Capítulo 28

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—¿Qué es esta vez?

Él, tan resplandeciente se lucia beatífico entre sus mantas cálidas, encogido y agotado reposaba sobre una nube de almohadas aferrándose a la esencia que lo mantenía sosegado, su piel iluminada con vaporoso rojo mostraba su estado de recompensa que obtuvo con aquellas huellas en sus muslos que lo envanecían.

—Algún tipo de sopa y un poco de té.

Harry colocó sobre la cama una bandeja con suficiente comida para ambos, suspiró y acomodó sus rizos con la mano sin ser consciente de la incitación que desbordaba.

La atención enmudecida no estaba puesta sobre los triviales complementos, no, él no podía apartar sus ojos del torso desnudo que se exhibía dorado bajo la luz moribunda del atardecer, sabía que, si tiraba lo suficiente de aquellos pantalones holgados, Harry quedaría despojado de todo lo que importunaba.

—No podré ver a los ojos a tu madre.

Louis escondió su rostro en la almohada que estrujó, su acción lo hizo ver encantador con el sonrojo que resaltó sus ojos aguamarina.

—Esto es algo nuevo, no tenía idea de que hacer en esto, dejarte sólo no era opción y fue tan repentino que podría ser aterrador si no fuese irrebatible.

Louis rió, pero su voz no fue escuchada, el sonido murió con las notas visibles de nerviosismo y regocijo. Lo ocurrido podría llamarse incidente, una acción azuzada por su cuerpo impaciente de obviar lo que ya tenía en su bolsillo, todo empujado a suceder por la urgencia de un ser arrogante.

—Lo sé —su voz amortiguada no ocultó la inquietud que surgió con el pensamiento de su madre.

—Hey, Lou —Harry lo atrajo a sus brazos y besó la punta de su nariz—, no pienses en ello, mi madre fue la indicada para esto.

Y la suya era perfecta para atormentarlos.

Louis sabía a qué se refería Harry, el ojiverde se hubiese encrespado de oler cualquier posible amenaza. Los primeros días del enlace eran abrumadores, aprendieron de primera mano que enloquecerían si la distancia entre ellos se ampliaba. El calor no fue sólo de uno, y eso los aplastó, poniéndolos en una vorágine de novedad y claridad indecorosa, sin poder huir y sin querer hacerlo, siendo dogma de una verdad irrefutable que fue confeccionada en un ayer, y revelada cuando se pudieron encontrar.

—Come y después nos daremos un baño.

Su plan racional para reposar de la agitada mañana se vio interrumpido por la respiración irregular que chocaba sobre su pecho, los ojos con destellos calurosos le respondieron que la comida se enfriaría y el baño esperaría un poco más.

(...)

El lapso de tiempo que sus cuerpos tuvieron la misma temperatura se difuminaba conforme el sol se ocultaba tras el linde de bermellón, su respiración agitada por el ultimo fragmento de su ignición se regularizaba junto al rastro del aroma de su fricción.

El ímpetu mostrado en sus cuerpos con los rastros líquidos los calmaba lo suficiente para no incitar a la ansiedad del desacople en sus inexpertos días como compañeros. Su naturaleza fascinantemente extraña no los dejaría estar emancipados de su sensación, quizá fuera algo corrompido para el exterior, pero aquello no los perturbaba en ese momento de necesidad.

Louis se sintió lánguido entre su dulce prisión de fuego, protegido de la luna y la ventisca extrínseca. En su letargo, veía a través de la ventana la superficie pintada de blanco que guardando los colores le daba vida a las sombras, no tenía intención inmediata de regresar a la cruda realidad, no tenía la frialdad para pensar en aquello que seguía después de abandonar lo que creyó remendar. Su celular fue dejado en su casa o quizá quedó perdido en el camino, su padre podría estarse preguntando por su destino, la última vez que lo vio fue hace un par de días saliendo de su casa con un rostro afligido por su agonía, ¿Qué sucedió después de que regresó y no lo vio?

Trágicamente Omega|Larry Stylinson|OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora