¿Hijos?

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Trabajar con Sebastián ha sido más divertido de lo que pensé. No voy a mentir, me gusta que sea responsable cuando de aprender de la empresa se trata, pero también me fascina que se tome un solo segundo para robarme, aunque sea un beso. Ahora que ha empezado a tomar el manejo de la empresa del Sr. King, todos los días asiste a la oficina, por lo que los empleados están maravillados con el hombre. Y no es para menos, sabe ganarse el aprecio de las personas en poco tiempo.

Esta última semana he compartido y conocido ciertas cosas de él; como sus gustos, sus comidas favoritas e incluso terminó por contarme del como resultó siendo stripper hace cinco años atrás. Aun no me queda del todo clara la relación que tiene con el Sr. King, pero estoy segura de que su tío no es. Tienen apellidos diferentes, lo que se me hace sumamente extraño. Pero puede que mi jefe lo vea con tanto cariño que, de pronto, por eso le ha dado la confianza de darle lo que por tantos años ha trabajado. Además, Sebastián es un buen gerente. En pocos días se ha familiarizado con la empresa, como si llevase años trabajando en ella y no hasta hace una semana.

Me encontraba ansiosa con la idea de que llegase el sábado, por lo que cada uno de los diálogos que repasé en las últimas semanas con mi hermana, deben dar sus frutos hoy. Después de todo, no fue mi culpa haber quedado embarazada con un solo acto. O sea, nunca quise ocultar a mis hijos, pero, ¿en dónde se suponía que debía ir a buscarlo? No podía pedirle a mi tía que encontrara al stripper que me había embarazado la noche de su fiesta de despedida de soltera; me habría matado sin dudarlo dos veces.

Con el pasar del tiempo, la idea de que mis hijos tuviesen una figura paterna se esfumo como polvo. Nunca se cruzó por mi mente que aquel desconocido fuese a aparecer tan de repente en nuestras vidas.

Sebastián se acercó a mi escritorio, sonriendo y acomodando el perfecto nudo de su corbata. Verlo tan guapo y cada segundo del día, solo me hace querer saltarle encima y devorarlo como aquel día en su oficina.

—Aún me hacen falta varias cosas por terminar — le avisé.

—No entiendo por qué vienes a trabajar hoy, habiendo hecho los informes el día anterior.

—¿Cómo no se me ocurrió antes? — ironicé—. Los sábados salen los camiones con la mercancía que se reparte en los centros de distribución, por lo que debo estar al pendiente de cada una de las planillas y rutas de los conductores. Estos documentos son los últimos que debo anexar al informe general de la semana.

—Ignacio trabaja a la antigua, por lo que me he dado de cuenta. No es necesario que te quedes si se implementara un método electrónico.

—Es así como siempre ha trabajado el jefe — me encogí de hombros—. Y mi labor es cumplir con sus órdenes.

—Hablaré con él tan pronto regrese de su viaje. Hay métodos que resultan efectivos, sin necesidad de explotar al personal.

El doble sentido en sus palabras lo capté de inmediato. Sebastián es un coqueto que no pierde oportunidad para caer en la sopa como mosca.

—Convéncelo. Después de todo serás el futuro jefecito, ¿no?

—Así es — miró la hora en el reloj de su muñeca y sonrió—. Y como soy tu jefe; nos iremos ahora mismo a nuestra cita.

—Te he dicho cientos de veces que no es una cita. Solo vamos a hablar, como los dos adultos que somos.

—Ajá, sí, con la lengua y ciertas partes del cuerpo — desconectó todos los cables de la computadora de un solo tirón.

—¡¿Pero qué mierda te sucede?! Aun no termino de ingresar las planillas — vociferé.

—Me excita verte rabiosa — sonrió ladeado—. Vámonos, gatita fiera.

¿Quién se cree que es este estúpido? Me le quedé viendo fijamente, diciéndole todo con una sola mirada. Sí, si las miradas mataran, él ya estuviese enterrado cien metros bajo tierra. Pero es muy sexy como para que los gusanos se lo coman, por lo que se tendrá que conformar con una víbora como yo.

—Vamos, bella damita, la velada espera por nosotros — tendió la mano en mi dirección, esbozando una sonrisa encantadora y terminé cediendo con esa mirada de cacharro que suele derretirme—. Así de obediente me gustas más.

—Ni te la creas, idiota — murmuré, sacando de mis pensamientos ese sentimiento de ternura que me hace recordar a los gemelos.

De camino a algún lugar donde planea llevarme, estuvimos hablando de todo un poco. Dejamos de lado el trabajo y nos centramos en lo importante. Él con su estúpido plan de seguir a como dé lugar entre mis piernas y to tratando de decir dos palabras que no lo harán muy feliz que digamos. Aun así, ¿estará dispuesto a quedarse a lado de mis niños? Para ser honesta, no me interesa ningún tipo de relación con él, pero para el sano crecimiento de los niños, es necesario que llevemos la fiesta en paz.

Viéndolo hablar sin parar, justamente como lo hacen mis pequeños diablillos, el corazón por poco y sale de mi pecho. ¿Cómo pudieron haber salido tan parecidos a él? Entre más lo voy conociendo, incluso hasta en la forma en la que se sientan es idéntica.

Llegamos a un complejo de casa, cada una a cierta distancia de la otra. Sebastián condujo por el caminillo hasta que llegó al final del mismo, y una casa mucho más grande que las demás, nos recibió. Incluso la fachada de la casa es muy diferente y más lujosa que el resto de viviendas.

—¿Aquí vives? — pregunté estúpidamente.

—Desafortunadamente, sí. Aunque sea hermosa, es muy grande y lujosa para mi gusto.

—¿Y por qué vives aquí?

—Porque ese fue el trato que hice con Ignacio. Además de tomar su lugar en la empresa, también tuve que venir a vivir aquí. Hasta las paredes gritan de soledad.

—¿El Sr. King es tu tío? Digo, ¿de verdad lo es? No es porque no confíe en su palabra, pero es que no tienen ningún parecido físico.

—Es complicado de explicar, lindura. Pero prometo decirte la verdad muy pronto — detuvo el auto al lado de un Camaro rojo de último modelo—. En cuanto a la duda que te está comiendo; sí, él es mi tío. Resulta ser que mi padre es el hermano gemelo de Ignacio. Pero gracias al cielo, salí igual de atractivo a mi madre.

La quijada me cayó a los suelos, por lo que disimule con una tonta sonrisa. No tenía ni la menor idea de que mi jefe tuviera un hermano gemelo. Siempre lo he visto solo, hasta llegué a pensar que no tenía familia.

—Entiendo... te gustan mucho los autos deportivos, ¿eh? — fue lo primero que se me vino a la mente y sonrió.

—Sí, me gustan mucho.

Salimos del Bentley, para luego entrar en la casa en completo silencio. El agradable aroma de la casa más la majestuosa belleza del interior de la misma, me dejo sin palabras. Mas terminé de sorprenderme cuando Sebastián me presentó ante una señora regordeta y un hombre de edad como su mujer. 

—Es un placer tener una hermosa chica en casa — dijo la señora con amabilidad—. Sebas, enséñale la casa a tu novia. 

—Con gusto, Mary. 

Una vez nos alejamos un poco de la pareja mayor, lo acarralé contra la pared. Una sonrisa burlesca apareció en su lindo rostro. 

—Vuelves a decir que soy tu mujer y te juro por mis hijos que te arranco ese pedazo de carne que te cuelga en el medio de las piernas. 

No había medido el peso de mis palabras, sino hasta que me di cuenta de lo mucho que la había cagado por un momento de molestia. 

—¿Hijos? ¿Desde cuando tienes hijos?

Noches De Fantasía[En Físico][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora