedo-

- Vamos a casa, Alex.

Casi sentía que iba a llorar, le había fallado.

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Muchas actualizaciones constantes, ¿Va a llover? :o

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