Nueve meses después
de mi derrame cerebral.—¿Cómo que hubo una falla en el sistema? —elevé la voz.
—Lo lamentamos mucho, señorita, estas cosas no nos suelen pasar —la mujer contestó muy apenada—. Mis compañeros se confundieron al entregar las maletas a los empleados del hotel. Creemos que sus maletas las tiene el pasajero del asiento 24 B —suspiré antes de tocar mis sienes.
A mí y a una docena de personas a mis espaldas, nos tenían en espera de una respuesta, ya que debido a la estupidez del personal del aeropuerto, nuestro equipaje fue destinado a diferentes personas. «carajo» Literal, no podía creer que eso pasara en la actualidad. ¡Pero qué maldito fastidio!
Mi cabeza dolía —culpa del alcohol—, parecía una vagabunda y mi rostro gritaba en todo lo alto lo alcohólica que era, la capucha de mi sudadera en mi cabeza y las gafas de sol no ayudaban mucho. Lo único que quería era una ducha refrescante, pero ¿ahora esto?
—¿Sabe una cosa, señorita? —inhalé y exhalé—. Tuve un mes de mierda, una semana de mierda, un día de mierda... ¡¿Y ahora usted me dice que alguien, posiblemente, un viejo horrible y barrigón se está masturbando con mis tangas?! —terminé gritando.
La chica frente a mí contuvo la risa, pero un tipo a mi izquierda no, aunque no me giré para verlo, lo escuché.
—En verdad lo lamentamos mucho —luego de bajar la mirada de nuevo apenada, continuó—. En cuanto resolvamos este malentendido, le haremos llegar el equipaje a la habitación correcta de su hotel.
—Asegúrense de ello ¿quieren?
Había llegado hacía más de una hora al hotel, y repito, todo lo que quería era una ducha refrescante y dormir todo el día, pero para mi sorpresa, al entrar a mi suite, me encontré con un juego de maletas que no era mío, así que investigué un poco y ahí me tenían, lidiando con el asunto.
Me giré para irme, sólo que antes de comenzar a caminar, miré al tipo que anteriormente y en ese momento, seguía riendo por mi comentario. Él, al igual que yo, parecía vagabundo. Gorra, gafas, pantalones de chándal holgados..., sí, tenía toda la pinta de que la noche anterior también se había embriagado.
—¿Y tú de qué rayos te ríes? —espeté. De inmediato, extendió su sonrisa al igual que sus brazos.
—No la pagues conmigo, sólo me quedé pensando en cuán lindas son tus tangas y si realmente ese viejo barrigón se está masturbando con ellas —sonreí con ironía y le mostré mi dedo medio, enseguida, borré mi sonrisa para después marcharme.
Por favor, no olviden a ese tipo, ¿quieren?
Salí del aeropuerto más fastidiada que nunca en la vida, abordé la Jeep que me llevaría de regreso al hotel, me acomodé lo mejor que pude en ella y observé el precioso paisaje.
Esa era la primera vez que visitaba Zanzíbar (isla en Tanzania) ¿Se preguntan por qué estaba ahí? Tengo que volver a decirlo, mis decisiones eran muy estúpidas. Me encantaría decirles que fui por vacaciones, pero sería la peor mentirosa jamás existida si lo hiciera, aunque no me adelantaré demasiado, pronto sabrán qué rayos hacía ahí.
Luego de algunas decenas de minutos, entré a mi suite y de nuevo observé el juego de maletas que por supuesto no era mío, estas posiblemente eran de..., no tenía ni idea. El agradable hombre de chocolate, intentó darme un recorrido por dentro y fuera de la suite, pero amablemente le dije que se largara, necesitaba dormir mucho, ya que mi cabeza aún quería estallar.
Me deshice de mi estorbosa ropa, quedando sólo en una mini blusa y bragas, tomé de mi bolso unos analgésicos para aliviar el dolor, una vez bebidos, me tumbé en la gigantesca cama y no supe en qué momento me quedé dormida.
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Un latido más
RomanceMi hermana me robó a mi prometido, eso era un hecho ... Que ¿cómo me sentí ante todo esto? Creí que lo había perdido todo, todo hasta que lo conocí a él ... el extrovertido chico-tanga-masturbador.