Capitulo 15

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Alguien le quitó el termómetro momentos después. ¿Se lo habían quitado enseguida, o había pasado algo de tiempo? Por momentos
estaba inconsciente. La siguiente vez que abrió los ojos, la mujer le estaba dando algo a Diego, y esa vez pudo verla bien.
Era una mujer linda, de poca altura y ojos miel, que miraba a Diego con extrema calidez. Roberta tosió fuerte. Ellos entonces se dieron vuelta para mirarla.
- Pensé que estabas dormida. Ésta es la doctora Fernández... - dijo Diego.
- Dolores o Lola - agregó su acompañante forzando un tono de informalidad con él mientras a Roberta le habló con frialdad y distancia profesional -. Me temo que vas a sentirte algo peor antes que haya una mejoría, Roberta
Roberta cerró los ojos, para autoprotegerse.
Pero ya se sentía peor. Estaba totalmente sudada, la cara, el pelo, la ropa. Le dolía todo el cuerpo. Tenía ganas de llorar, pero no tenía la fuerza para hacerlo. ¡Dios! Diego la había llevado a que la atendiese su amante. Sólo él podía ser tan cruel- pensó Roberta
- Estaba muy asustado realmente. Parecías tan enferma. Pensé que podía ser neumonía o algo así. No sabía qué hacer. Estaba aterrado- le declaro Diego
¿Aterrado, Diego? Era una imagen de Diego que no lo encajaba. Entonces, Diego volvió a hablar en griego con otra mujer, más joven, más dulce, y más expresiva. Le pareció que discutían acaloradamente. Pero Roberta nuevamente se desvaneció.
Había una mezcla de ruidos de fondo. No podía distinguir de dónde venían. La mente de Roberta era un caos de imágenes y sentimientos. Había tenido fiebre. Había transpirado y había estado tiritando durante un tiempo que ella no podía determinar.
El día y la noche se le mezclaban indistintamente.
Recordaba que la habían secado y lavado con una esponja repetidas veces, pero que había sido incapaz de hablar a causa de su debilidad. Recordaba también la silueta de Diego en la penumbra de una habitación desconocida. Diego sentado con expresión asombrosamente preocupada en la luz del amanecer. También había habido más gente, pero le costaba recordarlo.
Abrió los ojos. Una empleada corrió las cortinas de un ventanal que dejó a la vista un cielo espléndidamente azul. Entonces la luz del sol la cegó, y tuvo que darse la vuelta. En ese momento se dio cuenta de que afortunadamente no le dolía la
garganta, ni la cabeza, y que su cuerpo no se resentía con cada movimiento. La puerta se cerró. Tuvo ganas de darse un baño.
Intentó sentarse. Pero el cuerpo no le obedeció. Con un gemido de impaciencia, estiró las piernas para alcanzar el piso. Era una habitación grande. La luz de una lámpara le hacía difícil distinguir los contornos.
Apoyándose en la cama, decidió ponerse de pie. Pero se tambaleó como un borracho, admitiendo entonces que no se encontraba
tan bien como ella había creído. Pero la obstinación la llevó a la suite anexa a la habitación.
Descubrió entonces accidentalmente su cara en el espejo del baño. Estaba horrible. Pálida, demacrada, el pelo en una madeja lacia y húmeda. Haciendo un esfuerzo se inclinó para abrir el grifo de la bañera. Por lo menos si estaba limpia se sentiría
algo mejor.
- ¡Dios! ¿Qué demonios estás haciendo? - Diego se puso a un lado de la bañera.
Se erguía alto y elegante. Su aspecto la intimidaba, estaba atractivo con su traje color crema.
- ¿Estás loca? ¡Deberías estar en la cama! - tronó la voz de Diego, no satisfecho con haberla asustado al encontrárselo.
- Quiero bañarme - dijo ella extremadamente débil. Por momentos le parecía verlo al lado de Lola.
El corazón de Roberta pareció detenerse. Y un escalofrío le recorrió el cuerpo.
- ¿Vas a darte un baño cuando apenas podes ponerte de pie? - dijo él inclinándose para alzarla.
Roberta estalló en llanto, desconcertándolo tanto como a sí misma. En ese momento pareció relajarse la tensión y ambos se
abandonaron sorpresivamente a la expresión de sus sentimientos, como si alguien hubiese abierto de pronto la compuerta que los frenaba con firmeza.
Su efecto fue asombroso.
Diego soltó algo en griego, la alzó aun más y la acunó durante un segundo, mientras se disculpaba por haberla hecho sentir tan mal y le aseguraba que por supuesto que podía tomar un baño si tanto lo quería. Se trataba sólo de que ella había estado tan enferma, que él se había puesto muy tenso, y que tenía miedo de que pudiera descuidarse y tener una recaída. Diego parecía ponerse de rodillas, metafóricamente. Ella lo desconocía totalmente.
Diez minutos más tarde, Roberta se metía en la bañera, y si no hubiese sido por la imagen de la doctora que se le aparecía por momentos, podría haberse sentido conmovida por la preocupación que parecía tener Diego. No podía entender, ahora menos que nunca, que su enfermedad la había dejado en un estado de confusión mayor, por qué Diego la había querido llevar a Grecia en
un intento de hacer valer su matrimonio que no había valido nada desde el principio.
El lavado de su cabello la había dejado exhausta. Al salir del baño no se resistió a que Diego la llevase hasta la cama. Y a decir verdad le asombraba con la paciencia que la había esperado.
- Oigo el mar - dijo ella, identificando finalmente el sonido de fondo como olas.
- ¿Te acuerdas de algo del viaje hacia aquí? - le preguntó él mirándola fijamente.
- Nada - contestó ella en un suspiro.
- No estamos en Atenas. Como estabas enferma, no tenía sentido llevarte a casa de mi madre. Así que te traje aquí en lugar de llevarte allí.
- ¿Dónde es aquí?
- Tratos, una pequeña isla que compró mi padre poco antes de su muerte. Es el lugar perfecto para que te recuperes.
- ¿Una isla? - Roberta se llevó la mano a la frente. La enfermedad no la dejaba pensar con claridad. Pero había algo que estaba claro por lo menos; no sabía nada de su marido, con quien llevaba casada cinco años.
Una empleada sonriente los interrumpió para traer el desayuno. El estómago de Roberta se alertó ante la vista de la bandeja, y entonces se dio cuenta de lo hambrienta que estaba.
- ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí? - preguntó.
- Dos días...
- ¿Dos?
En ese momento golpearon la puerta. Entró una adolescente con pantalón corto, un gracioso top, y el cabello oscuro colgándole.
- Veo que estás mejor.......

Matrimonio Diferente •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora