XXII

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Ochako Uraraka
(adulta)

Tengo frío, el cuerpo me hela y no tengo con que cubrirme.

Estoy en un lugar blanco que conozco, pero no se de donde exactamente.

– ¡Basta por favor!

Mi voz aguda hace que me duela la cabeza.

Frente a mí estaba mi versión adolescente, peleando contra los grilletes que la mantenían unida al piso mientras lloraba desconsoladamente.

¿Cómo era posible que personalidades puedan coexistir con su mismo portador en dos tiempos diferentes?

– ¡Oye! ¿No vas a pelear?

Mi atención volvió a la niña.

– ¿Por qué lo haría?

– Porque te estás muriendo, no me quiero ver morir, pelea.

– Sí yo muero, mis hijos no lo harán, eso me reconforta.

– Vamos, perderán a su madre y tu los perderás a ellos. 

La mire sin responder antes de desviar mi visión de nueva cuenta, quiero levantarme y sacarla de ahí, pero no siento el cuerpo y tampoco me responde.

– Espere tantos años este momento... sabia que ese idiota te mandaría al pasado.

Mire a la que suponía que era Clea, según las indicaciones de Katsuki era la siempre estaba en mi traje de héroe.

– Vete a la mierda y deja a la niña fuera de esto.

– ¿O qué?

– ¡Ochako cuidado!

Apreté mi mandíbula antes de escuchar una risa y un fuerte golpe impactando en mi espalda, ahogue y atragante el grito que amenazo con salir. Inexplicablemente Shin fue quien me golpeó por detrás.

– ¡Esto es tan divertido! ¿Ya van a morir?

– No aún, necesitamos que entre el niño en cinco minutos y nos libere, el mocoso tendrá la culpa de matar a Uravity.

La loca de Shin se reía como una maniática, mentía si decía que no estaba perturbada, intentaba mantenerme fuerte, podía verme llorar a tan solo unos metros.

– Niña, ¿acaso sabes por que estás aquí?

Clea se había arrodillado frente a mí otra yo.

– ...

– Contéstame o verás morir a tu familia.

Arrugue el ceño ante eso, me sonó extrañamente conocido, seguí mirándolas y escuchando.

– No les pondrás un dedo encima.

– Cuando esto termine, matare a todos y cada uno de quienes te rodean.

Mi visión se empezaba a nublar, de pronto la espalda me dolía aún más y comencé a sentir como algo caliente me empezaba a salir de mis orejas, saboree el sabor de la sangre en mi boca, Clea no lo notó.

– Sí tan solo nunca hubieras ido a ese orfanato estarías tan bien viviendo feliz...

Eso fue lo último que escuché, sentí una fuerte opresión en el pecho y de pronto mis ojos comenzaron a pesar más que nunca.

Pude recordar cómo se sentían los abrazos cálidos de Aiko, el sabor de los chocolates dulces que Kiuru siempre me regala por el día de las madres, la sopa de verduras que me preparaba mi madre, la sensación de que mi padre me levante en su espalda, el gustoso sabor de los mochis que me regalaban constantemente mis suegros, los murmullos ridículos de Deku, los movimientos exagerados de Iida, las charlas con Tsu, las risas que me causaba Todoroki, la noche de chicas con todas mis amigas en los dormitorios, todo el amor que me brindó Katsuki...

un viaje que lo cambia todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora