"Todavía no he terminado contigo" susurró con voz ronca en mi oído cuando comencé a removerme debajo de él.
Aún con su miembro dentro de mí, y con una erección latente que yo sabía que pronto desaparecería, el pelirrojo volvió a recorrer la distancia que separaba mi boca de mi cuello en suaves besos, mordiendo el lóbulo de mi oreja por el camino.
Retractó ligeramente su cadera hacia atrás solo para embestir con una fuerza revitalizada.
Una vez.
Dos veces.
A la tercera solté un gemido echando mi cabeza hacia atrás y escuché la risa satisfactoria de Fred por saber que estaba consiguiendo justo lo que él quería: Tenerme a su completa merced.
Cuatro veces.
Cinco veces.
A la sexta noté dentro de mí cómo su erección volvía a estar en su máximo apogeo y me mordí el labio en un cúmulo extremo de placer.
Siete veces.
Ocho veces.
A la novena me agarré fuerte en las sábanas, entrecerrándolas en mis puños, al tiempo que mis caderas acompañaban al vaivén que el pelirrojo había recuperado.
Diez veces.
Once veces.
A la duodécima Fred me hizo rogar por el beso que se negaba a darme, mostrándome su amplia sonrisa y aprisionando mis manos por encima de mi cabeza, bien agarrada de las muñecas.
Trece veces.
Catorce veces.
A la quinceava, aún con una de sus manos ocupadas en mantener las mías bien alejadas de su cuerpo, con la otra me tomó fuerte de la cadera para girarme y quedar boca abajo en la cama, acomodando mi cadera para un mejor disfrute.
Dieciséis veces.
Diecisiete veces.
A la decimoctava, la presión que su agarre aún ejecutaba en mi cadera se relajó para bajarla hasta mi feminidad y así estimular de nuevo ese lugar de mi cuerpo que tanto placer me estaba brindando esa noche.
Diecinueve veces.
Veinte veces.
A la veintiunava embistió con más fuerza mientras me daba un cachete en mi trasero y podía asegurar que mis gemidos debían resonar en todo el callejón Diagon.
Veintidós veces.
Veintitrés veces.
A la veinticuatroava dejé de cuestionarme como era capaz de mantener el agarre de mis muñecas, estimular mi punto g y entrar una y otra vez sin descanso en mí.
Veinticinco veces.
Veintiséis veces.
A la que hizo veintisiete, mis piernas comenzaron a temblar y ya me perdí. Gemía entre espasmos mientras ambos llegábamos al éxtasis al unísono.
La respiración nos fallaba, las pulsaciones estaban al límite.
Ésta vez el pelirrojo si salió de mí, con cuidado, y se tumbó a mi lado manteniendo bien pegado su cuerpo al mío y rodeando con su brazo mi cuerpo a la altura de la cintura.
--Creo... Creo...--suspiré agotada-- Que... Que necesitamos...una ducha.
Fred comenzó a reírse de forma ahogada por la falta de aire y se llevó la mano que me rodeaba hasta su pecho.
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La última de los Black • || Libro 1 • FRED WEASLEY ||
FanfictionDenébola Black es la hija resultante del encuentro apasionado entre Regulus Black y Juliet Greengrass, dos Slytherin fieles al Señor Oscuro. Con la repentina muerte de Regulus, Juliet abandona sus creencias por la supervivencia de su hija. Diecisé...