Capítulo 1

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Abrí mis ojos lo más que pude cuando sentí la lengua de un tipo desconocido en mi cuello. Yo había aceptado esto, lo había hecho porque él me convenció, él era mi droga, mi maestro, mi tentación y tal vez, el peor error de mi vida. Hasta ese momento, yo había hecho lo que él me ordenaba, las bajezas más inimaginables. Lo había dejado corromperme de mil maneras, me había utilizado a su antojo, me había asfixiado, ahorcado, amarrado, me había llevado a lugares donde se practicaba sexo libre y las mas locas fantasías. Había aceptado ser tocada por hombres mientras él me cogía, había permitido que nos vieran mientras me tomaba como un maldito sádico, lo había dejado tomar mi sangre, porque siendo honesta, lo habría dejado hacerme cualquier cosa, porque al final él tenía razón; el dolor era el mejor placer que podías sentir después del sexo, y mezclarlos era exquisito. Pero aún y con todo lo que habíamos hecho el jamás me había compartido con alguien más, me gustaba su forma de protegerme, me hacía sentir que era solamente suya, aunque me hubiese advertido que no era más que sexo, aún así mi mente jugaba que él y yo éramos uno mismo.

Hasta este día, en que decidió que una orgía era el plan perfecto. Quería ver como alguien más entraba en mí, y quería que yo observara como él tomaba a una desconocida. Lo busqué con la mirada y estaba en una esquina, con una chica, besándose y un tipo detrás de él tocando a ambos. Yo estaba con otro, que olía horrible y no hacía más que meter su asquerosa lengua en mi garganta, y entonces entré en pánico, yo no podía estar con alguien más, no quería a nadie más, lo quería solo a él, a Sebastián, porque lamentablemente él ya estaba muy dentro de mí sin que yo pudiera detenerlo...Yo amaba a Sebastián.

6 Años antes...

Si tuviera que elegir la mejor época de mi adolescencia sin duda alguna elegiría mis diecisiete años; me pareció que jamás se formarían curvas en mi cuerpo, digo...si, mis pechos crecieron a la velocidad de la luz desde los doce años, pero bueno, aun parecía un esparrago con dos enormes globos por delante. Pero de la nada, un día desperté y mi cintura estaba tan estilizada que mentalmente me di una pequeña palmada en mi espalda.

Entre al gimnasio a los dieciséis y mi instructor me lleno de suplementos, de proteínas y miles de vitaminas y al final el resultado fue el esperado. Cuando papá me veía en esos diminutos shorts, o esos vestidos apretados, podía jurar que su sangre se le iba hasta los pies, pero debía acostumbrarse, ya no era una niña, era una chica sexy...virgen, pero sexy.

Estaba admirando mi figura por última vez en mi espejo cuando mamá interrumpió mi sesión como de costumbre "Nina!! Baja ya por favor"

Gruñí un par de veces antes de abrir la puerta, y mientras caminaba hacia ella me mire por última vez en mi enorme espejo, dentro de mi enorme habitación. Un poco molesta abrí "¿Qué pasa?"

Mamá me vio y suspiró "Feliz cumpleaños Nina...ya dieciocho años pequeña, que hace apenas cuando te tenía en mis brazos y..."

"Si ya se, y lloraba y no paraba de ser una gorda tragona"

"Una tragona muy linda" ella sonrío y yo cerré mis ojos avergonzada, cada año era el mismo sermón.

"Gracias mamá...y bien, ¿Qué dijo papá? ¿Me dara el viaje que les pedí?

"Esas son muchas preguntas"

"Son solo dos mamá"

Me miró de pies a cabeza y suspiró de nuevo "Ya lo veremos, por ahora confórmate con la fiesta en la piscina" mi madre entró a mi recamara y se sentó en la orilla de mi cama, sus ojos se tornaron tristes de la nada, y sabia lo que se avecinaba, una de sus profundas y privadas platicas; a los quince tuve la primera, y con ella una caja de condones como regalo de consolación, la cual aun estaba en el primer cajón sin estrenar "¿Sabes que eres mi vida entera verdad?"

Dulce Ardiente Tentación [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora