IX

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Estaba en un lugar completamente blanco, no había nada que le termine de identificar el lugar donde se encontraba, no veía piso ni paredes o techo, todo era un largo lugar blanquecino.

-Ochako...- ese susurro perdido le puso los pelos de punta, inmediatamente se dió vuelta.

-Ochako~ - ahora era como un susurro divertido.

-princesita~ - pudo escuchar ese apodo claramente sobre su hombro, por lo que nuevamente se dió vuelta bruscamente.

Ahora había un espejo detrás de ella a tan solo unos metros.

Lentamente camino hacia allí, con un mal presentimiento y un sentimiento de que algo dentro de ella podría dejar de sentirse tan vacío.

Cuando llegó frente al espejo pudo visualizarse claramente con su primer vestido de bodas, aquel que nunca pudo usar como correspondida. Estaba llena de sangre y mugre por todas partes.

-nos quedaba bien, no lo crees?- eso bastó para que se vea su rostro en el espejo y tambalearse hacia atrás.

Era ella pero a la vez no.

-que sucede? La princesita ya no es princesita?- la mujer en el espejo con ojos blancos y con la boca llena de sangre se carcajeo.

-q-quien...?- su reflejo le sonrió.

-pronto lo recordarás, por el momento... mándale saludos a Katsu de mi parte y dile que lo extraño cuando lo veas- antes de poder descifrar que había dicho un agudo dolor en el pecho la invadió.

La figura en el espejo salió y se colocó enfrente de ella, le sujeto la mandíbula e hizo que se vean a la cara.

-eres muy inocente no es así?- el aire le comenzaba a faltar a Ochako.

-Shin. Déjala.- una voz a espaldas de la castaña sonó, quién se suponía que era Shin miró sonriendo con burla hacia allí.

-o que? Es muy cruel para ti acaso?- alguien empujó a la mujer hacia atrás, permitiendo que el dolor aumente y Ochako ahora vea a otra persona más como Uravity, aunque estaba llena de sangre.

-la necesitamos con vida.- la mujer que estaba en el espejo miró una vez más a la mujer que se encontraba luchando contra el dolor antes de volver su vista con una sonrisa a la heroína.

-dejaremos de hacerlo dentro de poco, ahora regresala- dicho eso la mujer con vestido se fue, quedando solo la heroína de espaldas a Ochako.

-ayu...dame- el oxígeno no le llegaba.

-no te vas a morir princesa, existen cosas peores- dicho eso y sin verla, la heroína se fue mientras todo se hacía negro.

Lo siguiente que Ochako supo fue que le dolía cada parte de su cuerpo y la cabeza le estallaba. Lentamente fue abriendo los ojos, solo para ver un techo blanco apenas iluminado, cuidadosamente paseó su vista por el lugar, al parecer estaba en un hospital.

Aunque su vista finalmente aterrizó en él, Katsuki estaba medio acostado en la camilla y durmiendo agarrándole la mano, podía ver claramente rastros de lágrimas en su cansado rostro.

Había un reloj de pared, dónde pudo darse cuenta eran las cuatro de la madrugada, que había sucedido?

-Katsuki...- ese susurro y mover un poco la mano agarrada bastó para despertarlo.

-ángel ya despertaste... traeré a la vieja, no te muevas- antes de poder hacer algo ella reforzó el agarre, evitando que se vaya.

-son las cuatro- el cenizo frunció el ceño en confusión antes de ver la hora y suspirar.

-cómo te encuentras?- el hombre se acomodó mejor en la silla en la que estaba y se trono el cuello.

-cómo si me hubiera pasado un jodido tren por arriba- ambos sonrieron al escucharla.

La castaña lentamente se hizo a un lado, la camilla era ridículamente ancha para ella sola, por lo que hizo cuidadosamente un espacio a su lado y luego lo palmeo.

-dormimos juntos desde segundo año, ven aquí Kat- el hombre miró dudativo la propuesta de su ex mujer -Katsuki Bakugo si no te acuestas aquí por las buenas lo haré yo por las malas- el cenizo sonrió de lado antes de cuidadosamente acostarse.

Tal vez en segundo año entrarían bien, pero ahora los dos juntos hombro a hombro quedaban un poco apretados, por lo que ambos se colocaron de lado, mirándose a las caras.

Entre ellos no era ningún secreto que ambos odiaban con su alma las sillas de hospital, por lo que siempre que podían las evitaban.

-que sucedió el día de nuestra boda?- el ceniza levantó una ceja.

-joder tienes amnesia? Por la mañana me tuve que ir de mi puta casa porque me había infiltrado de la mapache para dormir contigo, luego el pelo de mierda me estuvo jodiendo todo el día, la bruja, el viejo y tus viejos me abrazaron llorando y los cuatro me amenazaron mientras me llevaban de putos mocos, luego...- la corta risa de la castaña lo frenó.

-ese día lo recuerdo, hablo del otro día...- todo rastro de nostalgia y felicidad se borró del rostro del Bakugo.

-ya hablamos de esto- la castaña lo miró suplicante.

-siento que me faltan recuerdos de ese día aún, siento que me faltan recuerdos de la mitad de mi vida... Katsuki por favor necesito respuestas de una vez- el rubio la miró serio.

-que harás con la respuesta? Y por qué ahora?- ella le agarró una de las manos al hombre y lo miró suplicante.

-solo quiero saber... por favor Kat- por unos momentos los dos se quedaron callados mirándose fijo, aunque el primero en romper el contacto visual suspirando fue él.

-hubo un atentado, una de las bombas justo dió cerca tuyo, en medio de todo el disturbio te perdiste, junto a la mapache y el pelo de mierda te fuimos a buscar, cuando te encontramos habían cinco tipos tirados a tu alrededor, todos muertos mientras estabas de espaldas... cuando te diste vuelta tenías los ojos blancos y estabas totalmente ida, me saludaste y antes de poder decir algo más te desmayaste- mientras hablaba el rubio apretaba la mandíbula.

Un sentimiento frío le recorrió por el cuerpo y recordó a la mujer que vió hace un rato.

-por que nunca me enteré?- él frunció el ceño.

-nuestras carreras estaban comenzando, todo lo que paso ese día es un secreto, en especial como te encontramos. Además si te hubiera dicho seguro te hubieras vuelto loca, además el médico me dijo que no te comente nada hasta que preguntes- la castaña bajó la mirada un momento.

-...volvió a pasar? Me volviste a ver así?- el hombre frunció el ceño y miró hacia otro lado de la habitación.

-es tarde, debes dormir. Yo iré al baño, tu descansa aún tienes anestesia- antes de decir algo más se levantó y se fue de la habitación.

A juzgar por la reacción, él vió a la misma mujer de su sueño reiteradas veces, comenzando por el día de la boda y no quería hablar de eso, o al menos no con ella.

Suspirando se volvió a acomodar dejándole un espacio, sabía que él le estaba ocultando cosas, pero no sabía que tan graves eran.

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un viaje que lo cambia todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora