Capítulo 29

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Si no conociera su sensación, los roces de sus manos y la temperatura de su aliento, sobresaltado hubiese soltado la taza que sostenía. Los labios que húmedos lo engatusaban eran peligrosos y adictivos, su cuello era ahora un lugar especial con aquella marca reciente que parecía haber estado siempre ahí.

—¿Acaso no fui lo sufrientemente silencioso para dejarte un rato más en la cama? —no le molestaba en absoluto las manos traviesas que lo calentaba bajo su camiseta.

Estaba cocinando unos simples huevos y un poco de café, quería consentir a Harry por una de las tantas veces que él fue despertado con un olor delicioso que hacía su estómago gruñir.

—¿Por qué mejor no primero pruebo el postre antes de que se enfríe?

Sus manos engatusadoras subieron por el abdomen plano y sin preámbulo sujetaron los dulces y sensibles botones. El gemido y el choque involuntario contra su dureza le sacaron una sonrisa ladina, estaba obteniendo lo que había ido a buscar.

—Detente, el desayuno se quemará —Louis no puso la resistencia de alguien que no quisiera ese toque, los dedos largos no le concederían tregua alguna a su sensible piel.

Las marcas rojas, los dedos sellados en sus muslos, las imágenes de unos dientes en lugares insólitos daban la idea de lo mucho que aprovecharon esos días juntos. Desde su mudanza no habían tenido tiempo ni ganas de acomodar gran parte de las cosas de Louis. Harry insistía en que tiraran esa ropa y el llenaría un armario entero con ropa exclusiva para Louis. Sin embargo, el castaño no se sentía cómodo con la idea de que Harry gastará tanto dinero en él. No lo necesitaba cuando los artículos que había traído consigo aún tenían una vida útil.

Por un segundo olvidó que Harry debía ir al trabajo y él a clases, simplemente se dejó seducir por sus manos. En un segundo estaba apagando la hornilla de la estufa y en el segundo siguiente estaba inclinado sobre la encimera, tan expuesto e indefenso que sus pies ya no tocaban el piso y su ropa interior estaba enrollada en sus tobillos. Harry sabía cómo jugar y qué camino tomar, la guía del dulce olor tan familiar ahora fue seguida y probada, siguió el sendero resbaladizo muslos arriba y encontró la fuente provocando un jadeo y el sonido de algún utensilio caer.

Su sonrisa fue sentida en ese lugar, sus manos fueron marcadas en las voluminosas nalgas, su ímpetu y deseo chocó contra el mismo sentimiento dentro de su omega que dispuesto se dejaba hacer entre su lascivia, el tiempo dejó de existir en ese lugar tan contrastante con el clima exterior.

Harry desenterró su rostro del suave lugar enrojecido y con un movimiento dejó de estar en cautiverio. Puso su pesado deseo sobre la franja de piel estimulada, lo dejó ahí para que sintiera su peso y se presionó para que recordará su longitud. Louis no tuvo más opción que dejar salir un atormentado gemido, no entendía porque lo hacía esperar cuando tenía la concesión ganada de tomar todo lo que deseara.

No pudiendo seguir con el juego, Harry se sostuvo y alineado en la humedad, lo invadió robándole el aliento. No hubo nada más que el placer en la superficie de su piel, besos desacompasados, agarres torpes, empujes certeros, dedos clavados en los brazos que lo sostenían, extremidades enredadas dando fe a la escena que se desarrollaba. Fue tan simple, pero tan significativa como las otras veces que con un simple beso pasaban a mancharse de ellos mismos.

La mordida que dejó su labio atascado en esa húmeda boca le indicó que su propósito fue cumplido y que ya podía concluir ese breve hecho de amor. Lo que más le gustaba era saber que dejaría lleno a su querido Louis y era la cosa más primitiva que no podía ocultar.

—Te mataré si no puedo limpia a fondo y llegue a gotear después —Louis miro el rostro perezoso que estaba recobrando el aliento sobre su hombro.

Trágicamente Omega|Larry Stylinson|OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora