Abrazo

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Siento que no dormí nada en la noche por no poder sacar de mi cabeza las palabras de Sebastián. Ese hombre me hace sentir extraña; no es un sentir malo o que deba protegerme de él, es algo que me gusta y me asusta al mismo tiempo. Todo se debe al hecho de que es el padre de mis hijos, no por otra cosa más.

Desde temprano me levanté para rebuscar en el armario algo decente que ponernos para la salida al cine con Sebastián. No sé por qué me estoy preocupando tanto, si tarde que temprano llegaría este día. Sin embargo, no deja de ser aterrador. Mis hijos son mi talón de Aquiles. Toda mi tenacidad y temple se esfuma cuando se trata de ellos. Además, ¿cómo se supone que le diga a mis hijos que su papi chulo ha hecho acto de presencia? Son dos niños de cinco años, aunque sean muy inteligentes, no dejan de ser un par de pequeños que no comprenden los rollos de los adultos. Menos los del pasado de su madre irresponsable.

Magnolia apareció en mi habitación, con una sonrisa ladeada y una barra de chocolate en su mano. ¿Cómo es come tanto y no sube de peso?

—¿Piensas ir vestida así?

—¿Así cómo? — me miré en el espejo, esperando verme horrible, pero el vestido que elegí se ajusta a cada curva de mi cuerpo a la perfección—. Pero si yo me veo bien.

—Es que estás perfectamente — le dio un mordisco al chocolate y luego me señaló—. Pero sucede que vas al cine con los diablillos, no a un motel, Jade.

—¡Oye! Pero, ¿que tiene de malo el vestido? — me sentí ansiosa y sin razón.

—¡Que papi stripper te cogerá en medio de todos los presentes de ojos inocentes! Debo admitir que eres una mami muy sexy, hermanita. Ya sé que lo haces para dejarlo comiendo de tu...

—¡Magnolia, no seas pendeja! — vociferé—. No me arreglé para él.

—Un pantalón es la mejor opción, pero la mami sexy solterona no se conforma con verse normal. Ella quiere resaltar esas buenas tetas y ese enorme culo con un vestido que le queda como piel.

—Ay, por favor. Hazme el favor y calla el ojete, lindura — reí.

—Eso es lo bueno de tener un cuerpazo curvi— sonrió ladeado.

—¿No tienes nada mejor que hacer?

—No. Incluso cancelé mi salida dominical para conocer el papi de mis sobrinos.

El timbre de la casa hizo eco en mis oídos e inmediatamente hasta los intestinos se me retorcieron en un solo segundo. ¿Por qué ha llegado tan temprano?

—Gracias por escucharme, padre — con una sonrisa como la del gato de Alicia en el país de las maravillas, Magnolia fue a abrir la puerta.

Fui con ella, solo para prevenir una catástrofe. Mi hermana es incluso mucho más directa de lo que soy yo. Llegué a la sala y me quedé helada al verlo tan guapo, vestido con una camisa blanca arremangada hasta los codos y dos botones abiertos en su pecho, resaltando aquel definido cuerpo que tiene. El pantalón de vestir se ajusta a sus piernas, e imagino lo bien que debe verse su trasero. El desenfadado peinado lo hace ver muy juvenil. Hasta el reloj que rodea su muñeca se ve sexy. No había visto en estos días el arete que rodea su labio inferior, por lo que pensé que ya no lo usaba.

—Tremendo papito — soltó Magnolia de golpe—. Gracias a todos los dioses del Olimpo que mis diablillos se parecen a su padre y no a esa cosa que dice ser su madre. Sería un sacrilegio matar tan buena raza —sonrió—. Mucho gusto.  Soy Magnolia.

—Sebastián — le estrechó la mano con una sonrisa ladeada—. Un placer conocerte. ¿Estás lista, Jade? ¿Y... los niños?

—Ternurita — Magnolia chifló como de costumbre.

—Deja de llamarlos de esa forma, Magnolia. Por si no lo recuerdas, ellos tienen nombre.

—Me desgasto más.

Sebastián rio por las estupideces de mi hermana, mientras que ella con ese aire despreocupado lo observaba a detalle.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire cuando los gemelos hicieron acto de presencia; uno al lado del otro, compartieron la misma mirada al sujeto extraño que se encuentra en casa. Sus miradas curiosas lo inspeccionaron a detalle, mientras Sebastián pareciese haberse olvidado hasta de como respirar. La mirada que le dio a los niños provocó una punzada en mi corazón. No de dolor. Es un sentimiento difícil de explicar.

Se acercó a ellos cauteloso y les sonrió, aún embelesado viendo del uno al otro; como si le fuese difícil creer que hay dos personitas en el mundo que comparten un lazo con él; no solo físicamente, sino de sangre. El abrazo que les dio a los dos al mismo tiempo me tomó por sorpresa, pero se veían tan lindos los tres, que me permití contemplarlos en completo silencio.

—Tomaste la mejor decisión, hermanita. Espero no equivocarme, pero ve que es un buen hombre. No cualquiera reacciona de esa manera al ver a sus hijos por primera vez.

Yo también espero no equivocarme en esta decisión que ya no tiene marcha atrás. No obstante, debo confesar lo bien que se ven; padre e hijos, compartiendo su primer y prolongado abrazo.

Noches De Fantasía[En Físico][✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora