Capítulo 10

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La tensión aumenta de manera que podría cortarse con un cuchillo. Judge tamborilea los dedos, esperando una respuesta.

-¿Y bien? -vuelve a preguntarle.

Me siento en la obligación de ir a su lado y apoyarle, y eso hago. Le pongo una mano en el hombro y me sonríe. 

-Quizá la culpa sea mía -respondo por él, y Judge me mira. 

-O de ambos -habla Ichiji, que está detrás nuestro. Me doy la vuelta asustada y me pongo en guardia, porque Ichiji viene acompañado por dos soldados. 

Yonji mira a su hermano con el ceño fruncido y me acerca a él con un brazo. 

-Ya dije que no daría detalles de mi vida privada, Ichiji, y parece que lo has olvidado -le suelta Yonji. 

El pelirrojo suelta una carcajada. 

-Entonces no te importará que le hagamos un examen, ¿no? 

-Ni te acerques a ella -dice Yonji interponiéndose entre Ichiji y yo. 

-Sabemos que eres perfectamente capaz de tener hijos Yukia -interrumpe Judge-. Así que creo que el único problema que hay es que ni siquiera lo habéis intentado. 

Un silencio pesado cae en la sala. No quiero tener que darle la razón, pero es la pura verdad. 

Ni siquiera hemos dormido juntos, y habrán sumado dos más dos. 

-Si no me das un heredero antes de un año, vuestro matrimonio acabará y cada uno seguirá con su vida. 

Abro los ojos como platos al escucharlo. No, de ninguna manera. Me niego. 

-Padre... -escucho la voz de Reiju y la miro-. No puedes hacer eso. 

Judge suelta una carcajada y sonríe como un maníaco. 

-Claro que puedo. Te recuerdo que lo suyo es un matrimonio arreglado, no se aman. Les dará igual terminarlo, ¿no es así, Yonji? 

Miro a Yonji y este no aparta la mirada de su padre. Sonríe y en su mirada puedo ver algo que me recuerda a nuestro primer encuentro. 

-Tienes toda la razón, padre -le dice. 

Me quedo congelada en mi sitio y sigo mirándolo de hito en hito. Tiene que estar de broma, tiene que ser una broma. 

Yonji me mira y sigue manteniendo esa sonrisa que estoy empezando a odiar. Me toma de un brazo y me lleva fuera de la sala sin dirigirme la palabra. 

Cuando llegamos a una distancia considerable me suelto y lo miro con odio. Él borra su sonrisa y aprieta la mandíbula. 

-Así que tu padre tiene razón, ¿eh? -le escupo. Él baja la mirada y yo siento que empiezo a ahogarme-. Es verdad, se me olvidaba que no puedes sentir, así que todos los Te quiero que me dedicaste eran mentira, ¿no? 

-Yukia, escúchame -me pide en susurros. 

-¡Te da igual lo que yo sienta, Yonji! ¡Como no eres capaz de sentir, juegas conmigo para después ponerme en la verdad! 

-¡Escúchame, joder! -me grita. Me coge de las piernas y me levanta, inmovilizándome. Empiezo a golpearle para que me suelte, pero el mismo resultado daría si golpeara una pared. 

Empieza a andar y me lleva a la habitación. Antes de cerrar la puerta veo a Ichiji y a Niji, que observan la escena con una sonrisa macabra. 

Cierra la puerta con seguro y me deja en el suelo. Voy a decirle algo pero antes de poder abrir la boca me abraza con fuerza. 

-No podría soportar perderte, Yukia -me dice en un susurro-. Te juro que no podría soportar que nos separaran.

-¿Y la manera para hacerlo era darle la razón a tu padre? -apretada contra su pecho empiezo a llorar.

-Si tienes una idea mejor... -levanto la cabeza y veo que sus ojos no me mienten al decirme que no había otra solución.

Suspiro y me quito la mascarilla para tirarla por ahí. Yonji me mira boquiabierto, pero más sorprendido se queda cuando me pongo de puntillas para robarle un pequeño beso.

Me corresponde y sus manos viajan por mi espalda para abrazarme con más fuerza.

En mitad del beso alzo las manos y le acaricio la nuca, lo que parece gustarle. Yonji me acaricia la espalda y noto que sonríe.

Me separo un poco y de repente hay algo que me choca.

Si supuestamente no puede sentir, ¿todo lo que está haciendo lo hace por compromiso?

Sin decirme nada, toma mi mano y la pone sobre su corazón, que late acelerado. Igual que el mío.

-No se qué me has hecho, pero puedo afirmar aquí y ahora que estoy enamorado de ti -me suelta sin más-. ¿Puedes decir lo mismo?

Se me escapa una sonrisa y me rio bajo.

-Mi corazón me dice que sí -lo veo sonreír ampliamente y vuelve a besarme, demostrándome que sus palabras no mienten y que corresponde mis sentimientos.

¿Por qué tardé tanto en besarle?

Noto que se aparta bruscamente y lo miro sin entender. Él suspira.

-Si sigo así terminaré haciendo algo que no quieres.

Mis ojos viajan sin querer a su pantalón y por fin entiendo lo que quiere decir. Sonrío y me acerco.

-En ningún momento he dicho que no quisiera -le susurro, causándole un escalofrío.

Le pongo las manos en los brazos y lo obligo a mirarme.

-Tengo miedo de hacerte daño, Yukia.

Suspiro. Creo que ya va siendo hora de que le enseñe la cicatriz.

Ante su mirada atenta me separo un poco de él y cuando cojo el dobladillo de la camiseta para levantarla, Yonji me para.

-Espera, espera -me toma la mano-. No quiero que te sientas obligada a hacer algo que no quieres hacer, y tampoco quiero que te sientas presionada por mi familia.

Me libero de su agarre y me quito la camiseta. Veo que aparta la mirada con el rostro completamente rojo. Me doy la vuelta y me quedo en silencio.

De repente noto sus dedos rozar mi piel y tiemblo. Es hora de explicarle esa cicatriz.

-Me la hicieron en un interrogatorio, cuando tenía apenas 12 años -comienzo a hablar y se que está atento a mis palabras-. Según uno de los altos mandos de mi padre, yo había estado pasando información a los que se oponían al régimen.

Yonji sigue mi relato mientras no para de tocar la cicatriz que va desde el omóplato izquierdo hasta la zona lumbar, abarcando casi toda la espalda.

-El encargado desgraciado de llevar a cabo el interrogatorio decidió usar torturas para que hablara, a pesar que le habían especificado que ni se le ocurriera. Me quemó toda esa zona con aceite hirviendo cuando no respondí a ninguna de sus preguntas, y estando inconsciente se aprovechó de mí.

Me callo y Yonji me abraza, causando que empiece a llorar.

-Te juro que si me lo encuentro alguna vez, lo mataré -me dice con la voz llena de ira.

Me doy la vuelta y dejo que me bese lentamente. Le acaricio el pecho y ambos temblamos.

De alguna manera, terminamos uniendo nuestros cuerpos y nuestras almas aquella noche. Me hizo sentir amada de todas las formas que un humano puede sentirse amado. Y me hizo dejar atrás todo el miedo y las inseguridades que me embargaban durante todo el año que estuvimos "conviviendo".

Nos quedamos abrazados debajo de las sábanas disfrutando del tacto de piel con piel en completo silencio. Él se queda debajo mía, dibujando círculos por toda la espalda. Yo estoy tumbada en su pecho, escuchando su respiración tranquila y su corazón latir con fuerza.

Al final nos quedamos dormidos, disfrutando cada uno de la compañía del otro.

An arranged marriageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora