—¡James, no te atrevas! ¡Suéltame! —grité.—¡Borralas! —también gritó.
—¡No lo haré! ¿Te volviste loco?
—¡Tú eres la loca por tenerlas aún!
—¡Eres un idiota!
—¡Y tú una loca obsesionada!
—Te juro que si no tuviera mis manos ocupadas, tratando de sostenerme, ya te habría partido la cara.
—Y yo te juro que si no las borras, te arrojo al mar.
Hizo más presión en mi cuerpo y yo me sujeté con más fuerza de la baranda.
—¡No lo haré!
—¡Sí lo harás!
«Santo Dios»
—¡Bien, bien, lo haré, sólo suéltame! —accedí y me soltó.
Dos segundos más y comencé a correr por todo el bote, salvando las 824 fotos que tenía con Stefan, aunque mis piernas no fueron lo suficientemente veloces.
—¡Te tengo! —me atrapó por la espalda.
—¡Eres un idiota si piensas que las borraré!
—¿Por qué te gusta torturarte así? —me soltó.
—¿Y a ti por qué te gusta meter tus narices donde no te llaman? —lo miré desafiante.
—Digamos que me desespera ver lo bruta que eres.
—¡No soy ninguna bruta!
—Si lo eres, vives enamorada de un imbécil que se casará con tu hermana en cuatro días.
—No estoy enamorada de él y el estar aquí en su boda lo demuestra.
—Eso es muy estúpido y esas fotos lo demuestran.
—¿Y cuál es tu maldito problema?
—¡Que vives en un mundo irreal, Charlize!
Su tono molesto me desequilibró.
—¿Qué te pasa? No vivo en ningún mundo irreal.
—Pues demuéstralo —extendió sus brazos—. Desaste de esas fotos.
—¿Quieres ver lo que hago con las malditas fotos? —arrojé mi móvil al mar.
Ambos observamos los últimos segundos de vida de mi compañero.
—Si sabes que tus fotos seguirán en la nube ¿cierto? —nos miramos.
—Soy una idiota —de nuevo miramos el mar.
Arrojé mi móvil al agua para nada.
James comenzó a reír con fuerza ante mi estupidez, enseguida, yo me uní a su risa.
—Que tarada eres —se burló de mí.
—Es tu culpa —protesté sin parar de reír.
—¡¡Pero!! —controló su risa—. Te dije que si no las borrabas, te arrojaría al agua —mi sonrisa se borró.
—No.
—Sí —en cuestión de segundos lo hizo, ni siquiera me dio tiempo de reaccionar.
Y ahí estaba de nuevo, arrojada en el mar, sólo que esa vez no había un cuerpo masculino, protegiéndome.
—¡Te voy a matar, James! —le grité desde abajo. Él se colocó en cuclillas y me miró sonriente.
—El sol es intenso, ya te secarás. Ven aquí —me extendió la mano para ayudarme a subir.
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Un latido más
RomansaMi hermana me robó a mi prometido, eso era un hecho ... Que ¿cómo me sentí ante todo esto? Creí que lo había perdido todo, todo hasta que lo conocí a él ... el extrovertido chico-tanga-masturbador.