I. KATIA

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18 de noviembre de 3020.

Capítulo 1

Intento relajar mi cuerpo con cada paso, pero las miradas no dejan de centrarse en mí. No miro a nadie; si lo hiciera, perdería la expresión de indiferencia que he tratado de mantener desde que salí de mi habitación. Todos saben qué es lo que pasará ahora, pero yo no tengo ni la más mínima idea de lo que ocurrirá.

Los pasillos están iluminados por hileras de luces cian que le dan profundidad y elegancia al edificio. Solía creer que esas hileras eran infinitas, pero solo es una ilusión; y no puedo dejar de preguntarme cuántas cosas más aquí lo son.

Dejo de pensar cuando giro el pomo de la puerta que lleva al auditorio. El silencio se siente abrumador cuando la puerta se cierra detrás de mí. Es una habitación con doscientas sillas ubicadas alrededor de un escenario circular, y aunque la mayoría de esas sillas están siendo utilizadas por los miembros más destacados de la élite mundial, pronto comienzo a sentir que el único ruido que resuena en todas partes es el de mis pisadas.

Visualizo a Thomas con rapidez, quien también espera de forma paciente a que la reunión comience. Faltan cinco minutos; cinco tediosos minutos.

—Hola —murmuro, sentándome junto a él—, ¿cómo estás?

Thomas no responde, se limita a suspirar y encogerse de hombros.

—Bien —dice luego, en un tono más bajo del que yo había usado—. No espero nada de esto, en realidad.

Estamos a una semana del aniversario de AIDH, lo que significa que los gobernadores mundiales anunciarán de forma pública a los nuevos integrantes de su equipo. Siempre he querido estar dentro de AIDH; todos creen que lo estamos, pero ser hija de uno de los gobernadores mundiales no me asegura ningún puesto en el equipo.

—¿Y los demás? —pregunto, porque no sé qué decir para continuar con esta conversación.

Los asientos que Thomas eligió están en la última fila del auditorio, lejos de la mayoría de personas, por lo que tengo la pequeña esperanza de que, si susurramos lo suficiente, nadie va a escucharnos.

—Dijeron que no alcanzarían a llegar a tiempo y que es más rápido revisar si sus nombres están en las noticias para saber si fueron seleccionados o no.

El cabello de Thomas está más liso hoy que el resto de los días, pero sigue conservando las ondas naturales y desordenadas que lo caracterizan. La tenue luz del auditorio ayuda a resaltar los destellos rubios que alcanzan a verse sobre las puntas de su cabello, aunque desde lejos se vea simplemente castaño.

—¿Y tú no tuviste excusa para faltar?

Thomas respira con profundidad, empujando sus hombros hacia atrás para recargarse con fuerza sobre el respaldo de su silla.

—No —admite—, me encontré con mi padre en los pasillos y me obligó a venir.

Las luces del techo y los alrededores se apagaron cuando estaba a punto de responder, consiguiendo que toda mi atención se centrara en el escenario frente a nosotros.

—Buenos días —comienza a decir una voz familiar. Robert Harford; mi padre—. Les agradezco a todos por estar aquí.

El discurso inicial de mi padre duró un par de minutos: saludos, agradecimientos, reconocimientos, memórales. Un diálogo aprendido, guionizado y estudiado: nada muy diferente a lo que hacen todos los años.

La siguiente en pasar al escenario es Claire Brandley. Ella es la verdadera encargada de presentar a los nuevos integrantes del equipo.

—Hemos tomado una difícil decisión como equipo —explica la mujer rubia de pie en el escenario. Se expresa como si fuera la única líder de todo esto, y en realidad, siempre he creído que es la líder de los seis gobernadores mundiales. Mi padre puede ser el centro de atención, pero ella es la mente maestra—. Haremos pública la lista con los nombres de todas las personas en las que pensamos para nuestros limitados puestos: esto se debe a que no hemos elegido a ningún nuevo integrante.

AIDH: un nuevo orden mundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora