Louis estaba acostado sobre el escritorio de madera de la oficina donde se estuvo quedando en la semana. Infortunio o no, estaba ubicada en el mismo piso que la oficina de su padre.
Sus ojos estaban hinchados y su nariz estaba roja. Tenía puesta una enorme sudadera azul, y ella cubría su cabello castaño con su capucha, de hecho, toda ella cubría toda la primera mitad de su cuerpo. Su cara quedaba oculta entre los brazos cruzados sobre el escritorio y leves espasmos evitaban que se viera dormido sobre la superficie.
Lentos y suaves sollozos salían de sus labios lastimados por sus dientes en un intento de retener los gimoteos de tristeza que salían directos desde su alma. Su corazón dolía en desesperanza y se sentía perdido de nuevo. Los sentimientos eran en demasía intensos, no entendía mucho lo que pasaba y la latente contrariedad de la situación era clara. Su omega lloriqueaba por ese extraño, le pedía que fuera con él, pero Louis no entendía porque se sentía tan a la deriva por una persona.
Era como si él hubiese llegado para darle un poco de color a su lienzo negro y ahora que no lo volvió a ver ya no tenía nada con lo que soñar.
No encontró en toda esa semana al rizado y menos podía buscarlo al no saber su nombre. Cada día se sentía más frustrado que el anterior por ese pesar desconocido. Louis no comprendía el porqué de sus sentimientos por una persona que únicamente vio por unos minutos. No obstante, al evocar su único encuentro, su corazón se saltaba un latido y era como si aquello fuera lo único importante para él.
La esperanza de Louis se extinguía y era mejor dejarla hecha pedazos sobre ese suelo pulimentado. Su semana fue mala y su corazón se hundía más. Pareciese que el alfa había desaparecido. Pensó pesimistas que tal vez no debería estarlo buscando ¿Qué si él ya tenía una omega en casa? Él solamente se estaba haciendo falsas esperanzas y acabaría más roto de lo que estaba.
Sumándose a su pesimismo y día negro, tuvo una desagradable discusión en la mañana con su padre y ahora este sería su último día ahí. Tal vez eso era lo mejor, así ya no podría seguir estirando su agrietado corazón con falsas ilusiones de un amor perfecto.
El ojiverde no le prometió nada, posiblemente ese comentario antes de salir de la sala se lo dijo porque lo vio agradable y no quería nada más que una amistad, o posiblemente ni eso.
Sollozó nuevamente y posó su mirada aguada en la ventana que daba al frío y lluvioso día.
(...)
Harry se podría decir que estaba igual o peor que Louis, únicamente que, sin los sollozos, siendo éstos reemplazados por una irritación y enojo constante. Él parecía más bien un pajarillo atrapado en una jaula que no era de su medida.
El trabajo era algo más que estresante, había demasiadas cosas por hacer. La semana se constituyó en él trabajando como poseso, no tenía descansos y apenas y podía respirar. Todos los días se dedicó a agotar todo el trabajo posible para tener después un par de horas de paz y los días menos pesados.
Su mente no dejaba escapar ni un segundo al bonito omega, todo el día vagaba en sus pensamientos e incluso en sus sueños. Estaba molesto consigo mismo y con todos porque no podía hacer nada para buscarlo, estaba atrapado tras pilas de papeles y llamadas interminables. Sabía que eso no sería siempre así, aquellos días era por su comienzo totalitario, porque de ser así, jamás, ni por más loco que estuviera, aceptaría tal infierno de agotamiento.
Suspiró feliz y se permitió que su sonrisa oculta en días saliera nuevamente. Se levantó de su silla tras el escritorio y caminó hasta la salida.
—No estoy —le dijo seriamente a su asistente cuando pasó por su lado y ella intentó decirle algo sobre más trabajo—, estaré fuera una hora.
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Trágicamente Omega|Larry Stylinson|Omegaverse
FanfictionPorque la luminiscencia de sus almas son el neón entre la oscuridad. Son el cartel blanco lleno de mercurio de un motel de carretera que guía el camino casa. Que distrae de la noche. El camino donde su esencia llama al alma compartida. Porque casa e...