Capitulo 38 (FINAL)

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- Pero vos debiste atarme, porque no fui capaz de irme. Vos eras muy joven. Yo no estaba preparado para el matrimonio. Pero me daba miedo que otro hombre estuviera en condiciones de darte lo que yo no podía. Y si yo me iba de tu lado no iba a haber oportunidad de que estuvieras a mi alrededor cuando yo decidiera volver.
- No puedo creer que esos eran tus sentimientos - dijo Roberta, temerosa de creer lo que él decía, de que después de todo, no se hubiera equivocado cuando había creído que la atracción irresistible había sido mutua.
- Mis sentimientos eran esos. Pero no sabía cómo manejarlos, y además creo que estaba resentido por el poder de atracción que ejercías sobre mí. Pero luego, Martín cambió todo. De pronto no tuve elección. Nunca, nadie, me había hecho hacer nada que yo no quisiera. Me sentí totalmente impotente. Me sentía como un caballo de raza que tu padre había comprado para vos. Atrapado por una adolescente. ¡Y me juré que no te daría nada que yo no quisiera darte!
Roberta pensó en cómo se habría sentido. Y pensó amargamente en su padre, que les había destruido la posibilidad de ser felices.
- Lo comprendo - dijo Roberta.
- Pasaron dos años de nuestro matrimonio hasta que empecé a desearte nuevamente - Diego hizo una pausa -. No, no lo demostré. ¡Me hubiese dejado matar antes que acercarme a vos! Mi orgullo no me permitía doblegarme más aún al chantaje de tu padre. Vos eras una mujer a quien yo jamás tocaría.
- Sí -dijo ella.
- No te tuve en cuenta. Era una lucha entre Martín y yo, y vos estabas en medio. Vos eras mi esposa. Yo no podía tocarte. Pero cuando murió Martín yo ya había decidido que seguirías siendo mi esposa, y entonces, al ser una elección propia, nuestro matrimonio sería real. Ya sabes, a mí no se me ocurría que vos pudieras tener otras ideas. Habías aceptado la situación por tanto tiempo.....- terminó Diego con una sombra de desconcierto y vergüenza a la vez.
- Vos pensabas que con tu palabra bastaba... - Roberta pensó que era muy arrogante, pero por lo menos era sincero.
- Yo pensaba que vos me amabas, y que por ello habías seguido a mi lado.
- ¿Qué?
- Fue muy vanidoso de mi parte. Cuando te oí hablar por teléfono con Velasco, me quise morir. Querías dejarme, y tuve que tomar medidas extraordinarias para que no te fueras. Realmente no pensaba que ese certificado fuera aún una amenaza para mí.
- ¿No? - Roberta estaba pasmada ante tal afirmación.
- Simplemente lo utilicé para retenerte, y obligarte a que le dieras una oportunidad a nuestro matrimonio. Y no tenía derecho de hacerlo, lo sé. El orgullo y el resentimiento me había impedido hacerlo en vida de Santos. Pero no quería enfrentarme a la posibilidad de perderte.
- No querías que ninguna otra persona te comprara medias... - dijo ella sonriendo, mientras se movía por la habitación.
- Hasta ahora había tenido medias suficientes para el resto de mi vida.
Hubo un silencio largo, Diego entonces carraspeó y siguió.
- Cuando dije que envidiaba la fortaleza de Lupita en no ceder a las presiones de la familia de Lola para que dejaran la relación.....
- ¿Santos es pariente de Dolores?- interrumpió Roberta.
- Es el hermano de Lola, solo que son de distintos padres. ¿No te has dado cuenta?
Roberta negó con la cabeza.
- Lupita no dejó que el orgullo interfiriera entre ella y sus sentimientos. Yo sí.
Diego se dio cuenta de lo que quería decirle con eso. Y de lo que le costaba decirlo. Era una lucha interior, que se habría ahorrado con él "Queres dormir conmigo esta noche".
- Podes escribirlo si te resulta más fácil - dijo ella titubeando, pero con la felicidad aflorando a sus ojos.
- Cuando volví de París y vos ya no estabas, fue como encontrarme en un desierto. Había jugado y había perdido. Vos te habías escapado por fin del campo de concentración. Necesito que vuelvas a casa, por favor.
- La has puesto en venta - le dijo ella con crueldad que acababa de estrenar.
- Da igual que no me ames - la miró con desesperación, las manos entrelazadas fuertemente, subrayando la tensión interior en él -. Yo te amo tanto...
- Yo también te amo, pero no estaba dispuesta a volver hasta que no lo dijeras.
Diego la abrazó. Era hermoso volver a estar en sus brazos, y durante un rato largo no hubo más que silencio entre ellos, y besos, y un largo abrazo en el que parecían fundidos.
- Te he echado de menos todos los días a todas horas - le juró él -. Pensé que te había perdido.
Después de un rato en que parecían no poder desprenderse, Roberta le preguntó:
- ¿Cómo te sentiste cuando tiré las medias?
- Si no hubieses estado enfadada conmigo, no te habrías tomado el trabajo de hacerlo. Eso me dio esperanzas - le confesó él con una sonrisa.
- ¡Has tenido suerte de que no te hiciera pedazos los trajes!
- Eso me hubiera dado más esperanzas todavía, pero creo que debo decirte que no tengo intenciones de aprender a cocinar - murmuró el burlón.
- Tenes otros talentos - le dijo Roberta, acariciándole el pecho.
- ¿Eso crees? - sonrió él.
- Lo sé. ¿Para qué vas a perder el tiempo en la cocina cuando sos tan bueno en la sala de juntas?
- Sos terrible-protestó el con ternura, y la volvió a besar- Te amo
- Quiero ver esa casa que has comprado - le dijo ella.
- La he comprado para vos, se que a vos te gusta vivir en el campo.
- ¿De verdad?
La besó nuevamente.
Fue ese día, pero muy tarde ya, cuando fueron a ver la casa donde empezarían una nueva vida juntos, lejos del pasado, lejos de todo menos del amor que compartían desde el primer momento en que se vieron.

FIN

Matrimonio Diferente •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora