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『ᴇʟʟᴀ ɴᴏ ʟᴏ ᴄᴏᴍᴘʀᴇɴᴅɪᴏ』

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『ᴇʟʟᴀ ɴᴏ ʟᴏ ᴄᴏᴍᴘʀᴇɴᴅɪᴏ』

La figura femenina delante suya no estaba haciendo lo que hacía, quizás estaba demasiado fuera de sí como para provocarse por ese cuerpo que aunque visto mil veces nunca con esas intenciones que intentaban colarse entre sus sucios pensamientos de asesino, esos para él eran demasiado sucios y aunque sus actos le hacían parecer que realmente ya los había tenido era solo un juego, simple juego. Sentí sus manos posarse en sus rodillas mientras trataba de fijarse en su rostro y no en el escote que caía ligeramente por su peso y la posición en la que estaba.

Si trataba que algo dentro de su pantalón se despertara no lo conseguiría, no podía sentirse así. Era un hombro con la lívido bastante alto pero no en esa situación, no pensando en lo que había pasado.

Ni si quiera estaba borracho para tal barbaridad. No es que no se lo estuviera pidiendo, porque tal parecía, pero no era capaz.

—Vamos Jeff, tú y yo sabemos eso. No te he dicho ninguna mentira.

Parecía solo retumbar en su cabeza a pesar de que su voz siempre fue muy femenina y se podía distinguir desde lejos. Tragó saliva.

Apoyó las manos sobre la cama intentando alejarse de ella, su espalda ya topaba con la fría pared de la cárcel, entre esos muros mucho menos sería capaz y tampoco se veía acostándose con ella. La chica se acercó más, estaba aún en sus piernas, no parecía querer pasar de más.

—Basta, ¿Qué ganas con esto? ¿¡Volverme más loco o que te mate?! Porque si es lo que quieres solo pídelo.

La chica solo se apartó con una suave risa entre sus labios, el vestido rojo que terminaba sobre sus muslos le recordaba a la temporada navideña que vivieron en la cabaña, donde se emborrachó y acabó perdiendo el sentido.

—No podrías matarme.

El fuerte sonido de que la puerta de ls habitación estaba siendo abierta le hizo ver a la chica pelinegra que entraba y al verlo en esa posición, agitado y apartado en una esquina de su cama corrió hacia él. Estaba viendo doble, demasiado confundido como para saber con claridad lo que estaba pasando.

—¡Jeff! ¿Estás bien?—La chica se subió a la cama junto a él e intentó acercarse todo lo que pudo.

Aquello solo hizo que el agobio se metiera en la pequeña habitación y confuso le propinó una fuerte patada sobre su abdomen que la hizo caer de la cama en dirección a la pared que tenía enfrente. Podía ver a las dos chicas una al lado se la otra cuando aquella que le había hostigado durante varios minutos cambió su forma tan rápida como a la velocidad de la luz dejando ver sus cuernos demoniacos y la cola que se movía de un lado a otro satisfecho por lo que veía.

—Agh, mierda...—Jane adolorida abrió los ojos, observando como su compañero dejaba de temblar y su frecuencia respiratoria volvía a bajar.—Qué carajo Jeffrey...

Ella era la real, obviamente nunca se comportaría así y solo ahora podía verlo con claridad. Se levantó de la cama algo avergonzado por lo que hizo y sobretodo por lo que había visto y la ayudó a levantarse, se sentía bastante incómodo de solo tomar su mano, como si los pensamientos sucios o la escena continuara. Ella lo inspeccionó de arriba abajo, estaba asegurándose de que no tuviera ningún tipo de golpe o herida al no estar en ese momento.

—Lo siento...será mejor que vaya a entretenerme con algo.

No pudo decirle nada ya que se fue rápidamente de la celda, se había abierto para poder salir a las actividades pero ni si quiera escuchó el ruido de alarma. Se le veía con un aire de profunda ansiedad, necesitaba sacarse algo de la cabeza pero no sabía que había visto o sentido, incluso recordado.

Debió ser algo que lo mantuvo alejada de ella durante todo el día.

.

La noche llegó, sino fuera por la ventana no sabría en qué momento del día se encontraba debido al castigo que le impusieron por abusar de una de las chicas que estaban en la cárcel, él solo siguió las ordenes que el más mayor y por ende casi el jefe del grupo dio: Quería que Jane aprendiera una lección de que a uno de los suyos no podía dejarlos con ese mal sabor de boca, tampoco enamorarlos, provocarlos y dejarlos así. Lo hizo por Jeff, quien ya hacía años que no se hablaba en las noticias pero lo había visto, y conocerlo fue como si se tratara del jefe de una mafia muy famosa.

Pensó que el mismo Jeff The Killer los mataría. Con suerte no fue así.

No era una persona de recordar sus sueños, mucho menos de tener sueños lúcidos. Reconoció la casa de sus padres, donde creció, mucho antes de que su abuelo falleciera y su familia se metiera en una gran pelea por los papeles ignorando el hecho de que él, un adolescente perdido en la vida había perdido ahora a su querido abuelo. Aquello le llenó de rabia contra su familia y su fututo se dictó.

—Veo que alguien se arrepiente de algo.

Escuchó una voz femenina entre los pasillos de su hogar, salió del baño algo confundido, sabía que solo se trataba de un sueño. Pero, ¿Quién y por qué se metía en ellos? Podría ser su abuela o su madre, hacía mucho que olvidó el sonido de sus voces.

—¿Te arrepientes de algo? Tengo una idea, déjame entrar...

Subiendo las escaleras estaba ella, sorprendido dio unos pasos atrás observando su piel quemada y ese largo cabello evidentemente dañado. La chica sonrió.

Sintió un peso sobre su pecho, como si algo lo estuviera aplastando. Cerró los ojos con fuerza mientras ponía una de sus manos sobre su esternón y al abrirlos el sueño acabó.

O al menos eso no podía ser, gracias a la luz de la Luna podía verla, parada frente a la puerta, no podía haber entrado por ningún lugar, no era algo que estuviera permitido entre las cámaras y los guardias de seguridad. Se estremeció, el sudor frío debido al sueño bajaba por su frente y pudo sentir como si su corazón se encogiera.

—Veo que me recuerdas aún...¿Pensabas que era Jeff quien iba a matarte y no yo?

¿Pensabas que era Jeff quien iba a matarte y no yo?

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Hemotoxin-

ᴘʀᴇꜱɪᴅɪᴏ|| JaneffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora