16. Poesía.

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¿Dad? Oh.

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- No, no lo recuerdo.

Intentó sonreír de la manera más convincente que pudiera para encubrir su gran mentira.

- ¿Qué harás más tarde? Hay un concurso de poesía aquí cerca - sonrió de una supuesta manera encantadora, que para George fue la sonrisa más estúpida que haya visto.

El rubio dijo algo sobre la burguesía, lo cual ignoró completamente. Apenas recordaba lo que desayunó ayer, no recordaría las clases de historia del primer grado de secundaria.

- Deberías venir - le sacó de sus pensamientos. Se supone que le conoció en la escuela, debía saber que su fuerte no era lenguaje.

Aunque no sonaba tan mal.

- ¿Tú vas a escuchar poesía? - inclinó su rostro, metiendo una de sus manos a el bolsillo de su chaqueta, aún sosteniendo el títere.

- Quiero tener la mente abierta, como tú - lo señaló. En ese momento no sabía a que se refería, podría estar hablando hasta de su preferencia y él ni en cuenta - A algunos cuesta más cuando no nos sale, pero se puede hacer el intento.

Frunció su ceño, negando que su cabeza cediera a su petición. Aún tenía un presentimiento de que eso no iba a salir bien.

- Eres autentico, George. Siempre lo has sido - sonrió - Así que acostumbrate, porque la gente lo nota.

¿Le estaba ligando acaso?

Pudo ver como jugueteó con una pulsera en su muñeca; Oh, Dios.

Recuerda que se la dió hace años, parecía simplemente por las bromas pero realmente sí tenía un trasfondo: su ligero enamoramiento.

Antes de pudiera hablar o verla mejor, el de ojos azules ya se había ido.

Dejándole allí con más preguntas que respuestas.

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Sirvió en su copa... Lo que sea que era eso. Se veía como algo con alcohol, pero no le importaba. También derramó un poco, pero lo dejó pasar.

Justo a esta hora, los árboles de Navidad se encendían, alumbrando las calles concurridas de Nueva York, reuniendo familias, amigos y parejas; lo cual quería decir que esta era la hora más odiosa para Dream.

'No pude destruir mi creación,
pero está bien. Este cuaderno
para descargar emociones, sean
buenas o malas. Puedes decirme
lo que sea.'

El tono de su teléfono lo sacó de su lectura, haciendo una mueca mientras tomaba el dispositivo.

Mueca que se hizo más notoria cuando vió de quién era la notificación.

"No estás en Suecia, Dream. Deberías venir a mi fiesta" bufó al leer el mensaje de Wilbur, negando con su cabeza.

Estaba apunto de dejar el celular en la mesa para café que estaba justo frente suyo, pero otra notificación saltó, haciendo que revisara de nuevo.

"No puedes ignorarme por siempre, Clay" frunció el ceño, y sin darle importancia, arrojó el celular del otro lado del sofá.

Tomó el bolígrafo que ya enviaban junto el cuaderno rojo, apoyándose en una de sus muslos para poder escribir mejor.

'Hey, George: me hace feliz que
no hayas destruido tu creación.'

Estaba apunto de escribir algo más, pero escuchó un par de murmullos en el elevador del departamento, alertando que se aproximaba alguien.

Mierda.

- ¿Papá? - habló con una molestia notable en su tono.

Se supone que el debería estar en Suiza.

Tampoco le sorprendió ver a una mujer junto a él, probablemente su novia o prometida. Ni siquiera la había visto en su vida y ya podría afirmar que la odiaba. Estaba vestida de negro, y tenía las puntas de si cabello teñidas de un rubio claro. Si, la odiaba ya.

- Clay, ¿Qué haces aquí?

- No, no, ¿Qué diablos haces tú aquí? - contraatacó mirando el ceño fruncido de su padre.

- Hola, soy Leeza - habló la mujer a su lado, agitando su mano con suavidad - Encantada de conocerte.

Se removió con incomodidad en su lugar, disparandole una sonrisa fingida a la chica.

Él y su padre tendrian una larga conversación.

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