Hoy definitivamente no era un buen día con el cual comenzar la semana. Un atroz dolor de cabeza, la falta de sueño y la molestia que no lograba entender donde salía inundaba su sistema dejándolo irritado y ansioso. Su corbata estaba deshecha sobre sus hombros, su blazer estaba puesto sin cuidado sobre el respaldo de su silla y su camisa tenía los tres primeros botones abiertos, nada de aquello lograba persuadir a la incomodidad que lo asfixiaba. La concentración era nula siendo desviada repetidas veces al reloj y la puerta.
Su pequeño gorrión no aparecía y ya había pasado el tiempo suficiente para empezar a preocuparse. Paranoico tal vez, pero su alfa se movía ávido en su interior buscando el dulce olor de su omega.
La noche no fue beneficiosa y no pudo descansar, se pasó la mayoría del tiempo dando vueltas en su cama buscando sin saberlo, el cuerpo cálido que se enredaba en el suyo. Las grandes ojeras y el mal humor se veían a kilómetros, nadie tuvo el valor de cruzarse en su camino.
Descansó su cabeza sobre el respaldo de la silla y suspiró pesadamente, el tallar sus ojos repetidas veces no quitó el agotamiento en ellos. Se quedó observando el techo blanco de su oficina hasta que la brusca interrupción lo hizo dirigir su atención a la persona que había entrado de la peor forma en ese mal día.
Sus palabras no salieron al ver la figura conocida entrar casi corriendo y con la cabeza baja. De un salto se puso de pie y lo atrapó cuando se lanzó a sus brazos deshaciéndose en inesperados sollozos.
Si pensó alguna vez que existía algo más doloroso que eso, era porque jamás pensó ver a su omega tan estropeado. Lo envolvió en un apretado abrazo que tuvo miedo de romperlo un poco más.
—¿Qué sucede, sol? —Harry levantó su rostro, ver los ojos azules impregnados de humedad, sus mejillas sonrojadas y sus labios secos, sintió algo dentro de él retorcerse tormentosamente.
—E-ellos son lo peor —Louis ocultó su rostro en el pecho de Harry y demasiado pronto el ojiverse sintió su camisa húmeda donde las lágrimas caían—, creen que sólo te satisfago.
—¿Quién te lo dijo? —Harry preguntó con la mandíbula tensa.
—Ellos —Louis apretó con sus puños la camisa de Harry como si se sujetara a un salvavidas antes de ahogarse.
—¿Fueron tus padres? —Harry preguntó un poco incrédulo.
Conocía la situación de Louis por lo que le había dicho, pero jamás imaginó que podrían hacerle algo así.
—Dime que quieres que haga y lo haré.
Los ojos oscuros de Harry sin muestra de emoción serian aterradores para cualquiera menos Louis.
—¿Quieres que ellos paguen?
—No —Louis negó y se pegó más a él.
Lo necesitaba en ese momento, necesitaba su calor para poder sentir que tenía una razón para no caer.
—Sólo quédate conmigo.
Harry asintió, lo alzó en brazos y regresó a la silla ejecutiva tras su escritorio. Lo sostuvo contra su pecho, tan posesivo y protector. Lo acarició en todos los lugares para volver a sentirlo como si el día anterior no se hubiesen separado. Las caricias con sus labios limpiaron todas las lágrimas que salían de los ojos aguamarina, beso todas las gotas saladas removiéndolas del precioso rostro lavando el dolor que impregnaba sus dulces facciones.
Unos minutos bastaron para que sacara todo de su interior y pudiera calmarse, después de ello se quedó dormido con la cara oculta en su pecho. Al parecer el omega tampoco pudo dormir por las grandes ojeras violáceas que enmarcaban sus hermosos ojos.
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Trágicamente Omega|Larry Stylinson|Omegaverse
FanfictionPorque la luminiscencia de sus almas son el neón entre la oscuridad. Son el cartel blanco lleno de mercurio de un motel de carretera que guía el camino casa. Que distrae de la noche. El camino donde su esencia llama al alma compartida. Porque casa e...