『Tiempo atrás』
Las calles estaban desoladas, algún que otro borracho sin miedo a las luces que parpadeaban ya desgastadas, a la soledad que podía atraer lo peor y lo mejor, sobretodo sin temerle a los pasos apresurados que hacían eco por todas las calles. Los pasos, seguidos de una respiración agitada y en un intento desesperado de no soltar un quejido de cansancio, eran seguidos por otros no tan rápidos, habían pasado algunas semanas desde que una imagen así no se repetía, la única diferencia es que ella no le buscaba, lo había seguido al salir de casa manteniendo las distancias.
Si a eso se le podía llamar casa.
Tras dejarle unos minutos de diversión en las calles, confiado, se acercó con ánimos de destrozar lo que había conseguido construir en pocos días.
Sabía su debilidad, sabía sus puntos débiles; conocía sus fortalezas, y conocía sus habilidades más fuertes; Jane lo sabía casi todo de Jeff en ese punto, pero así como ella lo sabía, él también podía mirarla y decir en qué pensaba.
El día anterior le ofendió, sabía que no podía sentirse segura más a su lado, como ese cariño en el que fue enfundada solo era falso. Un "No le haré daño" rápidamente se convirtió en un "Puedo matarte". Y no, no dejaría que eso pasara.
¿Era decepción? En parte sí.
—¡Tiempo muerto! No puedo correr más...
Se estaban paseando por los últimos callejones de la ciudad, donde el paso de las personas se limitaba en drogadictos, intercambio de armas o, lo más común: Tirar la basura. Era un lugar de lo más cliché para el asalto final donde uno de los personajes moriría, pero Jane tenía claro que no sería ella.
—Jeff, despídete de todo, ahora.
Tomó con fuerza su camisa, estaba sudando, llevaban corriendo al menos media hora y no pudo quitársela de encima en ningún momento.
—Jane cálmate, no tienes que hacer nada de esto. ¿Crees que si quisiera seguirías viva?
—Dices algo más así y no te doy el placer de despedirte.
Jeff soltó una risa agotado, leve y casi forzada. Un fuerte pitido con altos y algo mas bajos los alertó a los dos, sobretodo a Jeff al darse cuenta de la cercanía. Alguien había alertado a la policía al percatarse de ellos por las calles, era lo más probable, casi siempre era lo mismo pero salían ganando al conseguir ocultarse bien y regresar al bosque justo a tiempo.
—Mierda...¡Vamos!
Tomó a Jane de ambos brazos moviéndola hacia un lado, estaba muy cerca de su cuerpo, esperando con ansias cortar su cuello hasta el punto de romper sus cuerdas vocales y no volver a escuchar su ronca voz. Empezó a correr intentando empujarla, pero su cabeza estaba en un modo del que no saldría.
—¡Jane muévete! Por una vez preocúpate por ti y no en hacerme ver a San Pedro.
—¡Prefiero matarte yo a que lo hagan otros o tú me mates a mí!
Correr junto a ella era casi imposible, sus piernas se cruzaron haciendo que perdiera el equilibrio con el obstáculo y cayera al suelo. Había raspado las quemaduras de su rostro y aunque apenas sintió el golpe comenzó poco a poco el calor en algunas zonas. No podían estar así, Jane se había cegado por su instinto de venganza, por su lado más tóxico.
La empujó con fuerza hasta una de las paredes del callejón más cercano, repleto de basura. Había estrellado su espalda contra la pared dura y agrietada, mientras sus manos apretaban la cintura de la menor aunque la aprisionaba tan fuerte que quería marcado en su piel. La pelinegra soltó un leve quejido de dolor.
O los primeros microsegundos pensó que era dolor.
—Hasta eso te gusta. Jane, nos persigue la p o l i c i a.—Deletreó.—Pensé que ya no harías más esto.
La chica había dejado sus manos ahora en los brazos de Jeff, mientras entre sus dedos aún seguía su cuchillo. Jeff no se había desenfundado, no tenía por qué hacerlo.
—Y yo pensé que no serías capaz de hacerme daño.
La mirada fría y filosa estaba puesto sobre él como una simple pistola apuntando en su sien. La rabia le estaba consumiendo pero no comprendía la situación, era lógico, no estaba en su mente la cual era un caos.
—¡Te estaba protegiendo de mí mismo! No quiero hacerte daño, ¿¡Crees que sería feliz como antes?! No soy un jodido niño.
Cuando la sirena les dejó de informar que tan cerca estaban del peligro ella no sabía de qué se trataba, posiblemente los perdieron pero su contrario ya tenía la experiencia de cada paso atrás en su pasado cuando estuvo en situaciones tan alarmantes como aquella. No solo la posición estaba causando los latidos acelerados en su corazón.
El cuchillo se resbaló de sus manos cuando con su fuerza la empujó contra el suelo, escondiéndola entre la oscuridad junto a él, esperando que el gran contenedor de basura pudiera esconderlos. Sus manos estaban sudando y tuvo que soltarla para dejarlas en la pared, estaba cubriendo su cuerpo, algo más pequeño, con el suyo. Podía escuchar a la perfección la respiración de Jane, sentir el calor en su cara.
—Jane, tú...ah.—Frenó los susurros al sentir el cañón de una pistola pesada en su cabeza.
Soltó todo el aire de sus pulmones, apretaba con sus manos la pared tras la chica que observaba al policía sin saber cómo actuar, los miraba con orgullo por su trabajo, finalmente los tenían en sus manos. Jeff apretó su mandíbula, resaltando las venas que circulaban por sus brazos intentando empujar la pared del callejón.
Su ira parecía explotar, pero no siendo apuntado.
—Levántese lentamente para ser esposados. No tienen escapatoria.
—Esto es tu culpa, Jeff.
Hemotoxin-
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ᴘʀᴇꜱɪᴅɪᴏ|| Janeff
Fanfictionᴘʀᴇꜱɪᴅɪᴏ;; Por culpa de su odio, Jeff y Jane acaban en la cárcel. Cuando se ven obligados a compartir celda, se dan cuenta que siendo los únicos Creepypastas encerrados deberán unir fuerzas. unir...¿Fuerzas? El estado mental de Jeff no está seguro...