ᴘʀᴇꜱɪᴅɪᴏ;;
Por culpa de su odio, Jeff y Jane acaban en la cárcel. Cuando se ven obligados a compartir celda, se dan cuenta que siendo los únicos Creepypastas encerrados deberán unir fuerzas.
unir...¿Fuerzas?
El estado mental de Jeff no está seguro...
La chica estaba alimentándose del silencio, apartaba su mirada a cualquier otro lugar que no contuviera el mismo azul que sus ojos, no podía deshacerse de la mirada que estaba puesta en ella como si tratara de analizar sus emociones, pero el dolor que provocaban las esposas en sus muñecas cubría la desagradable sensación. En su convivencia diaria solo se veían para cosas tribales como comer, o simplemente al pasar por el pasillo o estar en la sala, uno no tenía nada que ver con el otro hasta que el Sol se ponía, quedaba la oscuridad y volvían a ser ellos.
—Jane, si tratas de no mirarme más te vas a romper el cuello. Si me miras sin querer no pasa nada, me ves todos los días.
El pelinegro trató de hablarle, ¿Qué otra cosa harían? Estaban esperando a que otros oficiales aparecieran en la habitación en la que solo había un escritorio y algunas sillas, donde atendían a los que llegaban a comisaría o simplemente para el proceso antes de la entrada a la propia cárcel. Al no tener respuesta suspiró algo molesto, ella era tan infantil y cabezota, no sabía exactamente quien era el maduro de los dos pero si trataba de medirlo quedaban en empate, cuando la adolescencia acabó comprendió que lo que decía su madre era cierto "Empezarás a ver las cosas diferentes y madurarás", empezó a ver sus peleas con Jane de otra forma, tampoco podía decir que de forma sana pero decidió aprovecharse de su temperamento solo por disfrute.
—No te voy a mirar en lo más mínimo, Jeff. Por tu culpa hemos acabado aquí.
—Mira que eres cabezona...—Murmuró.
La puerta se abrió dejando pasar a dos agentes policiales que eran los que los habían arrestado, Jeff llevaba meses en búsqueda y captura, mientras que Jane solo era un rumor de que existiera como una asesina y no una simple desaparecida. Uno de ellos era una mujer de cabello corto con ascendencia asiática y se posicionó junto a Jane, mientras el hombre que parecía de un rango mayor, además en edad, estaba al frente.
—Veamos señores, tendrán un juicio en las próximas 48 horas, por el momento serán ingresados en la cárcel de forma provisional.
Jeff se cruzó de brazos, discrepando en lo que dijo.
—¿Un juicio para? Es más que obvio que somos culpables, no hace falta que lo diga como si pudiéramos salir.
El hombre se puso serio encarándose con el asesino de la sonrisa tallada en sus mejillas. Era él quien hablaba y no iba a dejar que ese chico que parecía no tener idea sobre leyes, más por incumplirlas.
