XV. KATIA

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Capítulo 24:

Thomas está en mi cama, junto a mí. Observa las líneas en el techo como si escondieran un extraño código que, una vez sea descubierto, le entregará las respuestas de todas las interrogantes que deambulan en su mente como pequeñas nubes, las cuales chocan entre sí buscando también, la salida. Piensa en cosas que no admitirá, pero son tan evidentes que ni siquiera debería preguntar al respecto. Quiero tocar su hombro, aunque sea para que note que estoy prestándole atención, pero se encuentra tan arraigado en sus propios pensamientos que no creo que sea capaz de notar ningún cambio fuera de ellos.

Thomas es curioso por naturaleza, y cuando se enteró del vínculo que todos nosotros compartimos con los siete reyes, él decidió investigar por su cuenta un poco más acerca de ellos. Y se encontró con algo muy interesante: eran seres superiores, conectados a sus parejas por lazos que los unían de formas ancestrales; eso era algo que Thomas conocía, pero lo que no esperaba era enterarse de que el alma gemela de Freyra (co n quien Thomas comparte ADN) era Caín (con quien Ethan comparte ADN).

Lo que pasa con los siete reyes y las almas gemelas no es igual a lo que todos dicen sobre el destino y las conexiones sin ninguna base. Ellos estaban conectados: sus almas y sus emociones se entrelazaban formando una conexión tan especial que eran capaces de trascender vidas. Si son verdaderas almas gemelas, entonces sabrán encontrarse en esta vida y en la siguiente, y así hasta que dejen de existir, desvaneciéndose en algún punto. No sé a dónde van las almas cuando su vida llega a su fin, pero espero que sea un buen lugar.

Aún no he visto quién era el alma gemela de Ilana, no estoy preparada para otra sorpresa. Sin mencionar que, no confío demasiado en la veracidad de esto. Tampoco quiero enterarme quién de ellos podría ser mi alma gemela, haría que todo se sintiera mucho más raro. O peor, puede que haya sido la única que no tenía una, y eso tampoco me haría sentir mejor.

—Thomas —digo en voz baja cuando no puedo dejar de contenerme—, ¿todo bien?

—Sí, todo bien —dice—. ¿Te molesta que me quede?

—No, no te preocupes.

Paso una de mis manos por su cabello para desordenar las ondas castañas que se forman en él. Algunas de ellas tienen destellos rubios, los cuales resaltan cuando los muevo. Thomas cierra los ojos y ladea la cabeza ante este contacto.

—Es solo que, no quiero volver a mi habitación ahora. No sé cómo mirar a Ethan luego de esto, tal vez él crea que estoy…

Ethan también estaba buscándolo, Thomas se escondió aquí cuando lo descubrió.

—Thomas —interrumpo—, que te guste Ethan no tiene nada que ver con Caín y Freyra.

—No me gusta Ethan.

—Por favor.

—Es la verdad. Somos amigos. —Pero lo conozco lo suficiente como para saber que miente—. Él también lo dice.

—Bueno, pero, ¿qué importa lo que él diga?

Puede decir lo que quiera, pero él sabe la verdad. Puede mentirnos a todos, menos a sí mismo.

—Importa, Kat, ese es el punto. No quiero que esto arruine nuestra amistad. Ethan me resulta atractivo, y eso es normal. Es todo.

Decidí dejarlo solo con sus pensamientos un rato más.

No bastaron más de dos minutos en silencio para que Thomas volviera a mirar las líneas del techo. Y yo también iba a comenzar a hacerlo cuando dos golpes en la puerta me sobresaltaron.

Tal vez Ethan ya se aburrió de estar solo.

Me levanté con la mirada de Thomas sobre mí, casi suplicándome que me quede en donde estoy. Estamos pensando en lo mismo, pero no puedo quedarme aquí sin abrir la puerta. Espero unos segundos antes de girar la perilla para darle tiempo a Thomas para que se acomode en su lugar.

AIDH: un nuevo orden mundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora