Recordando

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—¿De qué carajo estás hablando? — lo encaré—. Ya sabía yo que tanta belleza no podría ser perfecta. Te voy a dar un consejo de gratis, galán. Trata de que los tornillos no se vean tan flojos cuando te quieras llevar a la cama a una dama.

—En algún momento de la vida nos encontramos con nuestra tuerca — me vi presa entre su cuerpo y las puertas del ascensor—. Hace cinco años encontré la mía, pero la muy condenada me dejó la curva a la mañana siguiente, dejándome amordazado por largas horas.

—Oh, vamos, no estoy para escuchar los melodramas de mi jefe — sonreí maliciosa—. Mis horas laborales ya cavaron, Sr. Sebastián, ahora tengo en cama quien me espere. Si necesitas desahogar tus traumas, ve con un psicólogo, amigo.

Las puertas del ascensor se abrieron de repente, por lo que, si no hubiese sido por Sebastián, habría caído de culo en el mismo. Su brazo, firmemente se cernió a mi cintura, mientras que, con una deliciosa fuerza, me pegó a su cuerpo y nuestros rostros quedaron a escasos milímetros de rozarse. Su aliento tibio y fresco acarició mi piel, provocando un fuerte temblor en mi cuerpo. Hace meses no tengo ningún acercamiento con un hombre, por ende, con gran facilidad me estremezco ante el agarre del comestible jefe.

Teniéndolo tan de cerca, me resultó algo familiar en los ojos e incluso en la sonrisa, hasta en el tono de su piel y uno que otro rasgo, pero no logro recordar en donde lo he visto antes, o si es que lo he visto en algún momento de mi vida. El tipo es un adonis, es difícil de olvidar a un bombón de estos.

—No me has entendido aun, bella dama — miró mis labios por escasos segundos para luego inclinarse en mi oído—. Te prometo que esta vez no vas a tener el control, bizcochita.

—¿Nos conocemos?

Estudié su rostro una vez más, tratando de recordar donde había escuchado esa misma palabra, Porque en toda mi vida, era la segunda vez que un hombre me llamaba de esa manera, pero lo único que me viene a la mente es la de aquella noche, con aquel chico; el stripper. Con una sola tanga de cuero roja cubriendo su paquete, mientras su cadera se movía de adelante y luego hacia atrás, con una lentitud casi enloquecedora. Y, a su vez, mis manos deslizándose por todo su embadurnado pecho en un aceite con sabor a cerezas totalmente delicioso.

Mi corazón empezó a palpitar, pero no el que se encuentra en mi pecho.

«Te prometo que nadie se enterará lo que suceda en esta habitación, bizcochita» Fueron las palabras del stripper, rozando su cuerpo húmedo con el mío, al ritmo lento de la canción de reguetón que se oía de fondo, solitos y acariciándonos en un pequeño cuarto, comiéndonos a besos mientras con gran malicia iba azotando sus redondas y firmes nalgas.

—Aquella noche dejé que hicieras un completo desastre de mí, pero ahora que por fin tengo el gusto de cobrármela una a una, no pienso desaprovechar la oportunidad que me ha caído del cielo...

—¿Tú eres...? ¿Él? ¿Tú? — empecé a tartamudear, sintiendo el balde de agua fría bajar mi calentura—. ¿Es una broma? Me estas jodiendo, ¿no es así?

—¿Dónde quedó la dama de boca rica y sucia que conocí aquella noche y que aún queda algo de ella a pesar cinco años? — aspiró mi cuello, aferrándose de mi cintura con fuerza—. ¿Dónde está la gatita salvaje que arrancó toda pureza de mí?

Mi cuerpo se calentó con tan solo pensar en todo aquello que le hice a aquel hombre, quien atado a mi entera merced disfrutó cada locura que por mi mente cruzó.

Sin embargo, al pensar en las consecuencias de aquella noche, todo color se fue de mi rostro.

Mis hijos.

¡Joder!

Esto debe ser una jodida broma del destino por haber sido tan promiscua en mis años de calle, sexo y alcohol.

—Tú no eres él...

—Ah, ¿no?

—No — me mantuve firme, pero por dentro estaba aterrada, mientras por otro lado mi centro se encontraba húmedo ante los recuerdos y el aroma de su cuerpo.

Se separó de mí, esbozando una sonrisa que terminó de enterrarme tres metros bajo tierra. ¿Por qué tuvo que haber hecho de mis hijos una jodida fotocopia suya?

—Tendremos mucho tiempo para que recuerdes. Ya sabes, quizá una tanga, un par de cuerdas a tu disposición y un aceite de fácil acceso, recuerde como te aprovechaste de mí.

—¡Eres un jodido adulto! ¡Jamás me aproveché de ti! ¡Además, fuiste tú quien me lo propuso aquella noche! — espeté—. Fue solo sexo; casual, sin ataduras. ¿No sabes qué significa? Pues te informo; dos desconocidos juntan sus cuerpos en un momento precoz de su vida y nunca más en sus existencias se vuelven a ver.

—Quiero repetirte; una, dos, tres... las veces que sea necesario hasta saciarme de ti; usarte y desecharte como lo has hecho tú — susurró, peligrosamente acercándose a mis labios. 

De lo más profundo de mí, salió una potente carcajada, la cual duró varios minutos retumbando en la oficina.

—¿Acaso me odias, padre? ¿Por qué siempre me encuentro con un loco en cada esquina? — golpeé su mejilla varias veces seguidas con la palma de mi mano—. Sabes que puedes usar para bajarte las ganas, ¿no es así? Tus manos son grandes; una paja, pensando en lo rico que la pasamos, es la solución de todos tus males, gatito goloso. Hasta mañana —aproveché que el ascensor se volvió a abrir y entré rápidamente en el, aun con una sonrisa sobrada en el rostro, una la cual se esfumó cuando las puertas se volvieron a cerrar y la realidad me abofeteó sin escrúpulos.  

¿Por qué jodida razón tuvo que haber hecho de mis hijos una fotocopia suya? Maldita sea la hora en que no usé un bendito forro esa noche, de seguro no estuviese llorando sobre la leche derramada. ¿Y si él lo sabe y solo quiere quitármelos? Tal vez sus insinuaciones sean mentiras y solo quiere llegar a ellos para alejarlos de mi lado. Y eso nunca se lo voy a permitir. 

Noches De Fantasía[En Físico][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora