Capítulo 32

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—Hace mucho que no tenemos una cita —su vista puesta en el techo sin más pensamientos que en el instante en que estaba, le hizo recordar las últimas semanas que habían tenido juntos.

—Mhm —Louis descansaba desnudo sobre el pecho de Harry. Sumamente satisfecho no quiso levantar la cabeza ni abrir los ojos.

—De los pocos momentos que tuvimos hemos estado más tiempo en casa —Harry no pudo aparatar sus ojos del rostro cansado, pero relajado—, quizá sea bueno salir un poco antes de que la estación cambie.

La mano masajeando las hebras castañas no ayudaban en nada a querer moverse de su sitio. Últimamente los días fueron un desastre entre su último año de universidad, el trabajo de Harry y las visitas más seguidas a los padres del rizado, y más siendo Louis acaparado por completo por ellos.

Si bien eran felices dentro de esos días que les daban momentos juntos, estos eran insuficientes. Harry ya no podía ir por Louis a la universidad, el peso de su jerarquía en la empresa cayó por completo sobre sus hombros y el trabajo nunca terminaba. En su lugar un chofer de sus padres hacia su recorrido llevando a salvo a su dulce chico. 

Algunas veces podían cenar algo juntos e irse a la cama, en otras el rizado llegaba cuando su omega estaba durmiendo y con un beso en la frente se acurrucaba a su lado. Las mañanas eran cambiantes, un día Harry podría tomar un baño junto con Louis e irlo a dejar, otras él se iba primero y Louis desayunaba solo en el comedor que se veía demasiado grande para él solo.

—Hay un nuevo restaurante que abrieron a unas calles del teatro —sus palabras salieron amortiguadas por el pecho donde reposaba—, pero siempre está repleto de personas.

—¿Es el que está en el edificio de cristal? —Harry recuerda vagamente conducir por ese lugar y sí, una gran cantidad de personas hacían fila para entrar.

El clima pronto empezaría a ser más cálido y ya no podrían ocultarse bajo las capas que los resguardaban de las bocas demasiadas ruidosas. Había más lugares que debían conocer, y los que más entusiasmaba a Louis era los restaurantes de cualquier tipo. Una vez que dejó de importarle las personas extrañas a su alrededor, empezó a disfrutar más de su tiempo a las afueras de su hogar.

—Lo que he escuchado es que es casi imposible si no tienes una reservación, y estas están casi con un mes de espera. —el suspiro exagerado fue de resignación— Quizá debamos elegir otro.

Los ojos azules que por fin lo miraron, estaban atestados con zalamería y ese puchero no era nada de resignación. Fue un reto mudo al ego del alfa.

—Será mejor que mañana estés listo cuando pase por ti.

El labio mordido escondiendo desastrosamente la sonrisa complacida, le dijo a Harry que Louis iba a obtener lo que quiera. Una de las tantas incontables veces que él perdió contra su chico de ojos aguamarina.

(...)

Louis estaba repasando una vez más su reflejo en el cristal de la puerta, un último vistazo en otro lugar que no fuera su habitación, o de lo contario encontraría alguna cosa fuera del lugar y nunca estaría listo. Esperaba que el atuendo que llevaba fuese del agrado de Harry, o mejor dicho, esperaba los elogios de él. Vanidoso se aseguró que su cabello estuviera en el lugar correcto, tocó sus bolsillos repasando las cosas que llevaba hasta que la puerta de la entrada se abrió.

Él no podía verse más espectacular en un simple traje después del largo día de trabajo. Elegante con su abrigo largo y la bufanda, era precioso como el color negro lo envolvía pareciendo tan enigmático. Los guantes cubriendo sus largos dedos y los rizos casi contenidos con el fijador, era una visión que lo derretía y lo hacía suspirar.

Trágicamente Omega|Larry Stylinson|OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora