IX. SAM

197 32 133
                                    

Capítulo 14:

Somos personas muy diferentes; esa siempre ha sido la única excusa que he usado para justificar el término de mi relación con Addison. Sé que ella prefiere alejarse cuando algo no le gusta, porque es mejor que hacer sufrir a las personas que quiere, pero para cuando quiso alejarse de todo lo que involucraba a nuestro grupo ya era demasiado tarde.

Tenerla cerca me hace pensar en todo lo que pasamos juntos: no nosotros como pareja, sino más bien como equipo. Siempre hemos sido un buen equipo. Las misiones en grupo que resultaban bien, pero que eran tan riesgosas que hacían que mi adrenalina subiera por completo. A veces pienso en lo que habría pasado si es que nunca hubiéramos estado juntos; tal vez el grupo no se habría dividido, pero no puedo arrepentirme de eso, porque es una de las mejores cosas que he vivido.

Hace casi una hora decidimos que lo mejor era tener los teléfonos apagados, porque así nadie podría rastrearnos, así que no tengo nada mejor que hacer. Addison tampoco tiene nada mejor que hacer, pero al parecer ya encontró algo con lo que entretenerse: un rompecabezas. Ella odia los rompecabezas y cualquier tipo de juego de mesa, dice que no vale la pena que piense en eso cuando podría estar planeando una misión, pero yo siempre he creído que es igual a una investigación. Me gusta pensar en maneras lógicas de resolver las cosas, no puedo evitarlo, los juegos de mesa siempre han sido mi pasatiempo favorito.

Durante la primera hora parecía que lo manejaba bien: observaba las piezas del rompecabezas con calma y ordenó algunas de ellas, pero los minutos posteriores a eso su respiración parecía más pesada. Está peleando consigo misma para no estresarse con eso. Y yo estoy demasiado aburrido como para seguir en silencio.

—¿Necesitas ayuda? —Decido preguntar en voz baja, tratando de sonar lo más amigable posible. Addison sube la mirada en silencio, y luego vuelve al rompecabezas—. ¿No? Está bien. Se ve bien desde aquí, no creo que tardes demasiado.

Cállate. Sam, solo por un segundo, quédate en silencio.

No puedo evitar hablarle, nunca he podido entender a las personas que pasan en silencio por tanto tiempo, esto es agotador. También quiero armar un rompecabezas.

—¿Quieres competir conmigo? —pregunta Addison desde su lado de la habitación, con un tono más frío de lo normal.

—No. —Me adelanto en responder—. De verdad, creo que vas por un buen camino. —Me voy a arrepentir de decir eso—. Lo que quiero decir es que, tal vez necesites un poco de ayuda. Solo estaba preguntándotelo. No es una crítica.

Lo único que logro ver desde aquí son las piezas que aún siguen acumuladas frente a ella, pero la pila de piezas ha bajado, así que creo que el rompecabezas va bien.

—No dejas de hablar.

—No. Lo sé, es un problema. —Ninguno de los dos dice nada, y ella vuelve a enfocar la mirada en el rompecabezas. Toma una de las piezas y comienza a aplastarla con los dedos mientras busca algún lugar donde dejarla. Parece un rompecabezas grande desde aquí. —No sabía que te gustan los rompecabezas —menciono sin pensarlo demasiado.

Eso fue todo, ella va a sacarme de la habitación. Yo también lo haría.

—Si me conocieras mejor, sabrías que...

—¿Qué estás a punto de destrozarlo? —interrumpo—. Lo sé.

—Entonces termínalo tú, genio —responde empujándolo con cuidado—. Es todo tuyo, ya me aburrí de los juegos convencionales.

—¿Paso a tu lado? —pregunto antes de levantarme y ella asiente despacio. Lo pienso unos segundos, pero al final me levanto para caminar hasta su lado de la habitación—. Se ve bien.

AIDH: un nuevo orden mundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora