XI. THOMAS

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Capítulo 17:

Es un campo lleno de pequeños arbustos, rodeado de pequeños muros de piedra. Es un punto de central. No sé qué es esto. Es cuadrado, y solo tiene dos salidas: una de ellas lleva a un camino de tierra en medio del pasto —es profundo, así que no puedo ver qué hay más allá—, el otro camino lleva a un castillo.

Hay susurros llenando el aire, llamándome, pero no puedo moverme. Sé que no están diciendo mi nombre, pero también sé que se refieren a mí.

He estado aquí muchas veces, pero no puedo recordar en dónde lo he visto. Estoy soñando, soy consciente de eso. Estoy soñando

Luego todo desaparece, y no hay más que oscuridad. Entonces las voces aumentan:

«Siempre», es todo lo que logro entender. El ritmo aumenta y comienza a sonar con eco, «destinados», «tiempo». No hay nada más. La velocidad aumenta. El volumen aumenta. No dejan de sonar hasta que siento que no hay nada más en mi mente. Me está consumiendo. Quiero que se callen.

Siempre. Tiempo. Siempre. Siempre. Siempre. Siempre. Tiempo. Destinados.

Finalmente logro abrir los ojos, pero solo hay paredes de piedra a mi alrededor. Estoy dentro de una habitación: hay una cama en el medio y algunos muebles alrededor. La puerta es gris y está entreabierta; no logro ver nada.

Una sensación de presión comienza a acumularse sobre mi pecho, como si tuviera un mal presentimiento de todo esto. Solo quiero salir, pero no puedo moverme. No tengo control.

No sé quién soy.

Hay alguien más en esta habitación: alguien que conozco. A la perfección. Somos tan cercanos que no podría evitar reconocerlo en todos los lugares donde esté, incluso si se ve diferente, incluso si no puedo verlo.

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Capítulo 18:

La luz me obliga a cerrar los ojos con fuerza segundos después de abrirlos. Llevo una de mis manos a mi cara para intentar bloquear el ingreso de la luz, y aunque es un cambio insignificante, logra hacer una diferencia.

Quiero saber en dónde estoy ahora.

—Thomas. —La voz de Ethan se siente cercana. Me tranquiliza escucharlo—. Hola, ¿cómo estás?                                                                                              

—¿Qué pasó?

—Tuvimos un accidente, pero ya estamos bien. ¿Te sientes bien?

—Estoy —comienzo a decir, intentando encontrar las palabras adecuadas—… algo confundido. Es todo. ¿En dónde estamos?

Me levanto un poco hasta lograr sentarme en la cama. Ethan se acerca para asegurarse de que no tengo problemas para moverme. Supongo que esto es un hospital, pero no hay nada a mi alrededor.

—Es como un hospital improvisado —confirma Ethan—, pero eso no es importante ahora. ¿Te encuentras bien?, ¿no te duele nada?

Intento mover cada parte de mi cuerpo para comprobar que no tengo nada, y todo parece ir bien. No sé si esto es normal, tampoco sé cuánto tiempo estuve aquí.

¿Qué tipo de accidente tuvimos? ¿En dónde están los demás? Me tranquiliza saber que él está bien, pero necesito saber en donde están Katia y Savannah.

—Estoy bien —respondo—. Ethan, ¿cuánto tiempo llevamos aquí?, y ¿cómo pasó esto?

No puedo recordar nada, son como memorias de agua. Sé que salimos de AIDH, pero no sé qué fue lo que ocurrió después de eso. Tampoco recuerdo si logramos llegar a la cabaña o no, pero todo parece indicar que no fue posible.

AIDH: un nuevo orden mundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora