15. Supuestos halagos.

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"Freak"

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- Rompemos cosas para sacar la tensión, destruir - dijo casi con burla mientras veía al británico alejarse.

¿Destruir? ¿¡Destruir!? Lo que iba a destruir era su cara.

'Dijiste que cuando llueve
intentas buscar el arcoiris.
Pero a veces, no hay arcoiris.
Así que, ¿Qué haces?
Te paras bajo la lluvia y gritas.'

Volteó su mirada la llamada 'break room', y estaba cumpliendo con lo que su nombre prometía. Pudo ver a las otras personas, destruyendo lo que habían creado con anterioridad, incluso allí estaba el que había hecho el supuesto premio Nobel con latas.

Incluso había a alguien partiendo una sandía con jugo de naranja en su interior...  Ni siquiera había visto eso.

Había pintura, mesas, bates, una... ¿Hacha? No estaba seguro de si eso era lo más seguro del mundo.

'Descarga los sentimientos
incómodos, el enojo, lo que
no te caracteriza, no te
escondas tras una sonrisa.
Suelta las emociones
negativas. Golpea algo con
ganas.'

Sintió la presencia alguien detrás suya, girando su mirada.

- Toma, creo que este servirá - le dijo con una sonrisa.

Eran unas tijeras para podar, pero triplicado en su tamaño, literalmente.

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- Oh, ¿La sesión de siempre? - dijo el guía detrás de él, girando su mirada para verlo. Sonrió con diversión.

- Hoy me siento bastante relajado - habló acomodando su cabello rubio, y en su otra mano, sosteniendo una cajita pequeña.

- Tu amiga es talentosa - sonrió, entregando el cuaderno rojo cereza - Es el primer títere que tenemos - admitió.

- ¡Fantástico! - rió - ¿Y el cadáver? - miró a la ventana con una sonrisa divertida.

Solo que no había ningún resto de tela.

'Lo siento chico del cuaderno. Me gusta buscar el arcoíris'

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Sentía el frío aire contra su rostro, dejando caer una de sus manos a sus bolsillos, mientras que con la otra cargaba el títere, pegándolo a su cuerpo.

Sintió algo que se enganchó a su pie derecho, mirando un bonito gatito de pelaje oscuro ronroneando a sus pies.

- Hola - dijo con voz infantil - ¿Cómo estás? - se agachó hasta estar a la altura del minino - Te ves muy feliz, ¿Eh? - acarició el lomo del animal.

Siempre había tenido una debilidad por los gatos, ¿Y cómo no? Son gatos.

Rió una última vez para después incorporarse de nuevo, mirando al felino también irse. Le murmuró un pequeño 'adiós' mientras le sonreía, que puede suponer que fue aceptado porque escuchó un maullido.

Ya se estaba levantando del piso, sacudiendo alguna suciedad que se hubiera adherido a su ropa.

- ¡George! - mierda, mierda, mierda.

- ¿Me estás acosando acaso? - levantó su mirada para ver al chico de ojos azules, suspirando pesadamente por ello - No, no lo harías... creo - se respondió a sí mismo - O bueno, no te conozco tanto, así que...

- Te busque en Instagram después de que te encontrara en el club - sonrió, dejando aturdido a George - Al parecer, tienes un bonito gusto por los gatos y he visto muchos por aquí, así que vengo aquí siempre esperando encontrarte.

Al parecer él no conocía la definición de acoso.

Y se lo hizo saber.

- De hecho, esa es la definición de acoso - frunció su ceño e hizo una mueca con sus labios, pudo ver como el otro hizo una 'o' con su boca - Deberías leer un diccionario.

- Como sea, pensé que tenías un gato, es raro que no tengas uno. ¿Vas acariciando gatos callejeros así como así?

- No cada gato que se atraviese, ¿Sabes? - bufó, inconscientemente apretando el títere de tela en sus brazos.

- Eso es algo raro - rió; el británico solo se reprimió de soltar un golpe en la cara del otro.

- ¿Viniste hasta aquí ha decirme lo raro que soy? Muy bien, ya entendí, soy raro - soltó un bufido mientras comenzaba a caminar, pero fue detenido por el rubio de ojos azules.

- ¡No! No es eso, espera - tocó su hombro, haciendo que el de cabellos oscuros de la vuelta casi obligado.

- ¿Qué?

- Me sentí en cierta parte mal por lo que sucedió en el club esa noche - explicó.

- Ah, sí; ese en donde me dijiste raro y intentaste besarme sin mi consentimiento - dijo de forma sarcástica - Y supongo que sí, así que está bien - intentó darle la razón con la esperanza de que lo dejara ir en paz; la compañía de él no era la más agradable.

- ¡No! Era como... un halago - corrigió mientras miraba al chico más bajo que él.

- ¿Un halago? - se burló.

- Sí, eso era: un halago. Siempre fuiste creativo en la universidad, eso me encanta, siempre te desenvolviste mejor que nadie, podría decir que estaba celoso.

- Tú, ¿Celoso de mí? - dijo con una mueca en su rostro.

¿Por qué estaría celoso de él? Él era el típico estereotipo de príncipe azul: con su cabello rubio, ojos azules, atractivo y con la piel blanquecina; teniendo a cada mujer que se le cruce en el camino dejando un rastro de baba por él.

Aunque era un tremendo imbécil.

- ¡Si! Quiero decir, mírate, eres lindo - sonrió, dejando que sus dientes blancos sean vistos - Tienes un títere y todo - rió señalando el peluche de tela.

El más bajo suspiró, pasando el mono de tela por debajo de su brazo. Por alguna extraña razón se sintió mal, pero a la vez no.

- ¿Cuándo fue la ultima vez que me hablaste? - preguntó, mirando como el rostro del otro caía de su expresión altanera y aparentemente feliz.

- ...Seguro fue antes de terminar la universidad - se encogió de hombros -  digamos que ocasioné algo y mi padre me envió a un internado.

- ¿El incendio? - cuestionó, aunque estaba seguro de que esa era la razón. Tampoco es que quisiera estar cerca de alguien que tenía indicios de piromanía.

- Supongo - lo decía tan tranquilo que casi podía dar miedo - ¿Por qué? ¿Te acuerdas?

Claro que recordaría la vez que lo rechazaron.

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