Capítulo 15

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A veces no se necesitan cosas caras para poder llenar un vacío en el pecho, a veces existen cosas invaluables que, en lugar de llenar un hueco con su superficie dorada, arrasan con la soledad en vez de sólo mitigarla.

No se necesitan palabras falsas para poder sentirse querido mientras haya toques que hablen con verdad.

Sobran las cantidades exuberantes de personas falsas al rededor al tener a la correcta, aquella que se quedará a pesar de que un huracán venga en picada directo a atacar.

Se puede diferenciar una caricia cálida de una falsa que busca herir. No es necesario que salga el sol para poder seguir un camino cuando se puede jugar entre las nubes y sentir con pies descalzos el relieve de la sublimidad.

No son necesarios los gritos para llamar la atención si existen susurros que incitan al corazón.

A veces no son forzosas infinidad de citas y frases vacías de cuerpos sin rostro cuando se tienen a la persona perfecta sujetando la cintura sin titubeo a soltar.

Cuando esa persona llega sin intención a irse, una nueva vereda surge entre los lugares recónditos y la hace transitable porque esta vez no existe oscuridad en ella. Muchos dicen que la dependencia es mala y destructiva, pero cuando llega alguien sin pedir nada a cambio ofreciendo todo ¿de dónde te sujetas para levantarte si no es de él?

La mañana es fría, por supuesto, como la mayoría de los días, pero Louis no siente ni un ápice de frío. No despertó con la sensación incómoda y sofocante de sentir que le faltaba ese algo que lo dejaba respirar. En su lugar, una paz desorbitada recorría hasta la punta de sus pies, podría incluso sentir una sonrisa permanente en sus labios cada vez que se trataba de él.

A cada inhalación la esencia más adictiva lo embargaba llamándolo a quedarse ahí, sin moverse ni un milímetro y ser plácidamente dócil para aquel cuerpo que bajo el suyo ahuyentaba el dolor del exterior.

Lo único que su mente adormilada recuerda es la inquietud asfixiante de la noche solitaria, y después de un sonido semejante a un latido de corazón, el suyo propio se estremeció de emoción irrefutable al ser arrullado y envuelto en el amor incondicional.

Los sonidos de la planta baja hicieron que gruñera de frustración, palabras amortiguadas y sonidos de platos chocando lo hicieron removerse, en un ademán de querer tratar de enterrar su cara en la almohada para alejar el inevitable día, su nariz chocó contra una superficie dura. ¿En qué instante su cómoda almohada se convirtió en eso?

Un quejido acompañado de un movimiento hizo a Louis abrir los ojos para dar de lleno con el rostro más hermoso que alguna vez pensó ver. Aquel rostro masculino que lejos de verse frío e inalcanzable siendo secundado por una traje pulcro y fino, se veía adorable. Sí, adorable era con lo único que podía describirlo en ese instante, porque para él, su alfa era tierno como un conejito vestido con una armadura indestructible con la cual lo protegía de los demás.

Harry.

Harry estaba ahí y las cosas aún no llegaban claras a su memoria.

El ojiverde, que tenía el rostro adormilado y el ceño fruncido con un puchero molesto por su despertar. Enfurruñado indispuesto a levantarse de su lugar, apretaba firmemente su cuerpo como si fuese su oso de felpa que necesitaba para dormir, algo que estaba muy cerca de la realidad.

La mano suave de Louis se movió y quitó los rizos revueltos que obstruían el espectáculo precioso de un rostro adormilado. Harry estaba con él en ese momento y nada importaba menos que la tranquilidad llenando sus sentidos. Por instinto el castaño trepó más arriba del cuerpo sólido, al llegar a la altura que deseaba pegó su mejilla contra la levemente rasposa de Harry y comenzó a restregar su olor en él. Las cosquillas que la piel áspera hacía en su piel sedosa lograron que una risa escapara dejando una sonrisa imborrable.

Trágicamente Omega|Larry Stylinson|OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora