Capitán

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Tan pronto terminamos de cenar, Sebastián me llevó hacia la segunda planta de la casa

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Tan pronto terminamos de cenar, Sebastián me llevó hacia la segunda planta de la casa. Las escaleras en forma de caracol se me hicieron un corto paso. Ni siquiera me dejó hablar, cuando ya había tomado mi mano y me trajo casi arrastrada a una habitación muy peculiar. Las paredes pintadas de un poderoso rojo, mientras los trajes colgaban en orden por toda la extensión de la pared. Los escasos cuadros de autos deportivos contrastan con los trajes del hombre. No voy a mentir, por mi mente cruzaron imágenes demasiado suculentas de él, haciendo uso del buen vestidor que aún guarda.

—¿Por qué me has traído aquí, Sebas? ¿Acaso tienes planeado modelar para mí? Porque si es así, con gran gusto le daré de comer a mis ojitos.

—Estos son todos los trajes que usé cuando era stripper — tocó cada uno de ellos con la yema de sus dedos hasta que se detuvo en uno que jamás olvidaré—. Quiero hacerte el exclusivo, después de todo, nunca bailé para ti.

—Hazlo, papi stripper — sonreí maliciosa—. Créeme que nunca voy a negarme a tus indecentes fantasías.

—Ponte cómoda, preciosura — me guio hasta un pequeño sofá de color blanco—. Ya regreso —me besó en los labios antes de tomar el traje de capitán y perderse por una puerta.

Observé el traje de policía, el de bombero, una bata de médico con mangas cortas, pero el que más llamó mi atención fue uno negro de tirantes y un par de orejas, pero no tuve tiempo de poder detallarlo como me gustaría porque Sebastián apareció con el traje de capitán a medio vestir.

El blanco del traje le queda a la perfección, resaltando el ligero bronceado de su piel. Los tatuajes que cubren la parte baja de su vientre más los de su pecho es sumamente tentador. La boca se me hace boca con tan solo imaginar pasar mi lengua por toda su piel.

—Eres un capitán muy sexy, papi stripper — remojé mis labios, viéndolo de pies a cabeza, quedando maravillada por el movimiento varonil de sus pectorales—. ¿Que esperas para hacer tu número?

Encendió la música de algún lado que no presté atención, porque mis ojos no se apartaron de tan hermoso hombre. Se puso en posición, abriendo las piernas y tocando la visera de la gorra de plato con su mano derecha. Al ritmo de la canción, muy lentamente empezó mover la cadera, como si estuviera embistiendo suavemente al aire. Sus movimientos son ondeados, seductores y muy provocativos, más cuando tan bien definido cuerpo se contrae con cada curvatura. Levantó la cabeza, clavando esa ardiente mirada en mí y caminó como un depredador; a paso corto, seguro, pero muy sensual listo para su ataque. Su cadera se partió tan solo un poco, nada que lo haga lucir mal. Todo lo contrario, entre más menea la cadera, más sobresale el bulto de ese pantalón tan apretado.

Se paró frente a mí, tomó mi mano entre la suya, descansando la palma abierta en su pecho y la bajó con la ayuda de la suya por cada uno de sus músculos mientras sigue centrado en sus movimientos seductores de pelvis. El roce de mis uñas lo activan en segundos, pues bajo ellos se tensa y veo como cada segundo crece su erección.

—¿Estás listo para navegar, capitán? — lo tenté juguetona—. Estoy a sus órdenes...

Sus ojos negros se oscurecieron un poco más de deseo. Sonriendo y con la velocidad que un  stripper posee, quitó el pantalón de su cuerpo de un solo tirón. Su erección saltó ante mis ojos, por lo que abrí la boca y dejé las manos unidas en el medio de mis muslos, cediendo el control solo por un momento.

—Te vas a quedar quieta, gatita traviesa — tomó mi cabeza con firmeza, obligándome a verle a los ojos—. ¿Entendido?

—Entendido, capitán.

Introdujo su miembro en mi boca, al ritmo lento de la canción de fondo. Capturó mis piernas entre las suyas y me recostó en el sofá, dejando mi cuello un poco hacia atrás, pero sus manos me mantuvieron bien sostenida para no irme. Movió la pelvis lentamente hacia adelante, hundiéndose hasta donde mi garganta se lo permitió, y luego se movió hacia atrás, deleitándose con el roce de mis labios por toda su extensión hasta sacarlo por completo y volver a repetir la misma acción, pero un poco más rápido.

Cada que sube y baja la intensidad de sus embestidas circulares y profundas, las lágrimas se deslizan por mis ojos y hasta siento ahogarme, pero el escuchar sus gemidos, más verlo sostenerse de mí con fuerza y contenerse lo suficiente para no arremeter con total potencia. Me encanta verlo así de entregado, follando mi boca como si no hubiera un mañana.

Cada cierto tiempo me permitía tomar aire, pero no por mucho, porque volvía a introducirse en mí de forma violenta. Su erección crecía en mi boca, a la vez que se va deslizando con vehemencia. Lágrimas llenas de placer brotan de mis ojos. La humedad en el centro de mi cuerpo me llevó a tocar aquel botón que tan sensible se encuentra. Las  sensaciones incrementaron con el roce de mis dedos en el arete y con la boca llena de él.

—Te deseo. Deseo sentirte ahora mismo, Jade — me levantó de un tirón y de un rápido movimiento me giro, poniéndome de espaldas a él y levantando mi falda—. ¿Por qué tienes tanta ropa puesta?

—No lo sé. Dímelo tú, capitán — gemí al ser conectada instantáneamente—. Mierda...

Elevó mis piernas y las apretó contra sus muslos, profundizando la estocada y arrancándome gemidos fuertes e involuntarios temblores. La corriente que atraviesa mi vientre bajo me sube hasta la cabeza haciéndome erizar con cada golpe certero y profundo que Sebastián me proporciona. Ser tomada en esta posición se siente jodidamente bien. La presión con la que me acribilla me deja en blanco.

Me agarré firme del sofá, recibiendo de Sebastián esa furiosa bestia que tanto me hizo disfrutar aquella noche; y que tanto me gusta y me enloquece ahora. Mi corazón palpita incesantemente, percibiendose cada vez más húmedo y sensitivo. El intermitente cosquilleo en mi vientre dio el aviso de mi placer. Exploté, expulsando su pene de mi interior y perdiéndome en el poderoso orgasmo que me cobijó.

—Me sacaste, chica mala — apretó mi cadera y tiró de mí cuerpo hacia sí, sometiéndome a recibirlo  de vuelta y agudizando esa presión que desea volver a salir.

—Sebas... — mordí mi brazo al estallar en menos de nada en pedazos, sintiendo mis fluidos por mis piernas.

El sonido de él entrando en mí es totalmente audible, por lo que me imagino lo húmeda que me encuentro debido a su intensidad. Apretándose a mi cuerpo y dejando caer mis piernas sobre el sofá, el calor y la humedad incrementó en mi interior. Su miembro creció mucho más cuando lo arrastré hacia su clímax, sin darle oportunidad de retenerse.

Sudados, agitados y con las ganas latentes en nuestras pieles, Sebastián me llevó en sus brazos hasta una habitación. En el baño, mientras tomamos una ducha tibia, volvimos a bebernos el uno al otro sin dejar gota de ganas en el cuerpo.

Supongo que mientras no mezcle los sentimientos con la relación pasajera de buenos amantes que llevamos, podría considerarlo por unos cuantos días más. Después de todo, él sí sabe como explotar la bomba que hay en el medio de mis piernas.

—Pasaré en horas de la tarde por ti y los niños. Tengo varias entradas de cine, por lo que no me parece justo que se vayan a perder por no darles uso — besó mis labios, apretándome contra su cuerpo y haciéndome vibrar de nuevo—. Y antes de que me digas que no; vendré y los llevaré te guste o no la idea.

—¿Qué te hace pensar que nos obligarás a ir contigo, Sebas?

—Eres buena chica, Jade. Sé que también deseas pasar tiempo en familia...

Se escuchó dudoso, por lo que volvió a besarme para que no respondiera con una de las mías. El beso se extendió por largos minutos en los que, sin darnos cuenta, ya nos volvíamos a acariciar sin remedio estando frente a la puerta de mi casa.

—Buenas noches, mi bella dama — dejó un piquito en mis labios y se marchó, dejándome allí de pie con una sonrisa inconscientemente estúpida en el rostro.

—Buenas noches, papi stripper.

Noches De Fantasía[En Físico][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora