Una lechuza ululaba en señal de que había encontrado una nueva presa, desvelándome aún estando el cielo demasiado oscuro.
Fred, quién dormía plácidamente boca abajo, me tenía bien rodeada por la cintura con su firme brazo marcando su bíceps.
Una sonrisa bañaba su rostro, el cuál me permitía contemplar la luz de la luna que incidía por la ventana y no pude evitar acariciarle levemente antes de levantarme.
Desconocía las costumbres de los Weasley en la mañana de Navidad, pero creía que la mejor opción sería amanecer en mi cama por si Molly hacía ronda, y menos mal que así lo hice.
Nada más despertarse, Ginny saltó hacia mi cama para abrir juntas los regalos que la Señora Weasley había dejado a los pies de las camas y yo remoloneé tirando de la sábana y postergando el momento.
Había conseguido dormir gracias a Fred. Sin pesadillas, sin desvelos. Sólo un largo y profundo sueño reparador como hacía días que no tenía.
No sabía si era su aroma, su calidez o su compañía, pero todo se sentía mejor a su lado y por eso lamentaba haber tenido que volver a la habitación de la menor de los Weasley tan temprano.
Ginny, impaciente, comenzó a zarandearme para conseguir mi atención a gritos de "despierta ya" mientras yo proseguía en el absurdo intento de ignorarla.
--Ginny--me quejé adormilada-- Ábrelos y déjame dormir.
--¿No quieges sabeg que te han gegalado a ti?--preguntó Fleur
--¿A mí?--pregunté en medio de un bostezo sentándome en la cama-- ¿Tengo regalos?
--¡Claro!--exclamó Ginny entusiasmada-- ¿Porqué no ibas a tenerlos?
Creí que decir en voz alta que por el simple hecho de no tener progenitores no sería buena idea para una mañana de Navidad que pintaba tan alegre para la pelirroja. Por lo que decidí callar y estirar mis músculos entumecidos por las horas tumbada.
Inmediatamente y satisfecha de haberme despertado, Ginny volvió a su cama y comenzó a desenvolver los regalos que allí había.
Miré a los pies de mi cama y, efectivamente y para mi sorpresa, unos paquetes de regalo me estaban esperando.
Cogí el primero, el más descuidado y destartalado. Me llamó la atención porque era el que más se parecía a cómo me sentía yo por dentro.
Una envoltura desastrosa atada sin cuidado con un lazo verde que resaltaba aún más el amarillento papel que había visto años y años de humedad guardado, seguramente, en algún viejo armario.
--¿De quién es?--preguntó Ginny
Giré un poco el paquete y vi el nombre de quién lo enviaba justo en el lateral con letra rápida y temblorosa.
--De Kreacher, para la ama Dené--leí-- ¿Tú sabías que los elfos regalaban por Navidad? ¡No le tengo ningún regalo! ¡Se puede sentir mal!
--¡Es un elfo, Dené!--dijo Ginny como resaltando lo obvio
--¿Y? También lo merece.
--¿No vas a abriglo?--preguntó Fleur
Tiré de la cinta que liaba el paquete, sacando la reblandecida caja y abrí la tapa.
De inmediato y en cuanto vi el detalle tan exquisito que Kreacher había tenido conmigo, me llevé las manos a la cara conteniendo un leve sollozo que alarmó a Ginny y se sentó a mi lado.
--¿Qué pasa? ¿Tan malo es?--preguntó tomando la caja
--No, no es malo. Es perfecto.
Del interior del presente, Ginny sacó un marco de fotos bastante hortera, pero eso no era lo importante. Lo más esencial del regalo, lo que Kreacher supo que a mí me gustaría, era una vieja foto de mis padres, juntos. Una que jamás había visto.
ESTÁS LEYENDO
La última de los Black • || Libro 1 • FRED WEASLEY ||
Fiksi PenggemarDenébola Black es la hija resultante del encuentro apasionado entre Regulus Black y Juliet Greengrass, dos Slytherin fieles al Señor Oscuro. Con la repentina muerte de Regulus, Juliet abandona sus creencias por la supervivencia de su hija. Diecisé...