Capítulo 12

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Un ligero peso calentaba su pecho, un suave olor inundaba sus sentidos adormecidos dejándolo en total gozo con aquel aroma de miel, unas manos ligeras estaban sobre su piel hechizando cada lugar que inconscientes tocaban llevándolo a su empíreo terrenal.

Los molestos rayos de luz que irrumpían en la habitación lo hicieron arrugar el ceño al ser molestado en su letargo, por primera vez en su vida sintió que podía dormir sin la desidia del mañana y las preocupaciones por el porvenir. Sus ojos al enfocarse fueron atraídos a la naturaleza estrambótica con la que, desde que lo conoció, quiso gastar un amanecer.

Esto lo llevó a apreciar el cuerpo semidesnudo que descansaba inmutable sobre él en un lío de extremidades enredadas.

Sin poder resistirlo sus dedos trazaron el anguloso perfil que denotaba ternura e insolencia. Su mano aún en la espalda baja comenzó a dibujar círculos que fueron bienvenidos con el suave gemido que escapó del dueño de labios rosas. Su mirada verde vagó por todo el rostro de relieves excéntricos detallando los mínimos detalles.

Cuando todo estuvo apreciado en su mente y guardado con recelo en sus pensamientos, sus ojos bajaron por el cuerpo cálido, y cuál fue su sorpresa, que aquella camiseta polémica reveló un suntuoso trasero. La tela enrollada en el final de su espalda exponía con total libertad aquello que Louis quería ocultar.

La mirada inquisidora de Harry no espero una invitación, le fue inevitable comprobar si el esplendoroso trasero era tan firme como se veía. Se mordió el labio con una sonrisa ladina y sus ojos brillaron emocionados, bajó las manos lentamente por encima del pequeño cuerpo y cuando llegó a su meta se apoderó de los montículos dándole un ligero apretón. Su suerte duró nada ya que tuvo que hacer una retirada forzosa cuando Louis se removió y despertó. El ojiazul adormilado no comprendió lo que sucedió.

Culpable, Harry lo era totalmente y sin arrepentimientos.

—Hola, bebé —Harry le sonrió y depositó un beso entre las cejas castañas.

—Mhm —Louis volvió a ocultar su rostro y siguió disfrutando de la calidez.

Esa no era la primera ver que Harry tocaba su trasero. Tal vez sí la primera sin ropa de por medio, pero los largos e intensos besos en su oficina dieron paso a exploraciones sutiles en ese terreno.

—Vamos, tienes que levantarte, tengo hambre —Harry depositó besos ruidosos sobre el rostro de Louis. Tenues toques esparcidos en la piel acaramelada que alimentaban la sonrisa de un somnoliento Louis.

—Pero yo no —Louis sonrió cuando su cuerpo fue estrujado. Harry también se negaba a deshacerse de la comodidad a pesar de su sentido protector le exigía alimentar correctamente a su omega—. Podría quedarme así para siempre.

—Deberías hacerlo, dudo que pudieras hacerme más feliz —suspiró e imaginó cómo sería despertar y tener todo el día a un castaño que llenara con su cálida presencia los rincones oscuros de esas paredes, y las de su corazón.

—¿No tienes que trabajar hoy? —la voz aguda de Louis quedó amortiguada contra la piel tersa del ojiverde. Las vibraciones hicieron cosquillas a Harry, todo lo que se relacionara con Louis lo hacía sentir bien.

—Hoy es sábado, nadie trabaja sábado —Harry alzó su mano y la dejó caer juguetonamente sobre el trasero que se exhibía ante él—, o, al menos yo no.

El sonido de su mano chocar contra la piel desnuda y el respingo seguido de una fulminante mirada de Louis, convirtió su sonrisa ladina en una inocente. El impacto no fue en absoluto intenso, sólo que Louis tenia tendencias exageradas que lo emocionaban.

Trágicamente Omega|Larry Stylinson|OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora